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Encuentro… | Solange de la Cruz Matos

Hace poco encontré con un concepto que llamó poderosamente mi atención: el de deuda odiosa, aplicado a la deuda de Grecia con bancos europeos. Si bien este concepto, con un enfoque de derecho internacional, tiene una connotación política y de justicia, a lo largo de la historia se ha aplicado según las conveniencias. 

 El concepto de deuda odiosa, también llamada deuda ilegítima y deuda execrable, plantea que una deuda pública contraída por un gobierno y utilizada contra los intereses de la población de ese país no tiene por qué ser pagada. 

La doctrina de deuda odiosa fue formalizada por un profesor de derecho internacional ruso llamado Alexander Sack, quien se desempeñó como docente en universidades de Europa y Estados Unidos. Sack plantea lo siguiente: “Las deudas odiosas tomadas y usadas con fines que, con el conocimiento de los acreedores, son contrarios a los intereses de la nación no comprometen a esta última…”. 

Algunas de las deudas clasificadas como odiosas han sido tomadas y usadas por poderes despóticos para otorgar mayor fuerza al régimen. “Esta deuda no es una obligación para la nación; es una deuda del régimen… por lo tanto ésta cae con la caída del poder que la tomó”, argumenta. 

A lo largo de los siglos XIX, XX y XXI se encuentran casos de aplicación de la doctrina teórica de ‘deuda odiosa’. En 1867 el gobierno de Benito Juárez, en México, decretó que los préstamos que habían sido adquiridos por el emperador Maximiliano I con altos intereses a banqueros europeos fueron usados “contra el propio pueblo de México”, y por tanto se rechazarían esas cobranzas. 

En 1898, Estados Unidos derrotó a España en la guerra hispano- estadounidense, y se quedó con Cuba como posesión. Cuando España reclamó el pago de la deuda que su otrora colonia había adquirido, Estados Unidos argumentó que la deuda era odiosa porque había sido impuesta sin el consentimiento del pueblo y sirvió para reprimir el movimiento de liberación de Cuba. 

En 1923, la Corte Suprema de los Estados Unidos falló a favor del gobierno de Costa Rica contra una reclamación de Gran Bretaña del pago de una deuda que había contraído el ex-presidente Federico Tinoco Granados violando las normas internas de Costa Rica, lo que era de conocimiento del banco prestatario, y que el dinero había sido usado para beneficio personal de Tinoco. 

En 1953, mediante el Acuerdo de Londres sobre las deudas privadas alemanas contraída anterior a la Segunda Guerra Mundial, ésta fue reducida en 62.6% por los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, lo que fue clave para su rápida reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial. 

En 2002, previo a la invasión de Estados Unidos a Irak, el primer gobierno provisional declaró la suspensión del pago de la deuda externa con el argumento de que no se debía cargarse a los ciudadanos. En 2003, Estados Unidos declaró la deuda de Irak, que había sido adquirida por el régimen de Saddam Hussein con Francia y Rusia mediante el suministro de armamentos, como deuda odiosa (sin que apareciera explícitamente este concepto), acordándose la reducción del 80 por ciento. 

En 2008, el presidente Rafael Correa, de Ecuador, declaró que la deuda contraída por este país era ilegítima, odiosa e inconstitucional porque obligaba a destinar más del 50% de los recursos económicos del Estado a pagarla. Entonces, declaró el cese de pago del 70% de la deuda en bonos. Ello generó que los tenedores de la deuda sacaran al mercado bonos con valores muy por debajo de su valor, lo que fue aprovechado secretamente por el gobierno de Ecuador para comprar 3,000 millones de su propia deuda, por la que pagó apenas 800 millones, reduciendo su deuda real y los intereses y ahorrándose unos 7,000 millones. 

En otros países, entidades han estado reclamando la realización de auditorías que determinen con exactitud el origen, deudores y legitimidad de sus deudas públicas. En Grecia, por ejemplo, economistas e investigadores han iniciado una Campaña por la Auditoría de la Deuda Griega, que tiene en Alemania a uno de sus mayores acreedores. Parte de esa enorme deuda de Atenas fue originada en 1941, cuando Hitler impuso un préstamo al país griego de 3,500 millones de dólares para arreglar los destrozos causados por la ocupación militar alemana. 

Y existen instancias regionales, como el Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deudael Foro Social Mundial y el Movimiento Antiglobalización que reclaman la anulación de las deudas odiosas.  https://es.wikipedia.org/wiki/Deuda_odiosa