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Columnista Invitado/a | Por Yadira Munguía, columnista mexicana invitada. Magíster en Literatura Mexicana

La poesía ha sido vista a través de los tiempos de muy diversas formas, entre otras cosas, como un mensaje de los dioses, una conexión entre lo divino y lo humano. Se ha tenido la concepción de que la divinidad habla en palabras cifradas y no en la rudimentaria manera de los hombres; la deidad, no puede sino comunicarse en un lenguaje propio, no simple sino complicado, inaccesible y sobrehumano.

El enigma, al ser parte del género de la poesía, ha corrido una suerte similar, incluso de un cariz marcado.

Así pues, el enigma desde este punto de vista remite a lo arcano, a lo escondido y adivinatorio. Era en tiempos antiguos palabra de dioses, de inefable sabiduría, y por lo tanto, de palabras no vulgares. Pero también existe la concepción del enigma como una forma artesanal de la lengua, un pasatiempo social. Aún dentro del cual, la mayoría de las veces en diversas culturas, se ha tomado al enigma como una complicación suma y por lo tanto, al enigmatista, como un ser superdotado –aunque no divino-; los poetas que hacen enigmas vienen a ser una especie de elegidos que son capaces de ver lo que los otros no pueden aprehender, de escuchar sonidos extraterrenos y mejor aún, de traducir en palabras toda esa magia de que son recipientes.

La poesía como arte, se encarga de traducir la belleza de cualquier tipo y sentido al lenguaje común. Sin embargo en esa pintura de vocablos, no todo es accesible de manera fácil para quien no está acostumbrado a leer este tipo de textos, de modo que es necesaria en algunas ocasiones una segunda traducción, que sería en este caso la crítica, la cual deja ver a la poesía como una obra de arte humana y no como un dictado de dios o el resultado terreno de un algo inefable.

La poesía, clasificada dentro de la literatura en general, mantiene leyes propias de ejecución y bajo esta fórmula debe ser leída e interpretada. Menciona Greimas al respecto, en su introducción al libro, Ensayos de semiótica poética  que:

“Hoy en día ya no es posible hablar del hecho poético integrándolo en la teoría general de la literatura, como si, por ejemplo, los textos poéticos fueran un subconjunto de los literarios; debido a una razón muy sencilla: se ha criticado casi unánimemente la concepción de la literatura como discurso autónomo que comporta en sí mismo sus propias leyes y su especificidad intrínseca: el concepto de literariedad” (11). 

Es decir, que la poesía, en sí misma existe y se ejecuta por sus propias normas de acción, diferente de las demás artes del lenguaje.  También comenta Greimas que, -tomando en cuenta lo anterior- la poesía es algo que se puede intuir, algo indecible siendo aún su modo más común la palabra. Si como menciona el autor, podemos hablar de una existencia poética en cualquier cosa, todo está poblado de poesía si así se le percibe, y sin embargo, la poesía sigue siendo la palabra, el concepto bello, una expresión elevada y elegante, y/o un concepto o imagen profunda y vivífica o vivencial. Podríamos decir, que la poesía es la forma profunda y bella en que el lector capta algo que a su vez el autor trata de transmitir. En el caso del enigma, se trata de algo que el lector debe captar, descifrar y responder, de otro algo que el enigmatista trata de esconder mediante su elocuencia.

De esta manera, se vio la necesidad de utilizar la mencionada semiótica poética, como un valioso y aplicable recurso para lograr un estudio más concienzudo y profundo de los Enigmas ofrecidos a la Casa del Placer (1695), escritos por Sor Juana Inés de la Cruz. Para el análisis del discurso, los enigmas confieren un tipo de poesía que tiene como fin primordial esconder un concepto, persona, cosa etc. con base en la oscuridad del lenguaje, esto es, mediante la complicación exacerbada tanto del plano de la expresión como del contenido, -utilizando la terminología de Greimas-, a partir de elementos aparentemente contradictorios, que dan pie a la revelación del concepto oculto, que sería pues la respuesta del enigma. En resumen, los enigmas constituyen un entramado complicado tanto en estructura como en expresión que dadas sus características enigmáticas, nos lleva a enfrentarnos a significaciones oscuras en demasía y que requieren una respuesta que debe atenerse al ingenio del que ose responder la intrincada y engañosa pregunta.

Yadira Munguía