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Columnista Invitado/a | Doctor José Serulle Ramia/economista y diplomático

El sector del tabaco ha jugado un papel estelar en el desarrollo de la economía dominicana en el transcurso de los últimos doscientos cincuenta años.

Fue, para sólo referirnos al período histórico más reciente, desde la segunda década del siglo XVIII, cuando comenzó a erigirse en una verdadera plataforma de lo que sería a partir de 1860 el desarrollo ininterrumpido de la economía mercantil dominicana.

Y ya para el período 1870-1930, la producción de tabaco jugaba un rol fundamental en las exportaciones y consumo personal de la República Dominicana, siendo una de las áreas que contribuía más al dinamismo de su economía y de su vida social, influyendo incluso en el escenario de la estabilidad política y de la cultura democrática del pueblo dominicano.

Por concentrarse, en su mayor producción, en el Norte del país, puede decirse que esta rama de la economía fue la que más influyó en dotar a esa zona de decenas de miles de productores independientes y también de importantes establecimientos manufactureros que se constituyeron en fabricantes, pequeños, medianos y grandes, del buen cigarro dominicano.

La producción del cigarro dominicano, por la calidad del mismo, que viene dada por la tradición en la magnífica forma de cultivar y preparar la hoja que le sirve de materia prima, y en la manera manual, tan singular, de fabricarlo, se ha vuelto uno de los ejes primordiales, en la actualidad, de las exportaciones de la República Dominicana a distintos países del mundo.

Hoy, el cigarro dominicano, con unas exportaciones anuales que rondan, como promedio, los ochocientos millones de dólares estadounidenses, se ha vuelto a escala mundial el de mayor calidad y prestigio.

En los momentos actuales, los procesos productivos de la hoja del cigarro dominicano, así como la preparación del cigarro, han adquirido mayores niveles de cultivo y de preparación manufacturera, haciendo acopio de las exigencias de los fumadores a escala nacional e internacional, y procurando conservar un factor orgánico que tome en cuenta, como principal factor, la salud del consumidor.

Para el 2018, las estadísticas nos dicen que el sector tabacalero dominicano cuenta con 5,500 productores que emplean alrededor de 45,000 obreros agrícolas. Asimismo, la cadena productiva genera cerca de 118,000 mil empleos directos. De estos dependen o se mantienen unas 350 mil personas.

Así, por ejemplo, en la zona norte del país, en la Provincia Santiago, por ejemplo, este sector aporta del tabaco aporta 84,210 empleos directos, y unos 3,000 millones de pesos al año por concepto de venta a nivel de finca, procesamiento, manufactura, comercialización y empaque. Y la cantidad total de personas que dependen del tabaco para su sustento en esta provincia oscila entre 214,000 y 250,000 anualmente.

Dado el nivel de desarrollo alcanzado por este sector de la economía nacional, y visto el esmero en la fabricación del cigarro dominicano, y la dimensión que ha alcanzado en los mercados mundiales, y sabiendo nosotros que aquí en Trinidad y Tobago y en los demás países cercanos del Caribe insular, se aprecia cada día más al buen cigarro, nos propusimos desde hace un año realizar este FESTIVAL INTERNACIONAL DEL CIGARRO DOMINICANO.

Y fue en este contexto general que, en conversación permanente llevada a cabo con el Sr. Sharif Mohamed, propietario de este bello establecimiento comercial, y en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Centro de Exportación e Inversión de nuestro país, decidimos acercarnos a las marcas tradicionales y emergentes del cigarro dominicano para que nos acompañasen en este festival de tres días aquí en la bella ciudad de Puerto España, Trinidad y Tobago.

El esfuerzo ha valido la pena. Durante tres días (2-4 de octubre) tendremos la oportunidad de intercambiar ideas y conocer mejor la naturaleza del cultivo del tabaco dominicano y, en especial distinguir el aroma y calidad del cigarro dominicano.

Además, la presencia de cada uno y de todos ustedes aquí en este bello salón de Apsara/Old Havana refleja la importancia de que la Embajada dominicana y el Sr. Sharif Mohamed se hayan atrevido a realizar este festival del cigarro dominicano. Es también una manifestación concreta de que a través del mismo podremos ampliar, año tras año, las relaciones comerciales y culturales entre nuestros países caribeños.

Más,  estamos seguros de que desde esta bella región del Caribe de habla inglesa, podrán  lanzarse los productores y dueños de marcas de cigarros dominicanos a la conquista de nuevos mercados mundiales, acompañados por intermediarios y agentes activos de la empresa de este hermano país, de la República de Trinidad y Tobago.

Ensanchemos, pues, los campos de los intercambios comerciales y culturales entre nuestros países caribeños, y desde estos forjemos una posición cada vez más relevante en el escenario internacional de la economía y de la cultura.