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Columnista Invitado/a | Riamny María Méndez Féliz

“Los niños parisinos no saben qué es un pollo vivo; un pollo con plumas y cantando ¡coquericó!, onomatopeya que en francés representa el canto del gallo”, cuenta Manuel Matos Moquete en su ensayo “Ni a pollo de supermercado”, del libro La espiral de los tiempos. El autor explica que esos niños piensan que el pollo, sencillamente, viene de un empaque.

Y tú, ¿sabes de dónde viene tu comida? ¿Cómo se produce? ¿Cómo vive quien la siembra, la cosecha, la transporta? ¿Cómo es la vida de las mujeres que, en muchos casos, además de participar en la agricultura, cocinan, limpian, lavan y planchan para hacer menos difícil la sobrevivencia de los otros trabajadores del campo? ¿Sabes si las trabajadoras y los trabajadores agropecuarios ganan lo justo por producir la yuca, el plátano y el mango que te comes? Y en la actual crisis sanitaria y económica, ¿sabes si tienen recursos para sembrar los productos que se deben cosechar en los próximos meses?

El momento para hablar de agricultura, justicia y soberanía alimentaria es ahora. Bueno, era ayer, era hace 20, 10, 5 años. Pero, de nada sirve llorar sobre la leche derramada. Con la pandemia causada por el nuevo coronavirus, la necesidad de mejorar la producción agropecuaria y las redes de distribución de alimentos en el país se hace cada vez más urgente. 

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) ha alertado a los estados sobre posibles crisis alimentarias, incluso podríamos tener hambrunas: “A partir de abril/mayo, esperamos interrupciones en las cadenas de suministro de alimentos. Por ejemplo: restricciones de movimientos, así como el comportamiento primario de rechazo de los trabajadores, pueden impedir que los agricultores se dediquen a las tareas agrícolas y que los procesadores de alimentos -que manejan la gran mayoría de los productos agrícolas- se dediquen a la elaboración. La escasez de fertilizantes, medicamentos veterinarios y otros insumos podría afectar a la producción agrícola”, ha explicado la agencia.

Reducir los riesgos de escasez de alimentos en el país, pasa por proteger a los pequeños y medianos agricultores que producen el 70 % de lo que se consume a nivel nacional.

En el pasado programa de Libertarias (a partir del minuto 45), Elsa Sánchez Ramírez, veterinaria, maestra y dirigente de la Articulación Nacional Campesina (ANC) explicó que, en la actual coyuntura, las redes de distribución nacional, que ya tenían limitaciones por el costo del transporte y el mal estado de muchos caminos, empiezan a fallar.  En algunos lugares, los productos se pierden por falta de transporte. Sí, como lo oyes, se pierde comida, dice Elsa.

Ella cuenta que en Azua hay productos agrícolas que se venden a muy bajos precios y se regalan, porque no es rentable o posible trasladarlos a la capital o a otros pueblos. Si bien la situación puede beneficiar temporalmente a los consumidores locales, a la larga estamos sembrando el hambre de mañana. Con productores ya endeudados, ¿qué pasará si no pueden ganar dinero suficiente para comprar los insumos necesarios para preparar la próxima siembra? Bueno, sabemos que la habichuela no crece en el supermercado sino en el campo.

Quizás pienses que puedes comprar comida importada. Bueno, recuerda que todavía no sabemos a ciencia cierta las dimensiones de la crisis internacional y nacional. Incluso si tienes dinero, es posible que, por diferentes razones, entre ellas la necesidad de grandes exportadores de comida de alimentar a su propia gente en tiempos de crisis, ciertos productos desparezcan de nuestros comercios.  

Vivimos una crisis sin precedentes que debemos enfrentar de manera optimista, pero con realismo y solidaridad, como la ciudadanía adulta a la que pertenecemos. Hay que debatir, pedir cuentas y soluciones a las autoridades, vigilar a los dirigentes, y participar en los debates: es decir, no ser indiferentes a las decisiones que se tomen sobre el futuro inmediato de la crianza de pollos, la producción de aguacates, la siembra del arroz…o sea la comida de mañana, no de un mañana lejano, sino uno que llegará dentro de 15 días, dentro de un mes, dentro un año.

¿Qué puedes hacer? Entender que no se trata de un tema en el que solo pueden opinar expertos. La democracia no es tecnocracia, menos cuando se decide qué comeremos mañana. Infórmate, apoya las medidas que creas convenientes, cuestiona y exige explicaciones sobre lo que te parece inoportuno, y compra con conciencia a los productores locales para que no te falte comida en la mesa, y a quienes siembran tampoco les falte pan ni servicios básicos para vivir.

 Las injusticias con los productores y trabajadores del campo se han construido con décadas de abandono oficial e indiferencia ciudadana. Así que no volvamos a la vieja normalidad.

Elsa quiere que el Ministerio de Agricultura tome en serio el Plan Nacional de Agricultura Familiar elaborado desde las organizaciones sociales, y que nos demos la oportunidad de volver a empezar sobre cimientes más justas.

El virus pasará, la vida seguirá y habrá que levantar al país. Pero no se puede levantar de cualquier modo. Elsa, que siembra y cosecha café, limón y aguacate en Peralta espera que la agropecuaria renazca con justicia social, “después de que todo esto se pase, con el apoyo, con el refinanciamiento, con la revisión, con un programa de producción agropecuaria que pueda apoyar y que pueda garantizar que los productores mantengan los productos en los mercados, que los puedan vender a precios justos realmente, porque lo que está pasando ahora no es justo, a nosotros ahora nos están explotando”.

¿Sabes cómo explotan a Elsa y a los demás agricultores? Pagando a precio de miseria el mango, la yuca, el limón, el plátano que tú compras, a veces a sobreprecio, en el supermercado.

Como ves, no es un tema lejano como el de los niños parisinos que no saben que la carne empacada tiene su origen en un animal vivo en una granja. Santo Domingo no es París (una obviedad, pero es bueno recordar que, aunque las clases altas y medias de ambos países puedan compartir similares selfies de cuarentena privilegiada, República Dominicana no cuenta con los mismos recursos que Francia o Estados Unidos). Pinchemos la burbuja. No podemos seguir indiferentes a problemas fundamentales, como si nuestra capital fuera una fiesta, cuando atravesamos una crisis que puede dejarnos sin comida en la mesa. Actúa: quédate en casa, compra con conciencia y hazte oír, que no somos niños parisinos y sabemos que los pollos no nacen en paquetes de supermercado.