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Medio Ambiente y Cambio Climático | Fuente Externa

48.000 personas cada año (8.000 más que en estudios precedentes) mueren cada año prematuramente en Francia a causa de la contaminación atmosférica.

Es la tercera causa después del tabaco y el alcohol. Este es el resultado de la investigación realizada por la agencia Salud Pública Francia y publicada este martes. El dato llega en un momento particularmente sensible para Francia, un país empeñado en transformar su modelo energético con drásticas medidas tendentes a acabar con los más nocivos contaminantes del aire como el diésel.

Como parece lógico, los efectos más perjudiciales para la salud se registran en las grandes ciudades, donde la esperanza de vida se puede reducir hasta en dos años. Pero tampoco las áreas rurales quedan libres de la amenaza. En Francia, país más industrializado que España, pero con una densidad de población similar a la española, la esperanza de vida se recorta hasta en nueve meses en las áreas menos urbanizadas.

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que lidera una batalla sin cuartel contra la contaminación atmosférica, ya ha reaccionado esta mañana señalando que es urgente tomar medidas. En la capital, ya no pueden circular los vehículos pesados de más de catorce años. Desde el 1 de julio próximo tampoco podrán entrar en la ciudad (en horarios laborales) los coches diésel de más de veinte años. El último proyecto de la capital pasa por reducir el tráfico en la avenida de los Campos Elíseos dotándola, entre otras cosas, de un carril bici.

El estudio publicado, titulado Impactos sanitarios de la contaminación del aire en Francia: nuevos datos y perspectivas, arroja un resultado más preocupante que el último conocido y hecho público en 2005 con datos del año 2000 por parte de la Comisión Europea. En él se hablaba de hasta 40.000 muertes prematuras en Francia por la contaminación. El nuevo análisis ha contado con datos de 2008 y señala como principal causante del perjuicio para la salud a las partículas finas PM2,5 (las menores de 2,5 micrómetros), justamente las que convierten al diésel en un combustible especialmente dañino.

“La cuestión es ahora saber si nosotros tenemos que seguir invirtiendo dinero en el desarrollo del diésel”, ha dicho desde Fráncfort el consejero delegado de VolkswagenMatthias Müller, informa France Presse. La marca alemana es la que ha originado el escándalo en torno al trucaje de las mediciones de contaminación de los vehículos. Francia es uno de los países donde más se utiliza el diésel. Los dos grandes constructores galos, Renault y PSA (Peugeot-Citroen), urgidos por los responsables políticos y las nuevas demandas del mercado, están realizando importantes inversiones en el desarrollo de vehículos más limpios.

“Los resultados demuestran que los escenarios más ambiciosos de reducción de la contaminación logran importantes beneficios para la salud”, dice el estudio de esta agencia inscrita en el Ministerio de Sanidad y disponible en su web. “Si el conjunto de los ayuntamientos lograra reducir las partículas finas al mismo nivel que las poblaciones menos contaminadas, se podrían evitar 34.000 muertes cada año, con una ganancia de esperanza de vida de nueve meses”.

Esta agencia ha analizado, además, la calidad del aire en 17 ciudades francesas entre 2007 y 2010 para conocer el impacto de los picos de contaminación en la población. El resultado es que tales picos tienen un efecto marginal. Lo más perjudicial es la exposición crónica a una alta contaminación. Esto invalida, de alguna, manera las medidas de emergencia tomadas en ocasiones por las grandes capitales como Madrid o París prohibiendo el tránsito rodado por un día o imponiendo la circulación alterna en función de las matrículas.

Una mejor calidad del aire mejora la calidad de vida, indica también el estudio, que propone como soluciones las ya conocidas y puestas en marcha con mayor o menor intensidad: modificar la composición de los carburantes, imponer peajes urbanos, fomentar el uso de la bicicleta y reducir las emisiones industriales.

Fuente. Elpaís.es

GABRIELA CAÑAS

Corresponsal de El País en París