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Opinión | Por Hugo Murno/Periodista e intelectual argentino

No paso demasiado tiempo desde el triunfo (por poquito más del 2%) del ingeniero Macri en su puja por la Presidencia de la República, cuando el lunes y el martes, y el miércoles por si fuera poco, hubieron dos, tres mejor dicho, señales, muestras de lo que se avecina.

Que no presagia nada bueno, por lo menos así lo vemos algunos (varios, bastantes, tal vez muchos).

 Cronológicamente: el lunes 23 a horas del cierre de los comicios y conocerse los resultados, el diario La Nación, esa tribuna de doctrina liberal (cada día más reaccionaria), se lanzó con un furibundo editorial pidiendo (palabras más, palabras menos) el fin del juzgamiento de los genocidas (civiles y militares) acusados de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura (1976-1983).En una muestra de que algo de dignidad aún queda, los periodistas del más que centenario periódico repudiaron ese editorial, al tiempo que expresaron que lo que el diario sostiene no es  eso lo que piensan sus trabajadores. Ni buena parte de la sociedad argentina que, salvo el sector que aglutina al próximo gobierno, con el presidente electo a la cabeza no dijeron esta boca es mía. Sospechoso por cierto.

Lo segundo fue el improvisado(¿?)apurado y fulminante fallo de la Corte de (In)Justicia de la Nación, por el voto mayoritario de dos de sus cuatro integrantes (uno renunciante y en retirada por edad; y la otra votó en disidencia). El fallo lo anunció el Presidente del Alto Tribunal, uno de los tres poderes constitucionales del país, doctor Lorenzetti: se dispone que el ANSEs devuelva a las provincias (por ahora tres; ya se sumaran las demás, seguramente) el porcentaje que aquellas tienen que girar al ente de la seguridad social para aportar a su capital, con el que se atienden los pagos de cinco millones (sí: 5.000.000) de jubilados y pensionados, de todo el país, más la Asignación Universal por Hijo  (AUH), y otros programas de asistencia social a desocupados, a sectores de pocos o nulos ingresos, a los planes Procrear (vivienda), Ahora 12 (compras de todo tipo en doce cuotas sin interés). Sería alrededor de 90.000.000.000 (noventa mil millones de pesos) que desfinanciarían al ente público, lo llevaría prácticamente a la quiebra y los que tienen (tenemos) algún beneficio que cobrar irán a reclamar a la calle, como en las las épocas de Norma Pla ante el Congreso y el insensible ministro Cavallo.

El tercer acto de esta tragicomedia fue oficialmente actuado por el flamante futuro Jefe del Gabinete de Ministros del futuroPresidente, y consistió en el anuncio de quienes integrarán ese futuro cuerpo de secretarios de Estado de más de 23 miembros. La única sorpresa buena fue la continuidad del ministro de Ciencia y Tecnología del actual Gobierno nacional, Lino Baraniao: por lo menos continuarán las políticas de apoyo y engrandecimiento de la ciencia y la tecnología, el mejoramiento en todos los órdenes de esas dos áreas, los mejores sueldos de científicos repatriados y la custodia de dos bienes importantísimos, el Banco Nacional de Datos Genéticos y los dos satélites de comunicaciones, Arsat i y Arsat 2, fabricados y puestos en órbita por mano de obra argentina.

Los demás ministros designados no fueron sorpresa: una co(ho)rte de gerentes de empresas multinacionales o de la banca y las finanzas extranjeras, con una impronta neoliberal novecentista (de los tremebundos años 90, del menemato y no del siglo 19), y algunos con prontuario dudoso (flojos de papeles)como el de Hacienda y finanzas, expresidente del Banco Central y exgerenciador de los cuantiosos bienes de la extinta Amalia Lacroze de Fortabat, cuya fortuna saco del país y depositó en Suiza (evadiendo impuestos nacionales, por cierto). ¡¡¡Y una ministra de Seguridad que no pudo pasar un test de alcoholemia…!!!

Lo dicho en el título: mucha cal y poca arena es la utilizada para construir el nuevo edificio del nuevo gobierno nacional. Esos dos elementos, más el cemento y el hierro son la base del homigón armado, basado en el primigenio engendro que idearan los romanos (los del Imperio Romano) para levantar todo tipo de construcciones, incluidas las famosas Vías de transito y los acueductos aún en uso en la vieja, vetusta Europa; esos elementos deben ser mezclados en proporciones justas: ni mucho de uno ni poco de otro. Para que los edificios duren y no produzcan resquebrajaduras y daños. Sobre todo a los habitantes de esos edificios. Y más si se trata de los habitantes de un país. Todos y todas.

Un panorama no demasiado alentador, por lo que se vislumbra. Por lo menos según el saber y entender de este cronista.

 Hugo Murno

 

Buenos Aires, 26 de noviembre de 2015