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Narrativas de hospitalidad y desarraigo… | Por Wooldy Edson Louidor, profesor e investigador del Instituto Pensar de la Pontificia Universidad Javeriana

Leipzig (Alemania), 19 de mayo de 2020. Las contextualizaciones biográficas e históricas y los diferentes usos y, a veces, abusos que se hacen de los grandes personajes literarios, como el poeta Jacques Viau Renaud, no logran nunca agotar los tesoros escondidos en la textualidad de las respectivas obras de éstos.

Los textos de estos escritores superan siempre sus contextos y, así, nos ponen ante la tarea y el placer de decantar nuevas posibilidades y horizontes de sentido encriptados en ellos. 

Hoy día, 19 de mayo de 2020, cuando el coronavirus hace llorar nuestra isla, con 22 muertes en Haití y una progresión rápida de la pandemia y con 441 muertes en República Dominicana, leo el texto “Permanencia del llanto” de Jacques Viau Renaud (1942-1965): un poema inspirador de este joven poeta, haitiano por nacimiento, dominicano por adopción y ciudadano de la isla por convicción. Mi lectura, que estoy compartiendo en este artículo, es que este poema esboza, desde una isla en llanto, una poética de la humanidad.

Una isla en llanto

“Permanencia del llanto” da título a un conjunto de estrofas o poemas, recopilados desde diferentes fuentes en el Cuaderno de poesía social número 117: Jacques Viau Renaud de la Colección Antológica de Poesía Social. Más allá de las consideraciones filológicas sobre las fuentes de los textos compilados y sobre el modo de organizarlos y clasificarlos en la mencionada colección, nos quedamos con su textualidad literaria que realmente nos sorprende por su fuerza y su dinamismo, de principio a fin.

“Permanencia del llanto” empieza con una frase liminar lapidaria sobre la existencia humana: “Nada permanece tanto como el llanto.” Esta realidad dolorosa y desoladora que el poema nombra con la palabra “llanto” no es efímera: hace parte intrínseca de la existencia. Sin embargo, el verbo “permanecer”, que se usa en la frase liminar, y la palabra “permanencia” en el título contrastan con, al menos, el primer poema ̶ que es el que estamos analizando en este artículo ̶.; poema que se puede considerar como un “relato de espacio”, tal como el historiador y filósofo, el jesuita francés Michel de Certeau define estas narraciones que recorren lugares y van abriendo espacio en dichos recorridos.

El mejor ejemplo de la pulsión del poema por recorrer, caminar, andar, en contraposición con cualquier “permanencia”, es indudablemente estos versos:

“Caminar, ¿hacia dónde?

¿Con qué motivo?

Andar con el corazón atado,

llagadas las espaldas donde la noche se acumula,

¿para qué,

hacia dónde?”

Evidentemente, son recorridos a la vez subjetivos, que se hacen al interior de nosotros como sujetos, y objetivos, que se realizan en la geografía del mundo; ambos terminan por yuxtaponerse y mezclarse:

“¿Qué ha sido de nosotros?

Hemos recorrido largos caminos.

Hemos sembrado nuestra angustia

en el lugar más profundo de nuestro corazón.

¡Nos duele la misericordia de algunos hombres!

Conquistar nuevos continentes, ¿quién lo pretende?

Amar nuevos rostros, ¿quién lo desea?”

Paradójicamente, dentro de y a lo largo de estos recorridos permanece el llanto. Dice el poema: “Cualquier camino nos inspira la misma angustia, el mismo temor por la vida.” Es que, en nuestro andar, estamos “desprovistos de abrigo”, “de rodillas”, “combatidos y combatiendo”, con “la palabra de amargura” colgada de nuestros labios, “las venas rotas”, el “corazón atado” y las “espaldas llagadas”. El llanto se apodera de nosotros, de manera implacable e inexorable.

Seguramente el poeta tuvo bien presente el contexto de la década de los sesenta, en que el llanto se apoderó de su isla: la máquina de la muerte estaba operada tanto en su país de nacimiento Haití por la dictadura duvalierista apoyada por los Estados Unidos de América como en su país de adopción por la ocupación estadunidense tras el derrocamiento del presidente legítimo Juan Bosch. La isla estaba en llanto, pero hoy sigue así y mañana seguirá así: “nada permanece tanto como el llanto”, al menos que…. Sin embargo, cualquier lectura que hagamos de este poema debe ir más allá del contexto inmediato de éste y de su autor. Por ejemplo, los factores, que provocan el llanto en la isla, van cambiando: en los tiempos de Viau fue por la guerra fría y el sufrimiento causado por la injerencia de los Estados Unidos de América; hoy es por el coronavirus y la incapacidad de nuestros gobiernos para ponerse de acuerdo en la lucha mancomunada, a pesar de los llamados de distintos sectores y personalidades al diálogo y cooperación binacional. Saludamos la buena señal que acaban de dar los dos presidentes al reunirse por videoconferencia sobre el tema de la pandemia. 

Una poética de la humanidad

El poema de Jacques Viau Renaud no se queda en las lamentaciones: plantea preguntas e invita a la acción. Los interrogantes miran al pasado y al futuro, por ejemplo: “¿Qué ha sido de nosotros?”  “¿Qué senderos aguardan nuestro paso?” 

Con respecto al “ahora”, en que estamos “solos, combatidos”, el poema convoca a evaluar el camino andado con estas preguntas acerca de la vida y del amor:

“¿En qué preciso momento se separó la vida de nosotros,

en qué lugar,

en qué recodo del camino?

¿En cuál de nuestras travesías se detuvo al amor

para decirnos adiós?

Todas estas preguntas sobre los recorridos van poco a poco haciendo o creando espacio a lo más importante, al que convoca el poema, a saber: los “otros que han sido” y gracias a quienes, “somos”. La manera, como lo dice el poema, es extraordinaria y le permite cerrar con broche de oro:

“Y ahora,

solos,

combatidos,

comprendemos que el hombre que somos

es porque otros han sido.”

Mirando el poema en su conjunto, encontramos que su punto de partida (la mencionada frase liminar) es la realidad fáctica de la permanencia del llanto y su punto de llegada es la posibilidad virtual o utópica (aún no real) de comprender por fin ahora que somos “porque otros han sido”. Con esta disposición tan peculiar del texto en su inicio y final, ¿este poema nos estaría sugiriendo que todavía existe una posibilidad de romper con la permanencia del llanto y que aún hay esperanza?

Lo que esboza el poema es algo profundo e inspirador para todos nosotros hoy: una poética de la humanidad; entendiendo por "poética" la producción de un lenguaje o una comprensión que nos conecta con los otros y como humanidad. Poética que parte de allí: “Nos mutilamos al recogernos en nosotros, / nos hicimos menos humanidad.” Por lo tanto, lo que nos hace más humanidad es nuestra capacidad para dejar de “recogernos a nosotros” y, así, para abrir espacio a los otros, con los cuales ya estamos en relación, en la otra parte de la isla, con otras islas del Caribe, con el mundo.

Si bien el llanto permanece, la humanidad tiene la posibilidad de no sólo permanecer sino expandirse porque cada uno de nosotros tiene la capacidad de superar el llanto y el egoísmo individual o nacionalista para abrir espacio a los otros, con quienes ya estamos en relación: la verdad es que somos “porque otros han sido”.