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Cultura y sociedad | Por Redacción Espacinsular

En casi todo el continente, los periodistas desarrollan su labor informativa en un entorno cada vez más deteriorado y tóxico.

Como ya sucediera en 2020, la crisis del coronavirus ha supuesto un acelerador de la censura, ha generado graves dificultades económicas a la prensa .Y ha planteado serios obstáculos para acceder a la información sobre la gestión de la pandemia por parte de los gobiernos de Latinoamérica.

YLa desconfianza hacia la prensa ha seguido ganando terreno, alimentada por una retórica contra los medios y una generalización de los discursos estigmatizantes por parte de la clase política, especialmente en Brasil (puesto 111º de la Clasificación), Cuba (173º), Venezuela (148º), Nicaragua (160º) y El Salvador (112º).

Cada vez más visibles y virulentos, estos ataques públicos fragilizan a la profesión y alientan procedimientos judiciales abusivos, campañas de difamación e intimidaciones -especialmente contra las mujeres- y acoso en Internet contra los periodistas críticos.

Nicaragua (160º) protagoniza el mayor descalabro (pierde 39 posiciones) y entra en la zona roja de la Clasificación. La parodia de elecciones organizadas en noviembre de 2021, que llevaron a Daniel Ortea a su cuarto mandato consecutivo como presidente, se ha sucedido de una persecución feroz contra las voces críticas.

Los últimos bastiones de la prensa independiente son asediados y la gran mayoría de los periodistas independientes, amenazados por acciones judiciales abusivas, han tenido que huir del país.

La situación en El Salvador (112º), que registra por segundo año consecutivo una de las caídas más pronunciadas de América Latina (-30), es también extremadamente preocupante. Desde su llegada al poder en 2019, el presidente Nayib Bukele juega al peligroso juego de multiplicar los ataques y amenazas contra los periodistas críticos con su administración, creando así la imagen de una prensa enemiga del pueblo.

Esta deriva autoritaria se acompaña de cambios en el marco jurídico (como la “Ley de Agentes Extranjeros” u otras modificaciones del código penal) que hacen que el trabajo de la prensa sea aún más complejo.

Con al menos siete periodistas asesinados en 2021, México (127º) se mantiene como el país más mortífero del mundo para la prensa y se sitúa en la posición 179 sobre 180 del indicador de seguridad para los periodistas.

Costa Rica sigue siendo la excepción del continente y el alumno aventajado de América Latina (8º en la Clasificación).