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Medio Ambiente y Cambio Climático |

Las condiciones atípicamente calurosas y secas que se han dado en algunos lugares del hemisferio norte han desencadenado importantes incendios desde la zona del Mediterráneo hasta la región ártica, la cual se ha visto especialmente afectada.

El cambio climático, caracterizado por un aumento de las temperaturas y cambios en los patrones de precipitación, está agravando el riesgo de incendios forestales y prolongando la temporada en la que estos se producen.

El Programa de Vigilancia de la Atmósfera Global de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha difundido un breve vídeo de animación que destaca los peligros que conlleva este tipo de fenómenos y que explica cómo los avances en las tecnologías satelitales permiten determinar y vigilar el riesgo de incendio. La mejora de los sistemas de pronóstico es vital para poder emitir predicciones y avisos de riesgo de incendio y de los peligros vinculados a la contaminación del aire.

Además de que la combustión supone una amenaza directa, los incendios forestales emiten a la atmósfera contaminantes nocivos, como partículas en suspensión y gases tóxicos, incluidos el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos distintos del metano.

Las partículas y los gases emitidos por la combustión de biomasa pueden ser transportados a grandes distancias y mermar la calidad del aire de regiones lejanas.

Las olas de calor propician los incendios

Desde principios de junio, el Servicio de Vigilancia de la Atmósfera del programa Copernicus (CAMS) ha registrado más de 100 incendios forestales de gran intensidad y de larga duración en el círculo polar ártico. Solo en el mes de junio, estos incendios emitieron 50 megatoneladas de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que equivale a las emisiones anuales totales de Suecia. Además, esta cifra es superior a la suma de las emisiones desprendidas por incendios árticos en los meses de junio del período 2010-2018.

Según Mark Parrington, científico principal del CAMS y experto en incendios forestales, aunque los incendios son habituales en el hemisferio norte entre mayo y octubre, la latitud y la intensidad de estos incendios, así como la cantidad de tiempo durante la que han estado ardiendo, han sido especialmente atípicas.

Los incendios árticos han sido más graves en Alaska y en Siberia, donde todavía siguen en activo. Algunos han alcanzado dimensiones equivalentes a las de 100 000 campos de fútbol o a las de toda Lanzarote. En Alberta (Canadá), se estima que uno de los incendios ha alcanzado un tamaño superior al de 300 000 campos de fútbol. Solo en Alaska, el CAMS ha registrado este año casi 400 incendios forestales y nuevos incendios todos los días.

La temperatura media en junio en las zonas de Siberia que se están viendo azotadas por los incendios forestales fue 10 °C más alta que la media del período 1981-2010. El día 4 de julio se registraron nuevos récords de temperatura en Alaska, donde se alcanzaron 90 °F (32 °C). El calor propició que se desencadenasen en el estado numerosos incendios, entre los que destacan los que se produjeron a lo largo del río Yukón y del círculo polar ártico. En el Canadá, los descomunales incendios forestales que estallaron cerca de Ontario están produciendo grandes cantidades de partículas en suspensión, lo que afecta a la calidad del aire. La ola de calor de finales de junio en Europa también provocó incendios forestales en varios países, incluidos Alemania, Grecia y España.

El CAMS, coordinado por el Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo (CEPMMP) en nombre de la Unión Europea (UE), tiene por objeto vigilar los incendios y estimar la cantidad de contaminantes que emiten, e incorpora a su Sistema Mundial de Asimilación de Datos sobre Incendios (GFAS) las observaciones de incendios forestales de los instrumentos MODIS de los satélites Terra y Aqua de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos (NASA).

Según los datos del Sistema Mundial de Asimilación de Datos sobre Incendios (GFAS) del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera del programa Copernicus (CAMS), los incendios que han azotado Siberia recientemente son un fenómeno “sin precedentes” en el mes de junio en los últimos 17 años. El GFAS agrupa las observaciones relativas a la energía radiativa de incendios efectuadas a través de sensores en satélites para establecer estimaciones diarias de las emisiones derivadas de la combustión de biomasa. Este proceso forma parte de las mediciones detalladas efectuadas por numerosas estaciones del Programa de Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG). Las mediciones del programa son fundamentales para los pronósticos, la investigación sobre la composición de la atmósfera y el establecimiento de sistemas de alerta.

El día 4 de julio se registraron nuevos récords de temperatura en Alaska, donde se alcanzaron 80 °F (32 °C). El calor propició que se desencadenasen en el estado numerosos incendios, entre los que destacan los que se produjeron a lo largo del río Yukón y del círculo polar ártico. En el Canadá, los descomunales incendios forestales que estallaron cerca de Ontario están produciendo grandes cantidades de partículas en suspensión, lo que afecta a la calidad del aire. La ola de calor de finales de junio en Europa también provocó incendios forestales en varios países, incluidos Alemania, Grecia y España.

El cambio climático

El hemisferio norte se está calentando más rápido que el resto del planeta. Ese calor seca los bosques e incrementa el riesgo de incendio. Según un estudio reciente, los bosques boreales de la Tierra se están quemando a un ritmo sin precedentes desde hace al menos 10 000 años.

Los incendios forestales también emiten dióxido de carbono a la atmósfera, lo que contribuye al aumento del calentamiento global. Por ejemplo, los megaincendios de 2014 en el Canadá quemaron más de 2,8 millones de hectáreas de bosques, con la consiguiente emisión de más de 103 millones de toneladas de carbono a la atmósfera. Según un estudio de laAdministración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos (NASA), esta cifra corresponde a la mitad de la cantidad total de carbono que suelen absorber los árboles y las plantas del país a lo largo de un año.

El inmaculado medioambiente ártico, que es particularmente sensible y frágil, experimenta un calentamiento más rápido que la mayoría de las regiones. Pueden depositarse partículas de humo sobre la nieve y el hielo, que absorben la luz solar que, en otras circunstancias, se reflejaría. Como resultado, se acelera el calentamiento en la región ártica. Los incendios en esa región también incrementan el riesgo de un mayor deshielo del permafrost, lo que libera metano, otro gas de efecto invernadero.

Ante los riesgos, la OMM ha puesto en marcha un sistema de avisos y asesoramiento para incendios de vegetación y contaminación por humo para desarrollar, implementar y armonizar las predicciones de incendios en todo el mundo, brindando un panorama más claro de los incendios y los impactos y peligros relacionados a escala mundial. El Centro Regional de Asia Sudoriental de la OMM, cuyo funcionamiento está a cargo del Servicio Meteorológico de Singapur (MSS), ya está emitiendo pronósticos.