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Medio Ambiente y Cambio Climático | José Luis Soto

El nivel de precipitaciones en los Pirineos se ha reducido un 25 % desde 1950 mientras la temperatura media subía más de 2 grados, lo que ha provocado una disminución de la nieve acumulada de hasta un 50 %, según el programa Evaluación de recursos hídricos procedentes de la innivación (ERHIN).

 Los resultados de este estudio, financiado entre 1984 y 2014 por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), explican según los expertos el retraso en la llegada de la nieve a las cordilleras españolas y puede relacionarse con los efectos del cambio climático.

Así, mientras en el período 1960-1975 el volumen de nieve acumulada en los Pirineos oscilaba entre los 5.000 y los 8.000 hectómetros cúbicos (hm3), durante los últimos diez años la media de precipitaciones en forma de nieve acumuladas allí ha bajado hasta los 2.650 hm3.

Ese descenso se relaciona con la reducción de las precipitaciones en la zona, desde los 16.000 a los 12.000 hm3, y también con el ligero aumento de la temperatura media, que ha pasado de 5 a más de 8 grados centígrados.

Más calor, menos nieve

Pero no se trata de un fenómeno aislado, pues la presidenta de la Asociación Red Montañas, Rosa Fernández, ha reconocido a Efeverde que “el patrón de las precipitaciones ha cambiado” y los datos comparativos obtenidos desde los años noventa a través de los puestos de medición situados en las cordilleras evidencian que “la cantidad de nieve ha descendido mucho”.

Según Fernández, las consecuencias inmediatas del efecto provocado por el calentamiento global son una menor precipitación, una disminución del agua caída en forma de nieve y el descenso del tiempo de congelación, derivado del aumento de las temperaturas.

“Que haya menos nieve también influye en el comportamiento de los ríos, pues afecta a la temporalidad y cadencia del caudal, en los que ahora el punto máximo llega cuando la primavera está muy avanzada”, ha añadido.

Vegetación invernal en el Val d'Aran.

Vegetación invernal en el Val d’Aran. EFE/David Aguilar

 

En los Pirineos, las compuertas de los pantanos se abren para satisfacer las demandas de los regantes en agosto “con mayor antelación que antaño”, explica Fernández.

Erosión del suelo

Además de este cambio en el nivel y la evolución de las precipitaciones, la cantidad de nieve acumulada repercute de forma positiva en la filtración de masa hídrica en el terreno, mientras el agua fluye más deprisa y apenas se infiltra, con lo cual el suelo se vuelve más vulnerable a la erosión.

Desde su creación, el programa EHRIN se ha encargado de medir los recursos hídricos nivales y los glaciares españoles mediante la instalación de herramientas como pértigas y nivómetros o el uso de imágenes por satélite que informan de la cantidad existente a tiempo real.

“Conocer la cantidad nival es un dato imprescindible para una gestión moderna y eficiente de este recurso hídrico”, ha asegurado a Efeverde el director técnico de Ingeniería 75, Julián Conejo, la empresa que ha gestionado las mediciones desde los inicios del programa EHRIN.

Entre las aplicaciones de este sistema de control hídrico español destacan la de conocer mejor los posibles efectos del cambio climático y así poder certificar la sospecha de la disminución de la nieve, mejorar la gestión de las cuencas hidrográficas y también garantizar el abastecimiento de agua a la población y su protección frente a inundaciones inesperadas.

Aunque la tendencia demuestra un descenso en la cantidad de nieve acumulada, según Conejo “la irregularidad de las nevadas provoca que sea necesario su análisis y control” debido a que las infraestructuras de las cuencas hídricas -como las presas, por ejemplo- están “asociadas a un patrón climatológico que ha cambiado”. EFEverde