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Medio Ambiente y Cambio Climático | Fuente Externa

Ante la pregunta de ¿quién mató a las sardinas del puerto el Cayo de Barahona?, la respuesta es sencilla; fuimos todos nosotros!

Desde hace tiempo la zona costera y el mar han sido usados como el receptor de los desechos generados por la actividad humana. Los mares y océanos son nuestro principal vertedero y allí van a parar los remanentes y restos de nuestro consumo.

Hasta mediados del siglo XX, los procesos físicos, químicos y biológicos en los mares se habían encargado de asimilar esos residuos, sobre todo dispersándose en las colosales dimensiones de las masas oceánicas. La contaminación excesiva de los mares y costas, los efectos acumulativos en el tiempo y el aumento de los residuos, tanto en cantidad como en efecto nocivo, están agotando la capacidad de regeneración biológica de los mares y océanos.

Según la definición internacionalmente aceptada, la contaminación marina resulta de la introducción en el ambiente marino, directa o indirectamente, por el ser humano, de sustancias o energía que producen o pueden producir efectos nefastos a los recursos vivos marinos, peligros para la salud humana, obstáculos para las actividades marinas incluida la pesca y la navegación, deterioro cualitativo de la calidad del agua del mar, reducción de las posibilidades de esparcimiento y de otros usos legítimos del mar.

Los peces mueren como resultado de una amplia variedad de causas naturales y no naturales. Pueden morir por inanición, lesiones corporales, estrés, asfixia, contaminación del agua, enfermedades, parásitos, depredación, algas tóxicas, clima severo y otras razones.

Las muertes repentinas y grandes de peces a menudo son el resultado de la asfixia de los peces causada por el agotamiento de oxígeno.

En el Puerto del Cayo de Barahona, la única especie involucrada en la mortandad es un pez del grupo de las sardinas (Clupeidae, Harengulaclupeola). Esta especie es de hábitos pelágicos (aguas superficiales), o sea, se mantiene siempre en la columna del agua y alimentándose de organismos flotantes. Esta especie es muy sensible a los cambios de los parámetros de calidad ambiental del agua y puede ser afectada por cambios bruscos de temperatura, la salinidad o la falta de oxígeno disuelto.

Por las características y evidencias del proceso de mortandad acontecida en la ensenada del puerto el Cayo de Barahona podemos afirmar que estamos ante un caso de mortalidad desencadenada por fenómenos de contaminación orgánica del agua y cambio en la calidad, que incitó estrés e hipoxia ambiental o agotamiento del oxígeno disuelto en el agua, que finalmente provocó la muerte directa de estos peces por asfixia.

En el muelle de la ciudad de Barahona, así como en otros lugares costeros y marinos del País, las condiciones ambientales están bajo grandes impactos, sobre todo el mar y su calidad del agua, principalmente por la descomposición de materia orgánica, agravado en muchos casos por las arribazones y descomposición del sargazo y los lixiviados que se generan producto de la contaminación.

Además de otros productos presentes en la escorrentía de aguas residuales urbanas o industriales, escurrimientos continentales de las temporadas de lluvia, aportes de otros productos orgánicos que incrementen las descargas de nutrientes, y elementos inorgánicos que van a para al gran «basurero» marino.

Todo lo anterior, provoca el fenómeno llamado eutrofización o sobre enriquecimiento de las aguas por actividades antropogénicas o humanas.

Este exceso de nutrientes descargado a los distintos cuerpos de agua es uno de los factores por lo que los florecimientos algales se han incrementado en las últimas dos décadas al nivel mundial y que en zonas cercanas a la descarga de grandes ríos próximos y de asentamientos urbanos se hayan generado áreas conocidas como “zonas muertas con sus efectos negativos, incluyendo variaciones de las condiciones ambientales en los ecosistemas acuáticos, que se deje sin oxígeno a la columna de agua, lo que a su vez, induce cambios en la composición de la comunidad de seres vivos y mata por asfixia, a organismos como los peces, los moluscos, y los artrópodos.

Las actividades antropogénicas generan que un florecimiento algas pase de ser un evento natural a una contaminación y descomposición del algal que lo hacen nocivo. Por eso, los culpables de la muerte de las sardinas de Barahona fuimos nosotros.

Esta problemática de contaminación costera y marina, si no se detiene y corrige, tendrá sinergias con otras formas de deterioro ambiental mundiales, como el cambio climático y su influencia en los eventos hidrometeorológicos, estrés hídrico y cambios en el ciclo hidrológico y calidad de las aguas marinas, que se espera serán más severos con el paso del tiempo.

*Por JOSÉ RAMON REYES

ENRIQUE PUGIBET BOBEA