Contáctenos Quiénes somos
Medio Ambiente y Cambio Climático | Por Redacción Espacinsular

Un nuevo informe revela que el turismo de montaña, si se gestiona de forma sostenible, tiene el potencial de aumentar los ingresos de las comunidades locales y ayudar a preservar sus recursos naturales y su cultura.

Sin embargo, la falta de datos y conocimientos sobre el tema les impide aprovechar plenamente esas oportunidades.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Mundial del Turismo (OMT) y la Alianza para las Montañas (AM) han publicado este miércoles un informe conjunto para entender el potencial del turismo de montaña e identificar los datos que faltan respecto a este sector.

La publicación también identifica tendencias y ofrece una serie de recomendaciones para avanzar en la medición del turismo de montaña, incluyendo avances en las estadísticas oficiales de turismo y el uso de macrodatos y nuevas tecnologías.

En las montañas viven unos 1100 millones de personas, algunas de las cuales se encuentran entre las más pobres y aisladas del mundo.

Al mismo tiempo, las montañas atraen desde hace mucho tiempo a los fanáticos del senderismo, la escalada y los deportes de invierno. También atraen a los visitantes por sus espectaculares paisajes, su rica biodiversidad y sus vibrantes culturas locales.

Sin embargo, en 2019, el año más reciente del que se dispone de cifras, los 10 países más montañosos (en términos de altura media sobre el nivel del mar) recibieron solo el 8% de las llegadas de turistas internacionales de todo el mundo, señala el informe, titulado Comprender y cuantificar el turismo de montaña.

"Medir el volumen de visitantes a las montañas es el primer paso vital que debemos dar. Con los datos adecuados, podemos controlar mejor la dispersión de los flujos de turistas, apoyar una planificación adecuada y crear políticas adecuadas que fomenten el desarrollo sostenible y que garanticen el beneficio de las comunidades locales", escriben en el prólogo del informe el director general de la FAO, QU Dongyu, y el secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili.

El turismo ha demostrado ser un salvavidas para muchas comunidades en las regiones montañosas y puede desempeñar un papel destacado en la protección de los medios de subsistencia adaptados a estos frágiles ecosistemas, que se enfrentan a continuas amenazas por el cambio climático y la sobreexplotación.

A medida que el sector se recupera de las consecuencias sin precedentes de la pandemia del COVID-19, se presenta la oportunidad de replantearse el turismo de montaña y su impacto en los recursos naturales y los medios de vida, pero también de gestionarlo mejor y aprovechar su contribución hacia un futuro más resiliente, inclusivo y sostenible.

Para planificar y gestionar eficazmente el turismo de montaña es necesario comprender mejor su magnitud y sus repercusiones económicas, sociales y medioambientales. Hasta la fecha, los datos disponibles son muy limitados.

Datos y recomendaciones

El estudio pretende abordar este problema desarrollando una nueva metodología y proporcionando una imagen lo más clara posible, basada en los datos disponibles y en encuestas a medida, de las tendencias del turismo de montaña a escala mundial y regional en África, América, Asia y el Pacífico, Europa y Oriente Medio.

No se incluyeron todos los países en el estudio, que es una continuación de la publicación de 2021, Turismo de montaña, hacia un camino más sostenible. En su lugar, se seleccionaron países que se consideraron relevantes para estimar los volúmenes mundiales y regionales de turistas de montaña. En total, se encuestaron 46 países.

Basándose en la metodología del estudio, se estimó que en 2019 (últimos datos disponibles) el turismo internacional de montaña representaría entre el 9% y el 16% de las llegadas de turistas internacionales en todo el mundo, es decir, entre 195 y 375 millones de turistas. La escasez de datos relativos al turismo nacional no permitió estimar la contribución de este importante segmento.

El informe también ofrece ejemplos de enfoques innovadores para medir el turismo de montaña y planificar y gestionar sus repercusiones.

Recomienda un esfuerzo colectivo, en el que participen las partes interesadas públicas y privadas de toda la cadena de valor, para mejorar la recopilación, normalización y entrega de datos con el fin de obtener una evaluación más exhaustiva del turismo de montaña en términos de volúmenes e impactos, de modo que pueda comprenderse mejor y desarrollarse para alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El informe también pide una labor concertada para ayudar a concienciar sobre la importancia socioeconómica del turismo de montaña y políticas específicas para crear empleo, apoyar a las pequeñas y medianas empresas y atraer inversiones verdes en infraestructuras y digitalización de los servicios turísticos.

Potencial en Latinoamérica y el Caribe

El informe ofrece cifras por subregiones para entender el potencial del turismo de montaña en cada región y recomendaciones para desarrollar el turismo sostenible que beneficie a las comunidades.

Así, la cuota estimada del turismo de montaña en las llegadas de turistas internacionales, basada en datos de 2019, es de entre uno a dos millones en el Caribe, de tres a cinco millones en América Central y de entre siete a 12 millones en América del Sur.

En concreto, el turismo de montaña representó entre un 10 y 20% de las llegadas internacionales a Ecuador, entre un 20 y un 40% de las llegadas a Chile y Venezuela y entre 40 y 60% de las visitas a Nicaragua.

La cordillera de los Andes, que se extiende por numerosos países de América del Sur, se posiciona como un importante atractivo turístico de montaña en toda la región.

En Perú, por ejemplo, el 78% de todos los turistas internacionales realizaron una actividad de senderismo durante su viaje, y el turismo de montaña representa más del 60% según los resultados de la encuesta.

En relación con los deportes de invierno, hasta el 35% del total de esquiadores en Chile son extranjeros, una cifra que alcanza el 20% en el caso de Argentina.