La brusca caída de los precios del petróleo y del gas ha acentuado el déficit presupuestario de varias administraciones estadounidenses, advierte la publicación digital U.S. News & World Report.
Las consecuencias de la caída del precio del crudo y del gas en el mercado mundial para la economía estadounidense pueden ser numerosas, sostiene el analista político Jason Gold en artículo en U.S. News & World Report.
En primer lugar, las sufrirán los estados energéticamente dependientes. Según la agencia calificadora S&P, el estado más vulnerable de EE.UU. es Alaska. Un 87% de su presupuesto proviene del petróleo y minerales. Pero no es todo: el presupuesto para el año fiscal de 2014 se basó en un precio de 105 dólares por barril (el crudo Brent se cotizó este martes a 48,65 dólares). Un efecto inmediato sería el recorte en un 50% de los gastos en infraestructuras como puentes y carreteras, estima 'The New York Times'.
En una situación parecida se encuentra el estado de Wyoming, donde la producción petrolera proporciona un 31% de los ingresos presupuestarios de acuerdo con un precio de 85 dólares por barril. El porcentaje 'petrolero' de los presupuestos de Nuevo México y Louisiana es de un 17% y un 13% respectivamente. Oklahoma, un gran productor nacional de petroleo y gas convencionales, al igual que Texas y Dakota del Norte (que han experimentado un auge económico debido a la exploración de los yacimientos de gas de esquisto), también pueden verse seriamente afectados, destaca Gold en su artículo en U.S. News & World Report.
Con todo, los costes bajos del petróleo y gas en el mercado tendrán algunos beneficiarios: permitirán ahorrar tanto a los ciudadanos ordinarios de EE.UU. como a compañías aéreas o líneas marítimas de carga.
En general, el triste panorama económico al que se enfrenta EE.UU. se deberá tanto a una inversión y producción reducidas como a los inevitables despidos y pérdidas, las cuales reducirán el poder adquisitivo de la población.
"Pelar las capas de la cebolla del precio del petróleo muestra que problema va más allá de la emoción inicial sobre los bajos precios de la gasolina. El efecto dominó en las economías secundarias como el sector inmobiliario, los bancos locales y los servicios públicos será inevitable", concluye Gold.