La platea colmada de jóvenes participantes en el 11º Encuentro Nacional de la Pastoral de la Juventud (ENPJ), en el Teatro La Salle, en Manaus (Estado de Amazonas), se paró para escuchar atentamente el mensaje del Papa Francisco
Este miércoles 21 de enero, un mensaje enviado sobre el tema del evento, "Maestro, ¿dónde vives? ¡Ven y ve!", al principio, sin saber que el autor era nada menos que el Papa Francisco. Con palabras llenas de incentivo para la marcha pastoral de la juventud, el pontífice dijo a los jóvenes brasileros/as reunidos/as "en las benditas tierras amazónicas" que ellos son "los profetas de la esperanza y los que pueden construir una nueva civilización del amor”.
"(...) la Iglesia también los ama y por eso les pido que no se dejen abatir por las cosas que puedan llegar a escuchar de la juventud, en todo tiempo histórico se habló peyorativamente de los jóvenes, pero también en todo tiempo fue esa misma juventud la que daba testimonio de compromiso, fidelidad y alegría”, destaca el Sumo Pontífice.
Él pide que los y las jóvenes brasileros/as nunca pierdan la esperanza y la utopía, "ustedes son los profetas de la esperanza, son el presente de la sociedad y de nuestra amada Iglesia y por sobre todo son los que pueden construir una nueva Civilización del Amor. Juéguense la vida por grandes ideales. ¡Apuesten a los grandes ideales, a las cosas grandes; no fuimos elegidos por el Señor para cositas pequeñas sino para cosas grandes!”.
Al final de la lectura del mensaje del Papa, los jóvenes se emocionaron. Vea abajo el mensaje completo de Francisco al 11º Encuentro Nacional de la Pastoral de la Juventud, que continúa hasta el próximo domingo 25 de enero en la capital amazónica.
Estimada Aline y mi querido Alberto, que la gracia del Joven de Nazaret permanezca siempre con ustedes, y, en esta salutación quiero abrazar a todos los jóvenes y adultos que están participando en el XI Encuentro Nacional de la Pastoral de la Juventud en las benditas tierras amazónicas.
Es con gran alegría que me dirijo a ustedes mediante este sencillo mensaje, gracias por dejarme participar de este gran y bendito encuentro.
Me gustaría comenzar diciendo que me hizo muy feliz rezar y meditar la iluminación bíblica y el lema del Encuentro. Esta pregunta [Maestro, ¿dónde vives?] habita en el corazón humano. En relación con todo y en todas las circunstancias. Lo atestigua la experiencia personal, lo documenta la historia, lo confirma el relato bíblico. El rostro de la pregunta surge en el albor de los orígenes con aquel célebre: "Adán, ¿dónde estás? ¿Qué hiciste con tu hermano?”; en el templo de Silo, en el diálogo del joven Samuel con el sacerdote Helí, en las proximidades del río Jordán, con dos discípulos de Juan a Jesús de Nazaret: "Maestro, ¿dónde vives”? (Jo 1, 35-42).
También hoy la pregunta golpea "a la puerta” de nuestra consciencia: ¿Qué quieres de la vida? ¿Qué sentido das al tiempo? ¿Cómo manejas el instante en el todo de tu historia personal? ¿Tienes presente tu futuro definitivo? ¿Y tu contribución al bien de todos? Cada uno de nosotros sabrá continuar la lista sin dificultad. Todas las preguntas tienen respuesta. "Ven y ve”, la respuesta de Jesús queda como modelo y pedagogía para todos los peregrinos de la verdad. Ellos van y se quedan en su compañía.
Se dejan "moldear” por el modo de ser del Maestro. Más tarde, serán enviados en misión. Y, como otrora, también ahora somos invitados a convivir con Él, a compartir su vida, a acoger su mirada penetrante, a dejarnos atraer y a "agarrar” por la experiencia gratificante, que da respuesta a los anhelos más profundos del corazón humano.
Los discípulos, en la compañía del Maestro, aprendieron los modos de realizar la misión: curar enfermos y alimentar hambrientos, compartir y vivir en la alegría sincera, dejarse conducir por el amor universal y generoso, que Dios nos tiene, acoger a los más débiles y alejados de las fuentes de la vida. Y parten por los "cuatro rincones de la Tierra” a anunciar la vocación sublime de todo ser humano, a apreciar y a cuidar la dignidad de su cuerpo (toda su persona), a construir relaciones en la base de la regla de oro: "todo lo que quieres para ti, hazlo a los otros”, a reconocer que sólo la civilización del amor manifiesta, lo mejor posible, la convivencia sustentada en sociedad y redimensionada en la cultura, la vocación de toda la humanidad.
Esa misma vocación que nos invita a compartir "La vida, el pan y la utopía”. ¿De qué serviría decir que somos seguidores de Cristo si somos indiferentes a los dolores de nuestros hermanos? "Muéstrame tu fe sin obras que por mis obras te mostraré mi fe” nos recuerda el apóstol Santiago.
Mis queridos y mis queridas jóvenes, tengo mucha esperanza en ustedes, que dan testimonio con sus vidas de ese Cristo libertador. Ese Cristo que "vio al joven con misericordia y lo amó”, la Iglesia también los ama y por eso les pido que no se dejen abatir por las cosas que puedan llegar a escuchar de la juventud, en todo tiempo histórico se habló peyorativamente de los jóvenes, pero también en todo tiempo fue esa misma juventud la que daba testimonio de compromiso, fidelidad y alegría.
Nunca pierdan la esperanza y la utopía, ustedes son los profetas de la esperanza, son el presente de la sociedad y de nuestra amada Iglesia y por sobre todo son los que pueden construir la nueva Civilización del Amor. Juéguense la vida por grandes ideales. ¡Apuesten a grandes ideales, a cosas grandes; no fuimos elegidos por el Señor para cositas pequeñas sino para cosas grandes! Que el buen Dios bendiga siempre sus pasos y sus sueños y que Nuestra Señora Aparecida los cubra siempre con su manto sagrado.
Con mi bendición apostólica.
Tatiana Félix
Adital
Traducción: Daniel Barrantes - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.