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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

“Se define como oportunismo toda actitud que aprovecha situaciones y oportunidades momentáneas para el interés propio por encima del común. Suena familiar porque el oportunismo se ha convertido en uno de los malos hábitos de la humanidad para el que no importan las diferencias culturales.

En todas partes existen oportunistas que utilizan la manipulación como estrategia y cambian de interés dependiendo de la necesidad que tengan en el momento”. (https://www.elmundo.com/noticia/El-oportunismo-y-las-apariencias/365519)

Este es entendido como la explotación de situaciones para el beneficio propio sin considerar principios ni consecuencias para otros.

En las culturas, incluyendo la nuestra, el oportunismo se muestra de diversas formas y en distintos ámbitos de la sociedad. Este fenómeno puede observarse en el ámbito de las relaciones interpersonales, político, económico y social, revelando profundas implicaciones para el desarrollo y bienestar de la sociedad y el país.

Oportunismo en las relaciones interpersonales:

En oportunismo en las relaciones interpersonales, es el más común en nuestros días y prácticamente se ha constituido en una cultura, que promueve el aprovechamiento de cualquier situación que se nos presente, sin importar las consecuencias que pueda generarles a las demás personas, siempre y cuando la oportunidad supla nuestras necesidades y nos resuelva situaciones.

Desde el punto de vista del oportunismo, “el fin justifica los medios”, no hay tiempo para ser recíprocos con los demás, ayudarles cuando lo necesitan o acompañarlos, para ello le invaden las excusas, no tienen tiempo, excepto que necesiten algo de los otros, ya que las relaciones humanas son consideradas como simple herramientas para obtener cosas de los demás, sin que esto implique compromiso alguno, consideración y actos de agradecimiento con los demás.

Oportunismo Político

El oportunismo político, es un mal que invade el sistema político de nuestro país, el mismo se evidencia en las prácticas de clientelismo y nepotismo, donde los recursos del Estado son utilizados para beneficios personales y partidistas. Políticos y funcionarios públicos a menudo emplean los recursos estatales para ganar votos, ofreciendo servicios y beneficios a cambio de apoyo electoral. Esta práctica no solo debilita las instituciones democráticas, sino que también perpetúa la desigualdad y la pobreza, al no distribuir los recursos de manera justa y equitativa y, sobre todo, no resuelve los males sociales de fondo.

Además, es común que los políticos dominen los ciclos electorales mediante promesas que, en muchas ocasiones, no cumplen una vez en el poder. Esta táctica, que se basa en la manipulación de las esperanzas y necesidades de la población, constituye una forma clara de oportunismo que socava la confianza pública en el sistema político.

Oportunismo Económico

En el ámbito económico, el oportunismo se manifiesta a través de prácticas empresariales que buscan maximizar beneficios a costa de la ética y la legalidad. Un ejemplo notorio es el fenómeno del contrabando y la evasión fiscal.

Lamentablemente muchas empresas de larga data han construido un nombre a costa de evadir responsabilidades tributarias, con ello, aumentando sus índices de riquezas y limitando la oportunidad de que esos beneficios puedan ser destinados a la mejoría o solución de problemáticas sociales que afectan a los más desposeídos, como inversiones en sistema de salud pública, educación, deportes, acciones para mejorar la vida de los niños, las mujeres y muchas más.

 Muchas empresas y comerciantes evitan el pago de impuestos y aranceles, afectando las finanzas públicas y la competitividad del mercado. Estas prácticas no solo privan al Estado de recursos esenciales para el desarrollo, sino que también crean un entorno económico desleal para las empresas que operan legalmente, además de que dichas compañías, realizan poca o nula inversión en los entornos donde llevan a cabo sus operaciones, lo cual va en contra de un desarrollo sostenido y muy al contrario, se puede ver como la mayoría de zonas industrializadas en nuestro país, están rodeadas por entornos contaminados, llenos de hacinamiento y pobreza.

La corrupción en la adjudicación de contratos públicos también es una expresión de oportunismo económico. Empresas y funcionarios públicos coluden para adjudicar contratos a cambio de sobornos, inflando costos y reduciendo la calidad de los productos y proyectos, lo que resulta en infraestructura deficiente y pérdida de recursos públicos.

Oportunismo Social

El oportunismo social puede observarse en la explotación de situaciones de vulnerabilidad, como la pobreza y el desempleo, para fines personales o partidistas. Organizaciones y líderes comunitarios a veces utilizan la ayuda humanitaria y los programas sociales para ganar seguidores, condicionando el acceso a estos recursos a cambio de lealtad política o apoyo personal.

Este fenómeno también es muy visible en organismos internacionales, los cuales desde hace varias décadas atrás, han enriquecido a sus funcionarios a costa de la pobreza o de situaciones que requieren intervenciones de emergencia, acaparando recursos que en su minoría son utilizados para resolver los problemas reales y en su defecto, se diluyen en la burocracia de esas entidades, pagando altos salarios a los funcionarios, vehículos de lujo, alojamientos super costosos, y una serie de beneficios que no representan las necesidades de la población y que hasta hoy día los resultados de estas entidades, no han sido palpables, pues aún tratamos con las mismas desigualdades sociales, económicas, medioambientales, geopolíticas y demás, surgidas en el contexto de sus inicios.

Implicaciones:  

El oportunismo, en sus diversas manifestaciones, tiene profundas implicaciones para la cohesión social, la estabilidad económica y la gobernanza. Para combatir este fenómeno, es crucial fortalecer las relaciones interpersonales, institucionales y promover una cultura de esfuerzo, solidaridad, transparencia y rendición de cuentas. La implementación de políticas públicas basadas en la justicia y la equidad, así como la educación cívica y ética, son fundamentales para reducir las prácticas oportunistas.

El oportunismo es fatal y dañino para la sociedad pues quita oportunidades a las personas con preparación y capacidad de ocupar lugares y posiciones, y, además, permite que ventajistas escalen a posiciones donde la única justificación que le sustenta es el ego.

Una sociedad o un grupo social determinado, donde prevalezca el oportunismo, es un lugar donde difícilmente se puedan encontrar valores de identidad con la causa, esfuerzo, motivación colectiva, bondad, solidaridad y en su defecto, predominen conductas imprudentes, codiciosas, egoístas, sin tener en cuenta las necesidades colectivas, rebasando el límite entre oportunidad y oportunismo, por ello, requiere un enfoque integral y coordinado para ser abordado eficazmente. Solo a través de esfuerzos colectivos y sostenidos se podrá construir una sociedad más justa y equitativa, donde los recursos y oportunidades se distribuyan de manera justa y los principios éticos prevalezcan sobre el interés personal.