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Opinión | Amy Goodman y Denis Moynihan:

Una serie de amenazas de bomba y de otros ataques ha sembrado el caos en Springfield, una pequeña ciudad del medio oeste de Estados Unidos ubicada en el estado de Ohio, afectando en particular a la comunidad haitiana de la ciudad.

Esto ocurre a raíz de las mentiras y comentarios racistas y venenosos que Donald Trump y su compañero de fórmula, el senador de Ohio J.D. Vance, han estado difundiendo sobre la cada vez más numerosa comunidad haitiana que reside legalmente allí.

Durante el debate presidencial que se llevó a cabo el 10 de septiembre, Trump afirmó de manera descarada: “En Springfield se están comiendo a los perros. La gente que llegó [a la ciudad] se está comiendo a los gatos. Se están comiendo a las mascotas de la gente que vive allí”.

La acusación infundada de Trump está basada en un posteo de Vance, quien, el 9 de septiembre, en la mañana previa al debate, escribió en la red social X:

“Meses atrás, planteé la cuestión de los inmigrantes ilegales haitianos que saturan los servicios sociales y, en general, causan caos en toda Springfield, Ohio. Ahora han surgido reportes que muestran que personas que no deberían estar en este país han secuestrado y se han comido las mascotas de algunos vecinos. ¿Dónde está nuestra zar de la frontera?”.

El administrador municipal de Springfield, Bryan Heck, declaró al periódico The Wall Street Journal que un miembro del equipo de campaña de Vance lo contactó esa misma mañana para pedir pruebas que confirmen las denuncias de inmigrantes que comen mascotas. Heck expresó: “Les dije que esas acusaciones carecían de fundamento”.

Sin embargo, Vance, lejos de eliminar su publicación racista y xenófoba redobló sus ataques. Durante la siguiente semana continuó compartiendo innumerables publicaciones en X que reafirmaban las mentiras y en las que se denigraba a la comunidad haitiana de Springfield.

Las acusaciones de Vance, a las que el gobernador de Ohio, el republicano Mike DeWine, calificó de “basura”, alimentaron la retórica racista de Trump, cuya principal estrategia de campaña ha sido demonizar a las personas migrantes. El expresidente prometió esta semana que, si gana las elecciones: “Vamos a tener la mayor deportación en masa en la historia de nuestro país y vamos a empezar con Springfield”.

En un acto de campaña que se llevó a cabo en la isla neoyorquina de Long Island, Trump profirió un torrente de mentiras sobre los inmigrantes haitianos de Springfield y expresó: “Llegaron de manera ilegal. Están destruyendo nuestro país. [Así que] vamos a sacarlos de aquí”.

En el pasado, Springfield fue una ciudad próspera que albergó a gigantes industriales como International Harvester y la influyente empresa editora de la revista Collier’s, a la que se le atribuye la creación del periodismo de investigación con fines de denuncia y desenmascaramiento del poder. La población de la ciudad descendió de 82.000 habitantes, en 1970, a 58.662, en 2020.

Guerline Jozef, directora ejecutiva de la organización Haitian Bridge Alliance, dijo a Democracy Now!: “La ciudad de Springfield estaba en declive. Los haitianos llegaron allí y revitalizaron la economía [local]. Pagan sus impuestos y realmente han contribuido a revitalizar la comunidad de Springfield”.

Jamie McGregor, director ejecutivo de McGregor Metal, dijo a la cadena PBS, en respuesta a una pregunta sobre los 30 empleados haitianos que tiene la empresa: “Ojalá tuviera 30 más. Nuestros empleados haitianos vienen a trabajar todos los días. No tienen problemas de consumo de drogas. Se quedan en sus máquinas. Cumplen con los objetivos. Están aquí para trabajar. Y eso representa una gran diferencia respecto a lo que solíamos ver en nuestra comunidad”.

Desde que Trump y Vance comenzaron su campaña contra los residentes haitianos de Springfield, la ciudad ha enfrentado una serie de amenazas de bomba, lo que obligó a cerrar temporalmente dos hospitales y a evacuar tanto la sede del Gobierno Municipal como algunas escuelas primarias. Asimismo, dos instituciones universitarias de la ciudad, la Universidad de Wittenberg y el Clark State College, tuvieron que impartir clases de manera virtual debido a las amenazas recibidas. Hubo también amenazas de tiroteos masivos y miembros del grupo neofascista Proud Boys marcharon el sábado pasado por el centro de la ciudad. El gobernador DeWine ha desplegado efectivos de la policía estatal para vigilar la ciudad.

En el mitin celebrado en Long Island, Trump anunció que visitará Springfield en algún momento de las próximas dos semanas y dejó entrever que podría no salir vivo de la ciudad:

“Es posible que nunca más me vuelvan a ver, pero no pasa nada. Haré lo que tengo que hacer. ’¿Qué le pasó a Trump? Bueno, no salió de Springfield”.

Casi todo lo que Trump y Vance han dicho sobre Springfield es mentira, incluso sus comentarios sobre la muerte de Aiden Clark. Aiden, un niño de once años, murió en un accidente de tránsito ocurrido en 2023, en el que un vehículo conducido por un hombre originario de Haití chocó contra el autobús escolar en el que viajaba el menor. En declaraciones públicas, Vance afirmó que el niño fue “asesinado”.

El 10 de septiembre, los padres de Aiden hablaron en una audiencia del Concejo Municipal de Springfield. Nathan Clark, el padre, expresó:

“Ojalá a mi hijo, Aiden Clark, lo hubiera matado un hombre blanco de 60 años. Apuesto a que nunca pensaron que alguien diría algo así, tan tajante. Pero si hubiera sido un tipo así quien hubiera matado a mi hijo de once años, ese grupo incesante de gente que escupe odio nos dejaría en paz. Lo último que necesitamos es que nos restrieguen en la cara, de forma violenta y constante, el peor día de nuestras vidas. […] Utilizar a Aiden como herramienta política es, por decir lo menos, reprensible; sea cual sea el objetivo político. […] J.D. Vance y Donald Trump han pronunciado el nombre de mi hijo y han usado su muerte para obtener réditos políticos […].Pueden vomitar todo el odio que quieran sobre los inmigrantes ilegales y la crisis fronteriza, e incluso hacer afirmaciones falsas sobre suaves y esponjosas mascotas arrebatadas y devoradas por miembros de la comunidad. Sin embargo, no tienen permitido, ni se les ha permitido nunca, que mencionen a Aiden Clark, de Springfield, Ohio”.

Nathan Clark cerró su alocución con un ruego: “Por favor, detengan el odio”. Que esta súplica de un padre afligido sea el mensaje que Springfield transmita al mundo.