Hay amargura de insatisfacción que se sombrea sobre la nación.
Hay personajes, grupos, bandas organizadas bien señalados, y comunicadores de esperada calidad de ética-moral, que han emergido en la sociedad dominicana con aparentes condiciones de “insatisfacción” imprevisible, que de hecho, hace pensar, que algo muy mal recorre en el país, esto es así, dados los términos de sus discursos, planes anunciados, acusaciones viciadas, y actuaciones, que estamos oyendo, y que sorprenden a personas de moderada sensatez.
La insatisfacción es la condición inherente en la mente y conciencia de una persona o grupo que es insaciable, amargo, despreciable, vulgar; que perdura deshabilitado la estabilidad emocional, que fermenta la condición anormal del comportamiento y genera situaciones degradantes, que amarga la vida, las relaciones con otras personas y consigo mismo.
La insatisfacción puede ser insaciable, y hay almas que lamentan su propia condición existencial de vida; puede ser un invariable deseo consciente o involuntario que no se apacigua, que llega a excitar odiar, menospreciar, ser intolerante, y ver el contorno social con sentido equivocado por falta de inteligencia, sabiduría y sentido común; juzga todo sin tino lógico, prudencia, benevolencia, ni piedad.
A pesar de lo arriba indicado, y aunque sabemos que sí hay muchos problemas que confrontar; esto se está haciendo con decididas ganas de arreglar y dar convenientes soluciones.
En verdad, es difícil exponer que el país está en condiciones que ameritan motivos para argumentar: “amargura de la insatisfacción” que prevalecen; pues, las informaciones naciones e internacionales, indican que la “economía tiene fuertes fundamentos”; se asegura que R.D. será de los países que más crecerá en la América Latina; hay ambiente de paz; actividades comerciales; diversiones y actos deportivos sin obstáculos; se goza de libertad de palabra y comunicación; y es viable el transporte en todo en territorio nacional.