En República Dominicana, las cifras son claras: las mujeres representan cerca del 70% de la matrícula universitaria. Sin embargo, este notable avance en la educación no se ha traducido, como muchos esperarían, en una mayor participación económica, mejores salarios ni liderazgo empresarial femenino.
La pregunta clave es: ¿Por qué, si estudian más, las mujeres ganan menos y emprenden menos?
Educación sí, pero ¿suficiente?
Aunque acceder a la educación superior es un logro importante, no es garantía de desarrollo económico ni autonomía. Las cifras reflejan una contradicción: mujeres con más títulos, pero con menos ingresos, con menor representación en puestos de poder y con una carga desproporcionada del trabajo no remunerado (cuidado de hijos, adultos mayores y labores del hogar).
Limitaciones salariales: una deuda pendiente
Las mujeres dominicanas enfrentan una brecha salarial persistente: ganan menos que los hombres en cargos similares y con igual nivel académico. Este fenómeno se agrava por varios factores:
Concentración en carreras tradicionalmente feminizadas, como educación, enfermería, psicología o trabajo social, que son vitales para la sociedad, pero mal remuneradas.
- Subrepresentación en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), donde los salarios suelen ser más altos.
- Discriminación estructural y cultural que limita su ascenso a cargos directivos o técnicos bien pagados.
Emprendimiento limitado por desigualdad estructural
Si bien el emprendimiento es una vía para el desarrollo económico, en RD los hombres emprenden más y con mayores probabilidades de éxito y formalización. En contraste, muchas mujeres lo hacen por necesidad y en condiciones más precarias.
Las barreras que enfrentan las mujeres para emprender son múltiples:
Acceso limitado al crédito y a capital de inversión.
- Escasas redes de apoyo y falta de corresponsabilidad en el cuidado del hogar.
- Carga mental y tiempo limitado, debido a la doble o triple jornada que asumen.
- Falta de formación financiera y técnica, especialmente en áreas de alto potencial económico.
¿Qué pueden hacer las mujeres para mejorar sus oportunidades económicas?
El cambio debe venir de políticas públicas y del compromiso del sector privado, pero también es importante repensar las decisiones vocacionales. Promover que más mujeres estudien carreras en áreas como:
Tecnología e innovación
- Ingeniería
- Ciencias de datos
- Finanzas
- Energías renovables
- Comercio internacional
… podría abrirles puertas a mejores salarios, mayor independencia económica y más oportunidades de liderazgo.
Sin embargo, que las mujeres estudien más no basta. Si no se mejoran las condiciones estructurales que las limitan, solo seguiremos maquillando la desigualdad con títulos universitarios.
Necesitamos una transformación que reconozca el valor del trabajo de cuidado, que promueva la corresponsabilidad y que elimine las barreras que impiden que las mujeres traduzcan su formación en libertad económica real.
Disponibilidad de tiempo e igualdad en oportunidad, son una constante que se repite.
Las mujeres, igual que los hombres, necesitan tiempo, pero tiempo de calidad para dedicarse a lo que les gusta, tiempo para cuidar su salud mental, seguridad para desplazarse hacia sus lugares de estudio y trabajo, sin miedo a ser vulneradas, la mujer necesita redes de apoyo social y familiares que las contenga y crea en ellas y sus sueños.