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Opinión | Por Giselda Liberato/ experta en temas insulares en República Dominicana y Haití

Estar comprometidos y comprometidas con Haití, es estar en correspondencia con nosotros mismos. A partir de la genética insular irremediable, República Dominicana no está en incapacidad de romper con los vasos sanguíneos telúricos que la une a Haití.

 No estamos en condiciones de separarnos de Haití si somos y seguiremos siendo siempre dos naciones que comparten un pedazo de tierra. Que tienen que verse en un mundo cada vez mas globalizado, en el que la competencia viene dada por las fortalezas que se exhiban en los mercados internacionales.

Hay que  aprovechar las potenciales de nuestro entorno, y eso abarca todos los ámbitos de nuestra idiosincrasia social, y entre ella está el ámbito insular. Nuestra  característica insular es una condición que ni el discurso de las fuerzas ultranacionalistas y poderes fácticos pueden negar ni borrar en su defensa de la Patria frente a Haití; así como no podemos borrar ni negar nuestros lazos consanguíneos.  De manera pues que pongamos más atención, a ver y sentir el verdadero de quienes somos y así estaremos en capacidad de discernir quienes son los dominicanos y dominicana que realmente tienen un plan para salvar la patria. Haití no es un enemigo y mucho menos una amenaza al destino de la patria y nuestra soberanía como nación-Estado.

Por eso, invito a todos los medios de comunicación, a  los periódicos de circulación nacional, si en verdad quieren jugar su rol informativo y de espacio de circulación de ideas y opinión en esta sociedad insular, abrir el espacio de dialogo que se merece ese ámbito insular que hemos desheredado desde el periodo nonatico de nuestra patria.

En nuestra sociedad y la de Haití, debemos hacer conciencia de nuestras realidades si en verdad queremos salir de la pobreza, el tipo de migración que producimos y  sobre las heridas que vamos abriendo en nuestra relación que nos desune más. No en el sentido de la unión-fusión capciosa e imposible que nos han querido vender; sino, en la consanguinidad que la tierra nos deparo geográficamenteme. Ahí es que esta nuestra hermandad que nos obliga a crecer de la mano como isla y vecinos. Y aun más hacia allá como buenos y sinceros amigos por nuestro contexto de vecindad. 

Para comenzar, el empresariado dominicano y haitiano debiera dar cuenta a la población amabas naciones, en torno a cómo se desarrollan sus negociaciones y sus acuerdos amigables. Pero ellos no lo hacen. No será por los grandes dividendos que engrosa su riqueza?. Ellos solo van a la opinión pública cuando no logran ponerse de acuerdo en algún punto en que se discute. Sobre todo, cuando alguien en sus competencias desleales, desde la ética de la competitividad comercial y de negocios, quiere obtener algún beneficio mayor de lo acostumbrado. La informalidad de la relación comercial, la poca atención a una política que beneficie la regularización del comercio bilateral, es por la incidencia que tienen los sectores económicos en la implementación de políticas estatales.