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Opinión | Profesora Rosario Espinal/analista social

Gladys Gutiérrez fue una mujer excepcional: afable, pícara, solidaria, luchadora. Su historia política viene del 14, del MPD, de la viudez que dejó la represión balaguerista. Desde distintas funciones públicas en las últimas décadas, contribuyó con un legado de leyes y programas a favor de las mujeres dominicanas.

A pesar de tragedias familiares y una precaria salud prolongada, Gladys mantuvo el ánimo en alto. Amante de la música, vivió a su manera.

En julio del año 2003, Clara Báez y yo entrevistamos a Gladys Gutiérrez para conocer sus pareceres sobre la participación de las mujeres dominicanas en la política. De esa larga entrevista, he considerado oportuno compartir algunos párrafos que reflejan cómo Gladys comenzó a desarrollar un interés por la política y la lucha a favor de las mujeres.

Lo que sigue son sus palabras con algunas modificaciones mías de estilo, y el uso de puntos suspensivos cuando por razón de espacio tuve que acortar ideas.

 

“En 1959 fui a trabajar a la División General de Correos y ahí conocí, que era mi jefa, a Hortensia Marcial Silva, hermana del Padre Marcial… De ahí llegué a cosas que nunca pensé podría llegar; una persona como yo, sin haber tenido ningún familiar preso ni perseguido en la época de Trujillo. Sin proponérmelo, empecé a involucrarme de una forma casi espontánea, y luego he analizado que todo tiene un porqué. Y es que en mi juventud, con apenas 10 u 11 años, en la época de Trujillo, se alfabetizaba a los adultos, y los que alfabetizaban eran los que estábamos en séptimo y octavo. A mí me tocó ir a trabajar en Borojol, un barrio muy revolucionario en la época de Trujillo; era de los muelleros que descargaban barcos. Parece que por los contactos con gente de fuera era el sector más politizado que en ese tiempo tenía la sociedad dominicana…”.

“Yo nací y me crié en Villa Francisca, y cerca de mí vivían mujeres que ejercían la prostitución… Pero la prostitución no era como ahora, eran mujeres que recolectaban en los campos, pero niñas, niñas… que traían de los campos y no sabían nada, venían realmente inocentes… En ese tiempo, yo sentía esas mujeres como si fueran de mi generación…, entonces ellas me ponían a hacerles cartas para mandárselas a la familia, pero no querían que sus familias supieran que estaban prostituyéndose, sino que estaban trabajando; entonces hacían cartas mandándoles dinero. Cada vez que empezaban a narrar algo lloraban. Yo recogí todo eso como una esponja, sin darme cuenta, y es lo que realmente me sirve de fortaleza para todo lo que ha sido mi quehacer político. Les digo eso porque siempre hay un porqué. Ahí yo me empapé de la tragedia que viven las mujeres pobres de nuestro país y por ignorancia también”.

“Bueno, siguiendo entonces,… matan las Hermanas Mirabal… yo abro el periódico en mi escritorio, y cuando lo abro veo que mueren las hermanas en un accidente… Eso me impactó tanto…, empiezo a llorar y a la vez me asusto… y me meto al archivo… y cuando entro encuentro a Hortensia Marcial Silva y a Roberto Saladín abrazados los dos llorando. Pero se asustan cuando yo entro, porque el terror que había en ese tiempo no era para menos…. Lo que atinamos fue a abrazarnos los tres, llorar los tres, despedirnos sin hablar. Fíjense hasta dónde era el terror de la época de Trujillo…”.

En estos párrafos encontramos algunos porqués originarios de la politización de Gladys Gutiérrez. Perteneció a esa generación de dominicanas y dominicanos indispensables para nuestras libertades de hoy.