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Opinión | Por Giselda Liberato/ experta en temas insulares en República Dominicana y Haití

El acontecer nacional no solo llama la atención a los Estados que están interesados en echarnos el “problema de Haití”. Los pueblos del mundo, en especial los de Latinoamérica y el Caribe están también atentos al llamado de auxilio del pueblo dominicano.

La sociedad civil ha dado muestra de crecimiento. Ya puede mostrar logros como ciudadanía democrática en el ámbito del cuidado medioambiental, y en el logro de una educación de calidad -4%-. Actualmente, el pueblo dominicano ha estado a la espera de que los políticos dominicanos se pongan de acuerdo, en el tipo de sociedad por la que trabajan.

Porque lo que ha desacreditado el país, ha sido el prejuicio trujillista incrustado en el corazón de la gestión migratoria. Las organizaciones de la sociedad civil dominicana lo que han hecho es tapar la vergüenza migratoria del Estado dominicano ante otras naciones.

La sociedad dominicana está consiente que somos un producto en construcción, y los políticos dominicanos son parte de este proceso al igual que nosotros. En la historia reciente estuvimos sometidos por 30 años a la peor forma de gobierno, y no podemos regresar a eso.

En los Sistemas Democráticos, es insostenible negar derechos a trabajadores que por más de tres o cuatro décadas, han producido las pocas riquezas de nuestra Patria. Y, el pueblo está viendo ahora más claro que nunca; no han sido las organizaciones de la sociedad civil dominicana las que han desacreditando República Dominicana.

La sociedad civil dominicana está abogando porque se respete la dignidad del pueblo haitiano. Y, si en verdad queremos crecer como país libre y soberano, tenemos que derribar los estorbos que lo quiera obstruyan. Y en República Dominicana hay elementos que nos inducen a suponer, que estamos en peligro de dirigimos a un Estado autoritario; y no lo vamos a seguir aceptando.

Cuando la sociedad civil dominicana lance el grito de auxilio, todos los pueblos latinoamericanos que producen migrantes se pronunciaran a favor de los preceptos democráticos a los que estamos faltando. Ante el irrespeto a derechos, la solidaridad de los pueblos del mundo se manifestara no solo por esa causa, querrán cuidar de que en la región no avance el fantasma de una dictadura, que en el pasado nos sometió a la opresión donde no tiene espacios los derechos humanos.

Así como los CONTRAS de Cuba y Venezuela no encuentran apoyo en su cruzada, tampoco lo encontrara el gobierno dominicano con un cuadro migratorio como el que tenemos y el irrespeto a la dignidad de las personas.

Por más encuentros que organice, ni aun con la mejor publicidad que se despliegue pagadas con nuestro erario a los expertos brasileños, a nivel internacional, nadie creerá los discursos en los que se manifiesta una dualidad de criterio en la visión política en materia migratoria; informaciones que se contradice con las informaciones in situ que pasan los medios televisivo y corren por las redes sociales.

El dinero que se gasta el Estado en esa campaña publicitaria, debemos invertirlo en un sistema de educación ciudadana integral, que rompa los prejuicios trujillistas; en orden de construir el imaginario social previsto en la Estrategia Nacional de Desarrollo-END-.

 

No estamos hablando de la concertación de acuerdos electorales que también están socavando el sistema democrático, en tanto no brinda oportunidad al pueblo de evaluar a quienes reelegiría. En este momento, de lo que se trata es de que los políticos, se den la oportunidad de confrontar nuestra realidad con el proyecto democrático plasmado en la END; y de que asuman con voluntad política, hacer honor a los principios democráticos que la rigen el sueño dominicano hecho ley. Dejemos de darle larga al asunto, hay que hacer lo que nunca se ha hecho con los derechos de los trabajadores inmigrantes haitianos.