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Opinión | Por Wooldy Edson Louidor, profesor e investigador del Instituto Pensar de la Pontificia Universidad Javeriana

Bogotá (Colombia), 16 de agosto de 2015.Hace diez años, tuve la oportunidad de conocer a un soñador dominicano, el periodista José Luis Soto (para mí, “Joselo”). Un soñador encantador, convencido, líder, trabajador, inquieto y perseverante. Era sumamente difícil no seguirlo.Nos vimos en la frontera norte haitiano-dominicana, donde yo me desempeñaba como responsable de comunicación de SolidariteFwontalye, oficina del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR).

 Ese soñador dominicano me contó -entre risas, canciones de bachata y refrescándonos con un poco de Presidente- que quería crear una agencia de comunicación diferente y con características muy  innovadoras en la bella isla compartida por los dos países Haití y República Dominicana. Soñaba ni más ni menos con crear una agencia de comunicación que fuera virtual o en línea porque la virtualidad permitía, según él, reducir los costos de producción de la información y favorecía una difusión más amplia de la misma. Fue toda una novedad en 2005 en nuestra isla.

El soñador dominicano quería que la agencia de comunicación fuera también insular, ya que parecía que el campo mediático de cada país de la isla fuera aislado (algo así como un gueto). Los medios de cada país producían información sobre el otro país, pero bebiendo de fuentes internacionales, por ejemplo de las agencias de prensa internacionales. Lo que hacía que ninguno de los dos países se identificara con la información difundida por la prensa del país vecino.

La idea de construir una agencia insular favorecía, al juicio de ese soñador dominicano, una mayor circulación de la información entre ambos países y la posibilidad de que medios de ambos países se convirtieran en fuentes para los del otro país. ¡Una idea original! 

El soñador dominicano hacía la apuesta por construir una agencia de comunicación alternativa, es decir: una agencia que diera voz a los “sin voz”, a las víctimas de abusos de derechos humanos, a los promotores de una relación fraterna haitiano-dominicana y a los habitantes de las fronteras de la isla.

Fue así como ese soñador buscó la articulación con un gran plexo de organizaciones de derechos humanos de ambos países, entre ellos el SJR y el GARR (Grupo de Apoyo a Refugiados y Repatriados), de redes de derechos humanos(por ejemplo la Red binacional Jano Siksè), los periodistas “alternativos”, las víctimas de leyes y políticas erróneas en República Dominicana y de la indiferencia del Estado haitiano.

Finalmente el soñador quería que esta agencia de comunicación virtual, insular y alternativa aportara a una mejor comprensión de la praxis comunicativa en la isla. Buscó el apoyo de organismos de cooperación internacional para que se realizaran investigaciones sobre la comunicación en la isla y se discutieran los resultados de las mismas en encuentros y foros periodísticos binacionales.

Como resultado de esta iniciativa y con base en el apoyo de muchos periodistas, agencias de comunicación alternativa, investigadores, defensores de los derechos humanos y luchadores por una mejor relación haitiano-dominicana, se creó el Espacio de comunicación insular con las características arriba mencionadas. Se logró el sueño.

Actualmente Espacinsular se posiciona como una referencia para producir una información alternativa (recogida en terreno desde una multiplicidad de fuentes, reeditada con rigor, difundida ampliamente en los dos países y en la telaraña cibernética) y hacer una comunicación insular comprometida con la causa de los derechos fundamentales, de la dignidad humana, de la justicia y la armonía insular. 

¡Felicidades, Espacinsular, por tus 10 años de aniversario! Esta aventura comunicativa insular, iniciada como un sueño hace diez años, sigue adelante. Continúa siendo el sueño de un núcleo nutrido de dominicanos, haitianos, latinoamericanos y ciudadanos del mundo que le apostamos por una información “otra” y una comunicación “alternativa”. 

Una aventura para transformar paulatinamente el paisaje mediático en la isla y proyectar contra vientos y mareas un horizonte comunicativo alternativo en América Latina, el Caribe y el mundo.