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Opinión | Por Giselda Liberato/ experta en temas insulares en República Dominicana y Haití

Un sector importante de la población dominicana se está dejando arrastrar por grupos que persiguen regresarnos a la sanguinaria era de Trujillo. Actualmente circulan en las redes sociales fotografías del jefe, el dictador Rafael Leonidas Trujillo con mensajes que promueven e incitan el retorno a su ideal.

El tema clave o punta de lanza de esta promoción del trujillismo es la declaración de guerra al pueblo haitiano.

 Es inaceptable que se siga propiciando el incumplimiento de la ley que prohíbe la promoción de la dictadura trujillista. La ley 58-80 de 1962 fue adoptada para detener la promoción trujillista en respeto a las víctimas de ese régimen dictatorial.

Esta corriente está ganando terreno. Y, es inaceptable que los que nos gobiernan y aspiran seguir gobernándonos, les den participación directa en el manejo de la cosa pública; o no actúen frenando sus actuaciones.

La vergonzosa alianza con estos sectores trujillistas combinado con la falta de reconocimiento del Estado Dominicano de la existencia del racismo, el antihaitianismo y el trujillismo en el país, pone en peligro el proyecto democrático dominicano; y no permite educar a la población en el reconocimiento de una ciudadanía dominicana insular, que comparte la isla con Haití.

Solo en hermandad en Haití y Dominicana podremos recrear un ambiente real de diálogos y acuerdos que den al traste con la migración, y solo así podremos prever soluciones saludables y duraderas a las controversias que se manifiesten en la interacción.

Invoquemos a nuestros ancestros para que nos envíen suficiente fuerza y energía en el proceso de construcción de una República Dominicana con capacidad y voluntad suficiente para reconocer a nuestra hermana telúrica, más allá de nombrarla, la hermana República de Haití.

 

@GiseldaLiberato