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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

A través de la historia de la civilización humana, diversos individuos, grupos, tribus y pueblos dejan sus moradas, se movilizan, emigran desplazándose de un lugar a otro; y algunas veces la consecuencia de estos traslados causan cambios transitorios de la libertad personal, modificación cultural, pérdida de identidad, prolongada sumisión, y esclavitud.

Es de interés aquí mencionar algunas gestas de emigraciones y de prácticas de esclavitud, a sabiendas que estas se remontan a la Edad Antigua y todos los lugares habitados en la faz de la Tierra, pues, varias formas de esclavitud fueron practicadas en muchas culturas del pasado. Existieron entre los griegos, los romanos, los judíos, en Egipto y el norte de África; es más, en todos los reinos de la Cuenca del Mediterráneo y el Medio Oriente. Las investigaciones arqueológicas cuentan que los chinos del Lejano Oriente y los mayas de Centro y Sur América practicaron formas de esclavitud.

En algunos casos, la servidumbre forzada era un pilar de importancia para la economía y desempeño de la vida; por tanto, fue usual la subyugación de otras etnias en labores para el provecho y desarrollo de la nación dominante. Hay varias narraciones en la historia secular y en los textos bíblicos de casos de patriarcas, grupos familiares, y tribus, que emigraron a otros pueblos y naciones en búsqueda de seguridad, mejoramiento de vida o por concordia de matrimonio familiar. Muchas tribus de vida nómada se trasladaban a ocupar otros sitios para tener agua y pasto para el ganado. Hubo ocasiones en que los migrantes resultaban ser esclavizados por los gobiernos de la tierra donde se asentaban.

Entre algunos de los ejemplos mejores conocidos de esta suerte está la historia del patriarca Abraham del siglo XIIl A.C, que sale desde Ur de los Caldeos a Jirám, obedeciendo a la promesa de Yahveh de otorgarle una Tierra de Promisión. Por mandato divino, Abraham dejó la tierra de sus padres para ir a un lugar desconocido. (Genesis 12). Pero, después de algunos siglos de convivencia pacífica, de luchas, y de caprichos de gobernantes, los descendientes del patriarca fueron condenados a la esclavitud hasta su liberación por acción de Moisés.

Otro caso fue el Cautiverio Babilónico de los judíos por mandato de Nabucodonosor II (586- 536 a. C.). El cautiverio o exilio a Babilonia, fue de los habitantes del reino de Judá más prominentes, quienes fueron llevados al exilio; este exilio duró alrededor de 70 años.

 La narración bíblica que mejor conocemos de emigraciones es la de la Sagrada Familia, cuando José y María huyeron a Egipto para resguardarse de la intención de Herodes de matar a los niños menores de 2 años, ante la preocupación del soberano, debido a la expectativa dada por la noticia de los Sabios del Oriente quienes informaron a Herodes que buscaban el niño de la profecía, ya que los estudios de las estrellas indicaban el nacimiento del “Rey de los Judíos”.

Las emigraciones y desplazamientos de gente en el mundo han continuado y aumentado grandemente, y se deben a las facilidades de movilización para viajar y establecerse en otros territorios. Las emigraciones continúan como pasaba en los tiempos de las narraciones bíblicas cuando las movilizaciones eran en la órbita del Mar Mediterráneo, y se hacían principalmente a Egipto y Roma. En nuestro tiempo las migraciones son primordialmente a Norteamérica y a Europa.

El otro punto de interés de este artículo es la tétrica historia de la práctica de la esclavitud en el continente americano. Este fue el régimen esclavista al que fueron sometidos los negros africanos, que comenzó oficialmente en 1473 con el proyecto de ley y licencias para someter, mercadear, transportar, vender y comprar, a negros africanos. Amparados en esa legislación, los reinos de Portugal, España, Gran Bretaña, Francia y otras naciones de Europa comenzaron a explotar la esclavitud como institución jurídica en que una persona era propiedad de otra; así, apresaron, sometieron y trasladaron a millones de negros de África hacia las islas y las tierras continentales del llamado Nuevo Mundo. De manera insólita y despiadada se organizaron para mercadear, forzar y usar a los incautos como esclavos, como mano de obra para desarrollar y enriquecer a las naciones y reinos de Europa.

Cerca de cinco siglos más tarde, la execrable práctica de la esclavitud fue disminuyendo en un proceso escalonado y en 1838 ocurrió su abolición definitiva; sin embargo, aun prevalecen irritables manifestaciones de discriminaciones, y por desgracia, estos sentimientos forman parte inexcusable de muchos en sociedades aún intolerantes, que denigran a otros grupos diferentes a los de la clase dominante.

Los regímenes que auspiciaron sometieron y mercadearon a los negros para sustentar y desarrollar sus comercios son ahora, aparentemente tolerantes de los negros, mestizos y nativos; pero, en muchos casos prevalecen impresiones racistas. De todos modos, ambos lados o grupos están ganando por la emigración y presencia de labor cotidiana de servicios y soportes a las industrias manufactureras y mercantiles. Las emigraciones están ahora más frecuentes y en mayor numero; más bien, son apoyos, esfuerzos compartidos y comprometidos que brindan auxilio para impulsar y sostener los países ofreciendo mejores servicios públicos y privados.

Las migraciones a las grandes naciones han contribuido a darle competencia mercantil, dinámica industrial, escalada comercial, y desarrollo económico. Este fue el caso de la esclavitud de los negros en tiempos pasados; y ahora les toca a los emigrantes que son voluntarios y principalmente gentes de países menos desarrollados quienes van a naciones y contribuyen a la riqueza de los países donde emigran y residen, trabajan legal o ilegalmente. Es de lugar reconocer que tanto los extranjeros como los estados recipientes sacan provecho de esta situación. La economía de las metrópolis se vigoriza por la labor de los extranjeros, ya que los utilizan y generalmente pagan salarios más reducidos; pero los inmigrantes laboran en todos tipos de servicios, ganan dinero para su sustento, y envían remesas a sus países de origen.