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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

DICIEMBRE, mes de múltiples observaciones religiosas y seculares, celebraciones festivas, actividades comerciales, encuentros familiares, proyecciones de planes futuristas, tomas de decisiones…

Diciembre es el último mes del año en el Calendario Gregoriano que esta vigente en el mundo de la Civilización Occidental. Durante este mes se observan las tres últimas semanas de Adviento, según la Ordenanza Litúrgica de la Iglesia de los fieles cristianos. En particular y de manera especial y festiva, se celebra el nacimiento de Jesús, el Cristo, el 25 de diciembre. Se decidió así, en el año 354, aunque los eruditos bíblicos e investigadores de hechos históricos, han señalado que se desconoce la fecha del nacimiento de Jesús; pero, dada la importancia del cumplimiento de los dichos de los profetas de su venida al mundo del Mesías y la expectativa de los hebreos, se determinó fijar esa fecha.

Se fijo esa fecha, dado el cúmulo de circunstancias extraordinarias alrededor de esta singular persona, por su excepcional concepción, y recalcado nacimiento, sobresaliente ministerio, dramática muerte, sorprendente resurrección, majestuosa ascensión, y, sobre todo, su impactante influencia en la religión y en la cultura universal.

Fue concebido que el conjunto de hechos en torno a Jesús de Nazaret fue motivo fehaciente para interpretar que, por excepcional, merecer ser considerado como la Luz del Mundo, más venerable que el sol, y se determinó celebrar su nacimiento el 25 de diciembre, para opacar y desplazar la arcaica tradición de festejar esa fecha que observaban anteriormente como día del Solsticio de fin de año. La astronomía señala que: el astro alcanza su mayor esplendor hacia el norte del ecuador, la Vía Láctea; los cristianos consideran que Jesús es Cristo, es más digno que el sol del sistema planetario. 

Además, en diciembre hay observaciones y conmemoraciones relacionadas o apéndices de la Navidad de Jesus, estas son: Santo Tomás el Apostal, San Esteban el primer mártir cristiano; San Juan el Apóstol y Evangelista; y los Santos Inocentes, los niños martirizados por orden de Herodes. 

La conmemoración del nacimiento de Jesús el Cristo que tradicionalmente se lleva a cabo el 25 de diciembre, será atípica de nuevo este año, debido al continuado flagelo de la pandemia del coronavirus y por necesidad de cuidar la salud de los seres humanos.

La evocación litúrgica, piadosa y devocional que es de gran trascendencia de la religión cristiana, será necesariamente distinta este diciembre. La celebración de la natividad se hará con restricción y apego a los modales de conveniente protocolo; se hará con restricciones de normas sanitarias.

Mucha gente se anima dando demostración de alegría, de amistad, de expresiones festivas, y de familiaridad; pero otras personas se deprimen por no poder disfrutar del regocijo, ni hay alegría en sus corazones, ni tranquilidad en sus mentes. 

En esta estación festiva y simultáneamente de congoja, como en años pasados, debemos esforzarnos en disipar las penas, los sinsabores, las tensiones y dar gracias a la Divina Majestad por una nueva oportunidad para celebrar el nacimiento del Salvador y la ocasión para abrazar a los familiares y amigos, diciéndoles: ¡Feliz Navidad!   

 Los días festivos como la Navidad, son como tiempo de receso de los afanes cotidianos, como días de descanso para la recuperación de fuerzas físicas y para elevar el espíritu en adoración a Dios.

Esta Navidad 2021, debe ser aprovechada para curar corazones quebrantados, comenzando con el nuestro, para descansar de la fatiga física y mental, mitigar la tristeza, elevar el alma, extender la mano al necesitado, alentar al descorazonado, consolar a los que lloran, fortalecer la fe, extender la esperanza, sembrar amor y fraternizar con familiares y amigos. 

Imitemos a los mensajeros celestiales diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre todos los pueblos que gozan de su favor! (Lucas 2: 14). ¡Celebremos el nacimiento de un Salvador que es Cristo el Señor!

TENGAN USTEDES UNA NAVIDAD CONTEMPLATIVA, DE FORTALEZA ESPIRITUAL, SALUD FISICA, TRANQUILIDAD MENTAL y GRATITUD POR LA VIDA Y PAZ EN SU CORAZÓN.