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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Eran las 12:31am del 31 de diciembre. El año nuevo llevaba 31 minutos transcurridos. Alexis Villalona conducía su jeepeta blanca por la calle Santomé de Baní. Al acercarse a la intercepción de la calle 27 de Febrero iba a doblar a la izquierda, pero, en el último segundo, decidió continuar derecho.

La señora Santa Arias manejaba una passola color negro por la misma calle Santomé. Vestía blusa roja, y pantalón blanco, tipo jeans, las prendas estaban ajustadas a la medida de su cuerpo.

Los dos, Alexis y Santa, transitaban por la misma calle, el mismo día, y a la misma hora. Pero en direcciones encontradas. La situación confusa turbó a Santa quien no pudo evitar chocar de frente con la jeepeta de Villalona.

Es probable que este, si no es el primer accidente de tránsito del año nuevo, es el último de los más de doce mil sucedidos en el 2021.

Cuando veía el video, la calma con que Alexis se desmontó de su jeepeta, un hombre fuerte y grande, vistiendo camiseta ajustada y pantalón jeans, pensé que iría a ayudar a la mujer atropellada. Pero no. Muy por el contrario, airado, parecía reclamar una explicación razonable sobre el accidente.

De manera repentina, Alexis la emprendió a empujones y pescozones contra la passola y contra la señora Santa. En unas cinco ocasiones Villalona empujó a Arias estrellándola en el pavimento. No bien ella se ponía de pie cuando el verdugo volvía a tirarla violentamente al piso. Es inexplicable que Santa, al ser operada de corazón abierto resistió el choque y los golpes propinados.

Luego una mujer que acompañaba a Villalona intercedió sin éxito, para calmar la ira de su compañero. Con un fuerte empujón, él mandó a su amiga de regreso al vehículo.

Una vez seguro de que su amiga estaba montada en el vehículo, se volvió para donde Estaba Santa. Pistola en mano, Alexis se acomodó, sujeto a Arias por el hombro y le dio un pescozón, tan brutal que la aturdió.

Un gato blanco se paseó de ida y vuelta por la acera del frente. Entre tanto, Alexis le dio la espalda a su víctima, regresó a su jeepeta como si nada hubiera pasado, se montó y se fue.

Santa Arias quedó abandonada a su suerte y tendida en la talvia. Minutos después una unidad del 9.1.1. le dio los primeros auxilios.

Llama la atención que durante el forcejeo cruzaron por el lugar trece vehículos, incluyendo tres motores. Pero ninguno de los conductores hizo el más mínimo esfuerzo por apaciguar los ánimos y evitar daños mayores. Solo el gato blanco parecía advertir la gravedad del incidente.

Para que no quedara impune, las cámaras de seguridad atestiguaron del hecho. Al día siguiente las redes sociales y los medios de comunicación estaban copados por un video sobre la crueldad cometida por Villalona. El impacto provocado por la grabación, obligó al Mayor General Eduardo Alberto Then, director de la Policía Nacional, a condenar el abuso. En seguida, el General Then ordenó a los uniformados de Bani, detener de inmediato al León, refiriéndose a Alexis.

Pero el verdugo se mantuvo prófugo de la ley por catorce días. Sectores de la población interpretan que la tardanza en atraparlo se debió a la supuesta protección de sectores interesados. Sobre todo, porque los 363.3 km² de superficie que tiene Bani, no alcanzan para esconderse por tanto tiempo.

Jorge Alberto de los Santos, abogado de Alexis, tiene el tupé de culpar a Santa del accidente. Dijo que el atropello pudo haber sido incitado -- por unos tragos de más y la provocación de la víctima --.

Alexis Villalona es un macho que se pasa de prudente. Alegó que no se entregó antes a la policía porque creía que tenía Covid-19. Él no quería contagiar a nadie.