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Opinión | TAHIRA VARGAS GARCÍA

Las maestras junto a las enfermeras son profesionales que perciben salarios muy bajos que no compensan su esfuerzo y alta responsabilidad social. La presión social que se ejerce hacia su trabajo es cada vez más fuerte y muchas veces está bañado de escaso reconocimiento, motivación y valoración de su empeño y su realidad.

 Terminado el ejercicio docente por envejecimiento o enfermedad, se agudiza la exclusión y discriminación. La jubilación del magisterio no responde a patrones de equidad y dignificación.

Observamos en comunidades rurales y urbano-marginales de diferentes provincias a maestras envejecientes jubiladas que viven en pobreza extrema y en algunos casos con problemas de salud física y mental junto a su vulnerabilidad.

Es penoso observar a maestras que duraron 40 años y más de ejercicio docente en algunas comunidades rurales y urbanas que sobreviven gracias a la solidaridad en las relaciones vecinales. Mientras altos/as funcionarios/as y ex funcionarios/as en el área educativa y otras áreas reciben jubilaciones y pensiones que sobrepasan a la suma de 100 maestras, muchas veces sin ni siquiera haber pasado por las aulas.

Existen casos de maestras con más de 35 años en el ejercicio docente y su jubilación no se ha transferido al Instituto Nacional de Bienestar Magisterial (INABIMA). Un ejemplo de ello son aquellas que fueron jubiladas en el año 2000 de acuerdo a la Ley General de Educación 66-97 que al momento de la jubilación quedaron bajo la administración del Ministerio de Hacienda.

Estas maestras están solicitando su integración al INABIMA y enviaron una carta contentiva de estas demandas al ministro de Educación (Febrero 2015), aún no reciben respuesta.

La carta está firmada por un grupo de maestras que hacen la solicitud a favor de todo el personal docente jubilado que no está recibiendo los reajustes en su jubilación que les corresponde por justicia. Este grupo está liderado por maestras reconocidas por su ardua labor en educación como son: Ceferina Cabrera, Edicta Frías, Lourdes Vásquez, Cosme León, Ana Daisy García, María Concepción, Gregoria del Milagro Peña, Dolores Luisa Lamouth y Zeneyda Contreras.

La dignificación del magisterio es indispensable para lograr una educación de calidad y debe incluir al docente en ejercicio y al docente jubilado. Las mujeres son mayoría en el magisterio, lo que se refleja en la población jubilada.

El Ministerio de Educación debe priorizar la dignificación del magisterio en ejercicio y jubilado. La valoración del aporte de las maestras debe iniciar con su dignificación salarial y una jubilación en condiciones de equidad. Todas las maestras jubiladas, de todas las épocas, deben ser incluidas en INABIMA y recibir una jubilación justa y equitativa.