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Opinión | Riamny María Méndez Féliz

De lo que poco se ha hablado es de medidas para prevenir el abuso, como revisar los controles a la hora de contratar maestros, de la importancia de la educación sexual en las escuelas para que las y los estudiantes sean capaces de identificar el acoso y buscar ayuda cuando sea necesario.

 Un profesor es acusado de violar a una de sus estudiantes adolescentes en Higüey, con tal violencia que le ocasiona la muerte, de acuerdo con las informaciones preliminares de las autoridades. Los medios informan, algunos de ellos desde el morbo.  Y decenas de usuarios de redes sociales condenan el comportamiento de la víctima, la “permisividad” de los padres, la “falta de valores morales” de la juventud y justifican o “comprenden” el comportamiento del presunto violador.

Durante estos días, se han posicionado opiniones desde los medios y desde las redes sociales que muestran cuan profunda es la cultura de la violación en la República Dominicana.

Varios usuarios de Twitter y de Instagram han reposteado las fotos que solía subir la adolescente en sus redes sociales como una prueba de que “mostraba su cuerpo”. Conste que son fotos comunes de una chica que hace actividades propias de su edad, como ir a un balneario, disfrutar con sus amigas, enseñar un vestido nuevo, etc.  Mostrar las fotos de su perfil después de haber sido víctima de un crimen tan violento es el equivalente a decir que “se lo buscó porque andaba de noche en minifalda”. 

Un tuitero se atrevió a comentar: “Sean objetivos!!, nosotros los Padres que tenemos hijas atractivas y hermosas debemos educarlas y concientizarlas de que deben vestir con pureza y no exhibirse para que no levanten el morbo y la quieran seducir”. Una vez más las mujeres y las niñas son culpadas del comportamiento de los hombres, y deben someterse a reglas de “decoro”.

Pero, también en este debate surgieron otras narrativas. Mujeres explicaron que la responsabilidad es de los violadores, no de la ropa o del comportamiento de las adolescentes y las mujeres adultas.

“A lo mejor los padres deberían educar a sus HIJOS para que no violen chicas solo porque son guapas o no visten como monjas. Y a las HIJAS enseñarles que la culpa de la violación no la tienen por como visten. Bienvenido al siglo XXI”, dijo una usuaria de Twitter.

Otra forma de justificar al violador ha sido culpar a la familia de la adolescente por haberle permitido salir de una forma que parecía segura. En una entrevista, la madre narra que habló con el profesor que saldría con la chica y otras amigas. Cuenta que le dijo que confiaba en él y que cuidara su hija, que la dejaba salir justamente porque él, una figura de autoridad, iba.  Y recalcó que la niña debía volver antes de la medianoche.

Independientemente de la cuestión ética que plantea la salida de un profesor con alumnas menores de edad fuera del ambiente escolar, una responsabilidad que debe recaer exclusivamente sobre el acusado de violación y quizás también en la dirección de la escuela y sus reglas, la madre trató de supervisar y poner límites. Ella confió en una figura de autoridad, como es común en la sociedad dominicana, y parecía un ambiente seguro porque otras jóvenes iban al paseo.

Aún así, las críticas a los padres, especialmente a la madre por su supuesta permisividad al dejarla salir, como causante de la tragedia, no se han hecho esperar. Y esto nos desvía del asunto principal: un hombre violó a una menor de edad y le causó la muerte.

Varios medios de comunicación han puesto más sal a la herida al publicar un audio no confirmado supuestamente de la hija del presunto violador en el que se insulta a la adolescente y se justifica al agresor. ¿Qué suma a la investigación o a la clarificación del hecho este audio? Revictimiza, justifica la violación, esparce rumores y quizás expone a otra menor al escarnio público.

De hecho, varios usuarios de redes sociales comentaban en los perfiles de los medios tradicionales que la persona que habla en el audio tiene razón, al menos en algunos aspectos, como la responsabilidad de los padres en la muerte de la adolescente por no llevarla la médico. La menor murió desangrada en su casa.

La madre de la adolescente violada y muerta cuenta a los medios que vio a su hija desmejorada y le preguntó qué le ocurría. Según su relato, la niña le dijo que tenía la menstruación y había tomado un poco de alcohol. La mamá le dio un calmante, algo usual en esos casos. No conforme, según su relato, también habló con una de las amigas de su hija, esta le dijo que no había pasado nada extraordinario. Se fue a dormir y al otro día encontraron a su niña muerta. ¿Podríamos tener algo de empatía por una madre a la que le ocurre semejante tragedia y hacer silencio?

De lo que poco se ha hablado es de medidas para prevenir el abuso, como revisar los controles a la hora de contratar maestros, de la importancia de la educación sexual en las escuelas para que las y los estudiantes sean capaces de identificar el acoso y buscar ayuda cuando sea necesario.

 Escuela y educación sexual

“Me siento profundamente avergonzado por la muerte de Esmeralda Richiez, cuyos padres confiaron su educación a la escuela pública. Un docente abusó de ella y provocó su muerte, un hecho que nunca debió ocurrir. La justicia que haga su trabajo”, dijo el ministro de Educación, Ángel Hernández.

 A lo que la feminista Desiré del Rosario respondió: “Que bueno que la responsabilidad del sistema lo asume con esta mirada! pero generar un “nunca más” implica adoptar decisiones de trabajar la prevención, esto es fortalecer el rol de Educación en las temáticas Educación Sexual Integral y prevención de violencias”.

Y es que la mayoría de niñas, niños y adolescentes dominicanos no reciben educación sexual de calidad, lo que permitiría abordar temas como el acoso, la violación sexual, los mecanismos de ayuda disponibles para las víctimas, etc. Una de las razones por las que no se ofrece educación sexual de calidad es la oposición de los sectores más radicales de iglesias cristianas a distintas iniciativas para avanzar en ese sentido.

Mientras tanto, se sigue justificando a los violadores y poco se denuncia el acoso. Quizás, como sociedad justificamos a los violadores porque sería difícil admitir que posiblemente entre nuestros parientes, amigos y profesores queridos hay alguno. Es más fácil culpar a las niñas y adolescentes que enfrentar el problema de fondo: la impunidad, la cultura de la violación y la falta de educación sexual y de educación en derechos humanos para que niños y niñas aprendan temas tan básicos como el consentimiento y el respeto al cuerpo de los demás.

Para avanzar debemos aceptar que tenemos un problema, promover la educación sexual en las escuelas y en la comunidad, y rechazar de forma clara y sin excusas las violaciones. Esto incluye llamar violador a todo adulto que tenga relaciones sexuales con una persona menor de edad.

Hay familias que no se juntan con ladrones de celulares que han cumplido condena y tratan de reinsertarse a la sociedad, pero con el vecino violador, que todo el mundo reconoce como tal, sí. ¿Queremos más a los bienes materiales que a las niñas, adolescentes y mujeres? ¿Qué nos impide proteger más a las niñas y dejar de ser cómplices de abusadores y violadores?

 

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