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Opinión | Riamny María Méndez Féliz

Que las mujeres, especialmente las mujeres de clase trabajadora, tomen la palabra y escriban o hablen o canten ya es en sí una experiencia liberadora, pero que también escriban desde las vivencias de otras mujeres de forma transgresora da un sentido de hermandad.

El 8 de marzo un grupo de “malas mujeres” nos juntamos para darnos “malos consejos” en una actividad organizada por la gestora cultural y periodista Gabriela Read.

Hubo textos conmovedores, graciosos, llenos de rabia y de esperanza. Es tan difícil ser considerada una “mujer buena” sin dejar la libertad, los sueños o la autonomía en el intento que, ¿no es mejor abrazar la etiqueta de “mala mujer”? 

Por una noche lo hicimos. Decidimos no ser buenas muchachas y conversar libremente de la maternidad, el amor, el deseo, el sexo, la alegría, las imposiciones, la familia y el hartazgo.  En la velada, la poeta Isis Aquino habló del amor o algo así. Leyó su poema “Hay”, que aborda algunas de las dificultades de las mujeres fuertes para formar pareja y al mismo tiempo de los sacrificios que se hacen para mantenerla. 

Hay mujeres que piensan en verso alejandrino

que se sientan solas en los bares

esperando a un hombre que no les tenga miedo

Y también hay mujeres que soportan relaciones en las que no cabe su libertad, su deseo o que no honran su amor.

Y hay mujeres como yo

que saben exactamente sobre qué pie están paradas:

el pedazo de historia que padecen

el mendrugo de amor que se les niega

las migajas de sexo con que aguantan

Pero también Isis habla de la universal experiencia del amor de pareja y sus desencuentros, de la dificultad para identificarla cuando llega.

Hay hombres callados y tristes que no verían el amor

ni porque les caiga encima

Y claro, hay mujeres que se saben valiosas, más allá de los vaivenes del amor romántico en el que hemos sido educadas, según Isis.

Entonces... Hay mujeres que intimidan...

Hay mujeres que están

«tan buenas que nadie se atreve a piropearlas»,

y otras, que no lo están tanto

pero saben ciertamente que no son cosa cualquiera

Lo mejor es que hay mujeres que aprenden unas de otras y construyen comunidad, que saben que la vida es una experiencia tan rica y diversa, que no se limita a la vida en pareja, como lo hizo este grupo, mientras participaba de una “ronda de lecturas de textos de carácter transgresor, irreverente e incendiario”, como indica el llamado a la actividad realizada en el Centro Cultural de España.

Esta acción está basada en la experiencia de otra mujer: la escritora Charlotte Shane, a quien en el año 2016 un hombre llamó “mala mujer” por hablar de feminismo. Desde entonces organiza lecturas itinerantes para juntarse con otras malas mujeres que se dan malos consejos entre sí, es decir, que se ayuden a ser más fuertes, más libres, más gozosas, auténticas y más solidarias.

Reencontrarme con Isis Aquino  y su obra fue uno de los mejores regalos de esta experiencia. Que las mujeres, especialmente las mujeres de clase trabajadora, tomen la palabra y escriban o hablen o canten ya es en sí una experiencia liberadora, pero que también escriban desde las vivencias de otras mujeres de forma transgresora da un sentido de hermandad.

Isis también escribe de otros temas que me apasionan con lectora: la ciencia ficción y el futurismo. En 2020 publicó su novela “Relatos de la Tierra y sus Colonias”. Bueno, creo que podríamos ser amigas. Imaginar otro mundo, en otra época me parece siempre revolucionario. 

Ya ven, estas cosas también pasan cuando las mujeres se encuentran: aprenden unas de las otras,  y después, con lo malas y rebeldes que son, hasta se admiran y conspiran juntas, algo muy importante sobre todo en tiempos desconcertantes, en los que como cuenta Isis:

 hay momentos como estos

que tenemos un pie en el internet y otro en el feudalismo