A través de su historia, el pueblo de la Biblia descubrió a un Dios en constante comunicación con él. Esta experiencia tiene como punto de partida una situación de opresión: En Egipto, los oprimidos y las oprimidas gritaron hacia Dios, le comunicaron un grito, un grito de dolor, un grito de angustia .
Y Dios se transformó en receptor: él escuchó el mensaje de los pobres.
Y a partir de esta escucha, decidió actuar y meterse con estos oprimidos y oprimidas en la lucha por la liberación y culminó con el paso del Mar (Ex.14). En este acontecimiento, Moisés representante del pueblo y Dios entran en perfecta sintonía para hacer surgir un pueblo liberado.
A partir de esta experiencia de liberación, Dios no dejó de comunicar su Palabra al pueblo. En la Biblia, el término “Palabra” es uno de los más ricos que hay. “Palabra” (Dabar) significado dicho y hecho, osea “praxis”, Dios dice a la vez actúa. Su comunicación es eficiente.
Su palabra es como la lluvia que cae y fecunda la tierra, como lo dice el profeta Isaías. En el fondo, la palabra que Dios comunica a través de la historia del pueblo bíblico es un proyecto de nueva sociedad.
Este proyecto es, también, llamado “Reino de Dios”. En esta nueva sociedad, mujeres y hombres son de verdad hermanos y hermanas, hijos e hijas de Dios. Están en perfecta comunión entre sí y en perfecta comunión con Dios.
Después del paso del Mar, el Pueblo se esforzó por realizar este proyecto de Dios. Él lo guió por medio de sus profetas que no hacían otra cosa que comunicar la Palabra de Dios al Pueblo en los momentos claves de la historia.
En el centro de la historia, en continuidad con toda la experiencia de comunicación entre Dios y el pueblo, aparece Jesús. Como lo dice la Aetatis Novae, “Dios” se comunica definitivamente en el Verbo hecho carne. La Palabra se hace liberadora y redentora para toda la humanidad en la predicación y en la acción de Jesús”. Con Jesús la comunicación de Dios con la humanidad se transforma en amor perfecto.
Con su muerte y resurrección, Jesús entrega el Espíritu a todos y todas sus seguidoras y seguidores. El Espíritu es esencialmente un comunicador. Guía al pueblo hacia la realización completa del proyecto de Dios que es Comunión total.
Esto por supuesto tiene implicaciones para los comunicadores y comunicadoras cristianas y cristianos. Ellos y ellas deben transformarse en instrumentos del Espíritu .Esto significa comunicar a las mujeres y los hombres una Palabra que los interpela, los ayuda a caminar con más entusiasmo hacia la nueva sociedad, que los estimula a tejer relaciones más estrechas para que se transforme en un pueblo armonioso en total comunión con Dios.
En la Biblia, la figura que más se acerca al comunicador o la comunicadora cristiana y cristiano es el profeta. El profeta está en plena comunión con Dios y también en comunión con el pueblo. Es un personaje que se convierte en receptor de la palabra de Dios y en comunicador o comunicadora de esa palabra al pueblo.
Hoy el comunicador y comunicadora tienen que hacer lo mismo. Para esto, tienen que estar insertos en el pueblo para conocer sus sufrimientos, sus debilidades, sus esperanzas; pero también tienen que estar en sintonía con Dios para poder comunicar al pueblo en la coyuntura concreta que el vive, un mensaje de aliento y acompañamiento que lo ayude a construir la comunión. Para levantar ese mundo de amor y solidaridad entre los y las mujeres de esa sociedad que nos llama, que nos interpela, que nos reclama que estemos juntas y juntos en sus luchas, en sus triunfos. Convirtiendo nuestra Fe en Verbo.
En nuestro próximo texto seguiremos analizando la palabra como elemento esencial de la comunicación
https://www.espacinsular.org/columnas/32-caminando/3030-de-la-serie-comunicacion-profetica-comunion-y-comunicacion