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Cultura y sociedad | Fuente Externa

Las advertencias hechas en las reales cédulas para el “buen recaudo” de los archivos en Santo Domingo a fin de que se guardaran libros y papeles en un arca de tres llaves, no fueron suficientes para resguardarlos de los problemas del clima tropical cuyo rigor se acentuaba en las costas.

Además de la humedad y el calor estaban los efectos de los huracanes, más o menos frecuentes, tanto como las numerosas plagas de insectos entre los que la polilla y el comején se contaban entre los que causaban los mayores estragos.

Desde muy temprano la ciudad de Santo Domingo, fundada en 1498, había sido víctima del ataque de una plaga de “hormigas” ( nombre que se le daba al comején) que la azotó en ambas orillas del Ozama. 

Tanta importancia tuvo aquello que desde muy temprano el cabildo de esta ciudad adoptó a San Saturnino, patrono de las hormigas, y lo hizo copatrono de la ciudad como nos recuerda el tímpano de la entrada norte de la catedral, donde su figura se encuentra junto a la del patriarca Santo Domingo.

 

A pesar de daños

 

Aparte de la plaga de hormigas y el clima húmedo, tan impropio para la conservación del papel, los archivos debieron enfrentar otros peligros aún peores esta vez procedentes de los ataques de las potencias europeas competidoras y enemigas del imperio español.

Descuella entre todos los del siglo XVI la toma de la ciudad por Francis Drake, entre enero y febrero de 1586, por la que cobró un jugoso rescate después de haberla saqueado y causarle enormes destrozos de todo tipo.

Tan solo los daños por incendios fueron cuantiosos y significativos. Entre los más graves señaladamente estuvo la pérdida de los archivos. Juan de Castellanos, en su libro Elegías de varones ilustres de Indias (1594), recoge en versos la memoria inmediata del hecho:

“Hasta los libros

consumieron llamas,

Procesos importantes

y escrituras.”

En la Relación sumaria del estado presente de la Isla Española en las Yndias Occidentales, etc.(1650) que escribiera el canónigo licenciado Luis Jerónimo de Alcocer, uno de escritos más relevantes debido a la pluma de un natural de la isla en el siglo XVII, como destacan tanto Emilio Rodríguez Demorizi como María Ugarte, dicho autor criollo refiere cómo dicho ataque practicado en el siglo XVI fue asociado a la ruina de la colonia; dice así: “Saqueó esta ciudad el ynglés el año de 1586, y desde entonces quedó arruynada y pobre y se a ydo desminuyendo muy apriesa; perdió también todos sus papeles y memorias y escripturas porque el ynglés hiço trincheras de ellas y las quemó a la partida”(incluida por Rodríguez Demorizi en Relaciones Históricas de Santo Domingo, vol.I, 2da.ed., Santo Domingo, 2008, p.208).

También el memorial “Medios propuestos por don Fernando Joseph de Haro y Monterroso para poblar sin costo alguno de la Real Hacienda la Isla de Santo Domingo, número y calidades de las familias que debían conducirse y arvitrios para el logro de este objeto”(1699), a la sazón oidor de la Real Audiencia, recogido por Rodríguez Demorizi en dicho primer volumen de sus Relaciones Históricas de Santo Domingo, hace referencia al problema de la conservación de los archivos en la capital dominicopolitana.

Al proponer el traslado de la ciudad capital al centro de la Isla indicó las ventajas del nuevo emplazamiento para el archivo de la Real Audiencia.

Argumentó que no debía llevarse adelante “el yerro hasta aquí cometido”, refiriéndose con ello a “que la Audiencia resida donde apenas puede por el calor estudiarse, que los libros y papeles estén donde no pueden conservarse: humedad y calor son de todo destructivos quando exceden; los concursos de gentes por si causan enfermedades; añadir al fuego pólvora es en lugar que no puede ser sano mantener la Corte” (pp.316-317).

Y remataba su argumento de este modo: “Que no haya memoria de los hechos, seguridad en los contratos, fixeza en las letras, ni en la ciudad socorro y que la población se dificulte, y más con el crecimiento de ella se aventure, será impiedad sin duda.”(p.317)

Tales eran las graves consecuencias de la falta de archivos o su severa disminución en la vida de la colonia. Y si bien las instituciones trataron de resguardar lo mejor que pudieron sus documentos, protegiéndolos con encuadernaciones y encerrándolos en cajones o armarios cuando llegaban los terribles huracanes, el clima siguió destruyéndolos en la mayoría de las casas de vecinos en ciudades y campos, pues la humedad del aire y el calor imperantes deshacían el papel con rapidez.

Aun en el siglo XIX el historiador nacional José Gabriel García se refirió en su Compendio de la Historia de Santo Domingo, tomo I, al libro de la Ciudad de Santo Domingo que se hizo en el siglo XVIII:

“Y el útil acuerdo que el día 7 de abril de 1788 tomó el muy ilustre cabildo y justicia y regimiento de la ciudad de Santo Domingo, para que entre el alcalde ordinario, que lo era a la sazón el capitán de infantería don José de la Vega, y el alférez real don Antonio Dávila Coca, acompañados del mayordomo de propios, don Francisco de Soto, y del secretario de cabildo, don José de Abad, practicaran la mensura y deslinde de los propios y la confrontación de papeles y libros antiguos.

Detalles

— Las plagas

Desde muy temprano la ciudad de Santo Domingo, fundada en 1498, había sido víctima del ataque de una plaga de “hormigas” (nombre que se le daba al comején) que la azotó.

*Por RAYMUNDO GONZÁLEZ

 Historiador, investigador y asesor histórico del AGN

Fuente https://eldia.com.do/perdidas-y-riesgos-de-los-archivos-durante-la-colonia/