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Medio Ambiente y Cambio Climático | Por Redacción Espacinsular

Las catástrofes meteorológicas pueden revertir décadas de avances en materia de desarrollo y dejar a las poblaciones más vulnerables expuestas a riesgos letales.

A modo de ejemplo, el continente americano concentra el 53% de las pérdidas económicas mundiales asociadas a las amenazas de origen natural, junto a altas tasas de mortalidad. Coincidiendo con la celebración esta semana en Nueva York de una reunión para evaluar una mejor preparación global ante desastres conforme al Marco de Sendai, Raúl Salazar, responsable de la Secretaría para las Américas de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), compartió sus opiniones sobre este tema para Noticias ONU.

Del huracán Iván en Jamaica en 2004 hasta los terremotos de Perú en 2007 y Haití en 2010, Salazar conoce a fondo el impacto de los desastres y lo que se puede hacer para evitarlos o prevenirlos.

"Nos enfrentamos continuamente a una realidad que nos muestra que las catástrofes, o los riesgos que conllevan, son más complejos de lo que nunca habíamos pensado.

Por ejemplo, para reducir los riesgos ante catástrofes en los países hemos creado lo que llamamos un "sistema de gobernanza". Las agencias se ocupan de los riesgos, las respuestas o los mecanismos de respuesta de emergencia en el contexto de los peligros naturales: relacionados con el clima, geológicos, terremotos, volcanes, huracanes, tornados. De las catástrofes provocadas por el hombre a los peligros biológicos

Pero la realidad nos muestra que se trata de algo más complejo. Pensemos en el COVID-19, una variante del coronavirus que existía desde principios de la década de 2000, y que representaba un peligro biológico.

Cuando se adoptó el Marco de Sendai en 2015, no se hablaba solo de peligros naturales, sino más bien de entender en un contexto más amplio lo que significa el riesgo, que va desde las catástrofes provocadas por el hombre hasta los peligros biológicos, o el caso del terremoto de 2010 en Japón y el desastre nuclear de Fukushima.

De ahí surgió la idea de crear un sistema central que abordase todos estos peligros y sus diferentes efectos derivados.

Planificar para integrar

Construimos nuestras propias catástrofes en función de cómo decidimos orientar nuestro desarrollo. Si tomamos decisiones sobre el desarrollo, nos preguntamos cómo vamos a utilizar nuestro suelo, diseñar ciudades o abordar la construcción de obras públicas, hospitales y escuelas.

Además, debemos integrarlo en las futuras planificaciones, sobre todo teniendo en cuenta que casi el 32% de la población de la región vive en la pobreza y es probable que se vea directamente afectada por los riesgos naturales.  Ciudades resilientes

Gran parte de la reducción del riesgo de desastres se produce en las ciudades, donde trabajamos con los gobiernos locales y la sociedad civil a través de una iniciativa para aumentar la resiliencia. Se autoevalúan y preparan un plan de acción para hacer frente a las vulnerabilidades.

En Chile, en colaboración con algunos ciudadanos locales, desarrollamos un "cuadro de mando" de resiliencia ante catástrofes que permitió identificar o integrar mejor a las personas que viven con discapacidades a la hora de planificar la ciudad.

En estos momentos trabajamos con las entidades locales interesadas en Chile y Costa Rica, para aplicar estos mecanismos para salvar más vidas y reducir las tasas de mortalidad entre los grupos vulnerables.

Aprendimos la lección tras el terremoto de 2010 en Japón, en el que se demostró que las personas con discapacidad sufrían peores consecuencias que la mayoría.

Estrategias de ámbito comunitario

En las comunidades locales tuvimos buenas experiencias trabajando junto a organizaciones de base integradas por mujeres, por ejemplo, observando los ríos durante las épocas de lluvia. Hay muchas mujeres que trabajan accionando mecanismos de alerta temprana para alertar a la población de esas zonas. En lo que respecta a salvar vidas, el papel de las comunidades locales es bastante inmediato. Crear resiliencia entre ellas es lo que intentamos conseguir.

Prepararse de forma sostenible para las catástrofes

No es posible pensar que podemos lograr un desarrollo sostenible si el proceso carece el conocimiento adecuado sobre los riesgos. Las catástrofes retrasan los avances en materia de desarrollo 10 o 20 años. Lo hemos visto en muchísimas ocasiones.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS) se centran en no dejar a nadie atrás y eso va relacionado con las poblaciones vulnerables sobre el terreno.

Las catástrofes afectan repetidamente y de forma desproporcionada a las poblaciones vulnerables. Cuando esto ocurre, tenemos que entender los riesgos de una manera más multisectorial. Múltiples retos

Antes de la pandemia de COVID-19, la idea de la reducción del riesgo de desastres consistía en reducir al mínimo el nivel de muertes. Sin embargo, durante los últimos 20 se produjeron muchos avances en materia de protección de personas contra las amenazas de origen natural, muchas de ellas ligadas al clima.

En el continente americano, el impacto de las catástrofes en términos de pérdidas económicas es comparativamente mayor que en otras regiones del mundo. Un estudio de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres reveló que la región sufre alrededor del 53% de las pérdidas mundiales.

Uno de los retos consiste en cambiar la mentalidad de afrontar los efectos de las catástrofes a la de adoptar una visión que nos permita actuar antes de que se produzcan las catástrofes.

La mitigación de los riesgos de catástrofes debería contemplarse como una medida de disminución de la pobreza, ya que los peligros afectan de manera desproporcionada a los más pobres y a las mujeres y niñas.

Tender puentes

Uno de los principales aspectos de la reunión que se celebra esta semana en Nueva York es evaluar hasta dónde hemos llegado, y creo que en general la región del Caribe progresó al adoptar un enfoque multisectorial para la reducción del riesgo de desastres.

No obstante, necesitamos continuar con la tendencia de comprender los desastres no sólo a partir de su impacto, sino viéndolos como una oportunidad para actuar más allá de un simple planteamiento basado en la respuesta.

El objetivo es cumplir el Marco de Sendai en lo relativo a conseguir una sociedad que no sufra pérdidas humanas a causa de las catástrofes.

Lo que me sorprende es la enorme aptitud de las comunidades locales. Sólo necesitamos reforzarla para lograr una mayor repercusión. Las conectamos.

Tendemos puentes. Eso es lo que hacemos".