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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

El cáncer de mama es una de las enfermedades más prevalecientes en la República Dominicana y un desafío de salud pública que afecta a miles de mujeres en el país.

A lo largo de los años, se han realizado avances significativos en la detección temprana y el tratamiento del cáncer de mama, pero aún persisten desafíos que deben abordarse para mejorar la situación.

La patología, catalogada como uno de los cánceres más comunes en nuestro país, para el año 2020, representaba aproximadamente el 23% de todos los cánceres diagnosticados en mujeres. El cáncer de mama representa una carga importante para la salud, siendo esta la principal causa de muerte entre las mujeres, contando con un aproximado de 1,300 mujeres diagnosticadas cada año y más de 500 mueren debido a la enfermedad.

La tasa de incidencia del cáncer de mama en la República Dominicana varía, pero en promedio se estima que es alrededor de 42 casos nuevos por cada 100,000 mujeres al año y el índice de mortalidad es mayor, cuando para el año 2020 se estimó que esta enfermedad representaba el 15% de todas las muertes por cáncer en mujeres.

Ante estas estadísticas que impactan y llaman a tomar acciones preventivas inmediatas, el papel de la detección temprana es fundamental, como forma de mejorar las tasas de supervivencia.

La detección temprana es clave en la lucha contra el cáncer de mama. El acceso a mamografías y exámenes clínicos sigue siendo un desafío para muchas mujeres en el país, especialmente en áreas rurales. La falta de conciencia y educación sobre la importancia de la detección temprana también contribuye a la problemática.

Se estima que, en promedio, menos del 20% de las mujeres se someten a mamografías de detección temprana de manera regular, por varias de las razones ya indicadas.

Como segundo elemento importante, una vez diagnosticada la enfermedad, el acceso a tratamientos efectivos y asequibles se constituye en un problema crítico. Muchas pacientes enfrentan barreras económicas y geográficas para recibir atención médica especializada y terapias contra el cáncer.

Esta situación es una limitante fundamental para apoyar las pacientes en el doloroso transe de superar el cáncer de mama, aun cuando sus deseos sean luchar por la permanencia de sus vidas, hasta su último aliento, tal como tienen derecho.

Recordemos que el cáncer es catalogado como una enfermedad catastrófica y como tal, es fundamental que las mujeres pacientes diagnosticadas cuenten con una Red de apoyo que les sirva de sostén emocional, que les ayude afrontar el diagnóstico, llevar el tratamiento, disminuya los niveles de estrés y ansiedad y se mantengan con buena perspectiva y sentido de la vida.

La concienciación sobre el cáncer de mama es esencial para su prevención y detección temprana. Organizaciones y campañas nacionales han trabajado en la sensibilización de la población sobre la importancia de la autoexploración, los exámenes regulares y la adopción de estilos de vida saludables.

Los desafíos existentes, deben constituirse en esperanza en la lucha contra el en la cual tanto el gobierno como organizaciones no gubernamentales y grupos de pacientes trabajen juntos para mejorar la prevención, detección y tratamiento de esta enfermedad, que cuando toca, nos toca.

Hay vida después del cáncer y muestra hay muchas como mi tía María Altagracia, de cariño (Nena) y mi gran amiga Marcia Gil, dos campeonas, a quienes la enfermedad les sorprendió en un productivo momento de sus vidas, pero no las venció.

Hoy día son testigos de supervivencia, fe y fortaleza.

Que este 19 de octubre no solo nos sirva para conmemorar, sino también para como mujeres, asumir el cuidado y atención hacia nuestra salud, como muestras de amor propio y auto cuidado.