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Opinión | TAHIRA VARGAS GARCÍA

La posesión de armas de fuego por la ciudadanía en nuestro país es un fenómeno frecuente. Se observa cotidianamente a muchas personas en lugares públicos con armas de fuego visibles en su cuerpo, en las filas de bancos, centros comerciales, cines, parques y oficinas públicas. Las armas de fuego se exhiben como un artículo que impregna en su portador estatus y poder.

 Las armas de fuego se han convertido en un artículo atractivo para la población adolescente, joven y adulta y de “fácil acceso” tanto por las vías legales como ilegales. Así se expresa en el estudio realizado por Brea y Cabral (2011) en el que el 56.8% de estudiantes universitarios encuestados afirma que la obtención de las armas de fuego es de fácil acceso, y un 70.1% considera que las leyes dominicanas facilitan la adquisición de armas de fuego.

La correlación existente entre incremento de la posesión de armas de fuego por la vía legal e ilegal en la ciudadanía y aumento de la violencia está presente en muchos estudios en América Latina y el país. 

“La circulación poco controlada de armas legales y la existencia de importantes mercados negros han permitido que el crimen totalice la vida social salvadoreña… Muy poco se puede hacer para combatir la violencia y criminalidad en El Salvador si no se hace un esfuerzo radical por erradicar la amplia circulación y porte de armas que existen en el país”. (Cruz, Argüello y González 2011: 115).

En los estudios cualitativos y etnográficos que hemos realizado sobre violencia y redes delictivas en distintos barrios urbano-marginales del país se confirman estos elementos. Adolescentes y jóvenes que forman parte de redes delictivas reconocen que tienen acceso a diferentes tipos de armas por las vías legales e ilegales. “Nosotros tenemos todo tipo de armas y conseguimos las armas que queremos cuando queremos”.

La circulación de armas en el país es uno de los factores que genera un fortalecimiento de las redes delictivas y de criminalidad pero también aumenta la violencia e inseguridad ciudadana.

La ciudadanía ante el aumento de la delincuencia y la criminalidad tiende a ver en las armas un artículo de “defensa personal”. Esta categoría aparece en el nuevo proyecto de Ley de tenencia y porte de armas que está discutiéndose en el Congreso.

Las armas no deben ser calificadas como artículo de defensa personal, su tenencia genera en su portador más inseguridad y riesgo de ser víctima y/o agresor. Muchos asaltos y atracos tienen como objetivo obtener armas y muchas personas al portar armas se convierten en amenaza para su familia, vecinos/as, parejas y la sociedad en general.