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Opinión | Juan Bolívar Díaz

Como tuvo escasa difusión el documento emitido el 31 de julio por la Comisión Pastoral de Migrantes de la Conferencia del Episcopado Dominicano, que encabeza el obispo de Mao-Monte Cristi, monseñor Diómedes Espinal, vale reproducir sus párrafos fundamentales, asumiendo este llamado a la cordura como consecuencia de la exhortación del Papa Francisco a los obispos dominicanos para que sean solidarios con los sufrimientos de los inmigrantes haitianos y sus descendientes en el país, en especial de “quienes son privados de documentos o se les niega sus derechos básicos”:

 “En el espectro actual de las tensiones Haití-RD convergen factores bilaterales y peligrosos factores extra-insulares. Sin obviar las responsabilidades propias de los dos (2) países que comparten la isla, la Comisión Nacional de Pastoral de Migrantes hace un llamado a la concordia, para que se retome el diálogo, en un clima de transparencia y respeto mutuo, ejerciendo la voluntad política de Estado que permita avanzar en el proceso iniciado con el PNRE=Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, y para dirimir cualquier dificultad que pudiera obstruir las relaciones de convivencia pacífica. 

“Felicitamos los esfuerzos que han coadyuvado a la inscripción de 288,466 solicitudes de irregulares, 55,000 actas revalidadas que le devuelve su condición de dominicano y dominicana a igual número de nacidos y nacidas en RD. Nos congratulamos con el hecho de haberle concedido a una parte considerable de los cañeros su documento de residencia, y con la entrega de los carnets a los del PNRE.

“Reiteramos nuestra preocupación por la suerte de los miles -hijos e hijas de ascendencia haitiana-, nacidos y nacidas en RD, clasificados como grupo B (acorde a la Ley RD de Naturalización #169-14). Esta gente vulnerable, indefensa, empobrecida e indocumentada, espera por una solución justa, que le identifique como personas documentadas para la garantía de sus prerrogativas, con pleno ejercicio de ciudadanía.

“No se felicita la negligencia, indolencia e indiferencia de autoridades, sean estas haitianas o dominicanas, que dilatan y obstruyen el proceso de documentación para con los migrantes desprovistos de recursos y que confrontan dolorosos obstáculos, al momento de diligenciar sus papeles para inscribirse y completar sus expedientes.

“Ante el espectro crítico de las actuales tensiones entre los dos países (Haití-RD), a la luz de la palabra bíblico-profética del Profeta Baruc (Ba. 2,12-13; 3,9-11.14.20; 4,2-4) exhortamos y advertimos:

“1-Dotarse de Sabiduría para no encadenarse en prisiones estúpidas, saliendo de las tinieblas y caminar hacia la claridad de la luz, para que resplandezca la justicia social en toda la isla.

“2-Adoptar la prudencia que nos hace generosos en la buena vecindad, cuidando de no dejarnos provocar por intereses inconfesos de fuerzas foráneas que apuestan por la conflictividad y la enemistad de nuestros pueblos caribeños-hermanos.

“3-Evitar que una ceguera alienada ensordecida nos lleve a aventurar la ruta tenebrosa de una situación conflictiva bilateral de consecuencias imprevisibles (Pretexto-Caldo de Cultivo para los USA, que manipulan y saben usar crisis= los USA conflictos, los USA haitianos, los USA dominicanos, los USA Caribe…).

“4-Discernir, para aprender dónde está la fuerza y la inteligencia, de manera que en Haití y en Dominicana se llegue a proclamar: una nueva generación gozará de la luz del día y poblará la tierra, porque, de una vez por todas, recreados en la justicia social, todos los habitantes de la isla, con sus respectivos ordenamientos jurídicos justos, habrán alcanzado el ejercicio pleno de su dignidad. Así, entonces, toda persona migrante o no migrante, podrá saberse hijo e hija del Dios Padre que nos quiere vecinos-hermanos en nuestros respectivos países.

“5-Reinsistimos en retomar el diálogo bilateral fundado en la verdad y la justicia, no así, en falacias y mentiras. Y sobre todo, con auténtica voluntad política de Estado hacia la solución jurídica definitiva para los migrantes irregulares y los indocumentados nacidos en RD. Ejercer el diálogo comporta respeto corresponsable y capacidad soberana de autodeterminación. Así, a cada uno le toca ordenar su propia casa (sin injerencia foránea ni tutela externa).