Leonel Fernández, en un discurso contra el proyecto reeleccionista de Danilo Medina, citando a José Martí dijo: “un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado”, aludiendo a Medina. 48 horas después, pactó con ese hombre. Ese mismo hombre pactó recientemente con Miguel Vargas para que éste le entregara las cenizas del extinto PRD, para abonar su proyecto reeleccionista. Hoy, los seguidores Vargas y de Fernández viven la incertidumbre de no saber lo que piensa o hará Medina, luego de lograr lo esencial con la firma de ambos pactos.
La inconsistencia de Leonel y la abyección de Vargas los llevó a pactar con alguien que tiene la dudosa fama de no decir lo que piensa. Cualquier pacto que se firme en esa persona es intrínsecamente leve y breve, todo lo contrario a los grandes pactos políticos con proyección de futuro para el bien de la nación, como quieren venderlo algunos escribidores de plumas vendidas. En el caso de Vargas poco hay que decir que no se haya dicho, lo hizo para tratar de mantener la personería jurídica de sus siglas y seguir percibiendo recursos de la JCE para mantener el grupito que le rodea y ampliar los negocios que mantenía antes del pacto con el PLD y su gobierno.
A él no le importa la suerte de los pocos militantes, ni la de los congresistas y autoridades municipales del extinto PRD, elegidos en las elecciones del 2010. Sólo le interesan sus negocios y a su estrecho círculo conservar sus canonjías y venta de sentencias. Sin embargo, la decepción e incertidumbre de muchos de ellos no deja de extenderse, porque no saben lo que Vargas pactó ni lo que piensa Danilo. Eso reduciría el aporte de las cenizas del extinto PRD al proyecto reeleccionista.
En el caso de Leonel el tema es más grave y lastimoso. Vive el drama del descontento e incertidumbre de muchos de sus seguidores no directamente beneficiados de un pacto para el cual no estaban preparados. Aunque Danilo no ha dicho públicamente lo que piensa, Leonel y sus seguidores, que son muchos y muy fieles, saben que la espada del danilismo pende sobre sus cuellos y que poco a poco irá cercenándolos uno a uno hasta hacer desaparecer todo vestigio del leonelismo dentro del PLD.
En su batalla por la nominación presidencial Danilo obtuvo la capitulación de un Leonel confundido y disminuido, pero no ha logrado la paz en las filas del peledeísmo, las heridas que se produjeron durante esa batalla están lejos de cicatrizar, por lo cual no está claro el papel que jugarían los leonelistas en la campaña electoral.
Por puro interés y porque no pueden hacer otra cosa, los beneficiarios directo del pacto estarán en los “caravaneos”, pero el grueso del leonelismo podría no hacerlo.
Esa circunstancia, y el camino que definitivamente tomen muchos militantes del extinto PRD, podría tener un significativo impacto en los resultados de las próximos comicios congresuales, municipales y presidencial.
Unos resultados que serán determinantes para el futuro mediato e inmediato de los principales involucrados en esos aún indefinidos pactos.