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Opinión | Por Wooldy Edson Louidor, profesor e investigador del Instituto Pensar de la Pontificia Universidad Javeriana

16 de agosto de 2005-16 de agosto de 2021: Espacio de Comunicación Insular, que cariñosamente llamamos “Espacinsular”, está conmemorando los 16 años de su fundación.  

¿Cómo nombrar la labor que Espacinsular viene realizando a lo largo de este tiempo? Se trata sin más de “16 años de solidaridad haitiano-dominicana”.

Por supuesto que ha habido quienes, de los dos lados de la isla, han intentado invisibilizar la solidaridad insular, predicando el odio y la hostilidad y promoviendo prejuicios, estereotipos y discriminaciones en contra del otro país vecino.

Por eso, justamente Espacinsular insiste siempre en que el día de su fundación es el 16 de agosto, que es también el día de la Restauración de la República dominicana. 

Se trata de un evento histórico importante en que los revolucionarios dominicanos -al igual que Simón Bolívar en su lucha por la independencia de Sudamérica- obtuvieron la hospitalidad y ayuda del país vecino Haití, durante la llamada Guerra de la Restauración; efectivamente se logró “restaurar”, el 15 de julio de 1865, la independencia de la República Dominicana en contra de la Corona Española y de los intentos anexionistas de Pedro Santana.

Espacinsular no constituye sólo una iniciativa de comunicación insular, es más que eso: es un espacio de solidaridad entre Haití y República dominicana, dos países que comparten una misma isla y que han tenido, como todos los vecinos, momentos de conflictos y hostilidad y otros de cooperación y ayuda mutua entre ellos.

La comunicación ha sido para Espacinsular el medio para dar forma y concreción a la solidaridad haitiano-dominicana, en un panorama mediático binacional en que no siempre es fácil trazar la frontera entre ideología nacionalista y práctica comunicativa, discurso de odio y labor periodística. Desgraciadamente, la fidelidad a la deontología periodística y, en general, a la ética sigue siendo el talón de Aquiles del periodismo binacional.  

Por ello, la apuesta de Espacinsular ha sido por la solidaridad: es el valor que ha orientado nuestro quehacer y que venimos cultivando desde hace 16 años y a través de acciones concretas, por ejemplo, realizando reuniones de intercambio entre periodistas de ambos lados de la isla, coordinando investigaciones entre investigadores dominicanos y haitianos y facilitando encuentros de formación periodística entre profesionales y gremios de ambos países.  

Vale subrayar que la palabra “solidaridad” viene del adjetivo latino “solidus” que significa: sólido, firme, compacto. 

Esto significa que, en primer lugar, la solidaridad no es para un instante fugaz o para la foto que hay que subir en las redes sociales y ya, sino para el largo plazo o la larga duración. 

La solidaridad hace historia y puede transformar la historia, tal como República Dominicana y Haití la vienen haciendo desde la mencionada Guerra de la Restauración hasta la Guerra contra las tropas de ocupación de Estados Unidos de América: en esta guerra perdió la vida el ciudadano, revolucionario y poeta haitiano-dominicano Jacques Viau Renaud en 1965.

La labor de Espacinsular, entre otras iniciativas haitiano-dominicanas, ha permitido a ambos gobiernos y Estados de la isla comprender la necesidad de seguir dándose la mano en las buenas y en las malas, sobre todo, frente a nuestra vulnerabilidad como isla a los fenómenos tanto hidrometeorológicos como telúricos. 

Por ejemplo, así como ocurrió con el terremoto del pasado 12 de enero de 2010, hace once años, el sismo del pasado 14 de agosto de 2021 que afectó tremendamente el sur de Haití y que cobró la vida de 1.419 personas, fue la ocasión para que el actual gobierno dominicano prestara su ayuda a su vecino del otro lado. En medio de los problemas que hay entre ambos países, en particular, en torno al espinoso problema de los migrantes haitianos y sus descendientes en República Dominicana, la solidaridad dominicana no se hizo esperar.

La solidaridad va y viene entre Haití y República Dominicana, más allá de algunos hechos históricos dolorosos para ambos países que ya conocemos y que han sido utilizados de mala fe por sectores nacionalistas de aquí y de allá para crear odio.

En segundo lugar, la solidaridad no se edifica sobre arena, sino sobre roca. Ella no es simplemente una acción humanitaria, con que se dan cosas a la gente pobre o a un país pobre y ya. No, ella viene de lo más profundo del corazón y es la expresión de nuestra humanidad. 

En la solidaridad no damos lo que nos sobra, como si el otro fuera un  perro de la calle al que se le dan migajas y restos, sino que en ella nos damos como seres humanos, es decir que ofrecemos al otro lo más precioso que tenemos, esto es, lo que somos: nuestra humanidad, en concreto, nuestro sentimiento de compasión, nuestro sentido de cuidado, nuestra amistad e incluso nuestro amor como prójimos.

En este contexto tan complejo en Haití, tras el terremoto del 14 de agosto de 2021 y la manifestación de solidaridad del pueblo dominicano con el pueblo hermano haitiano, estos 16 años de conmemoración de Espacinsular nos convoca a entender que lo que más hace falta en nuestra isla es la solidaridad. 

A entender que las sucesivas desgracias por causas naturales y políticas que sufre Haití no son una maldición divina, sino una oportunidad para que el país vecino, entre otras naciones del mundo, manifieste su solidaridad y su humanidad. 

A entender que hay otra manera de relacionarnos como dos países que comparten una misma isla: esta manera es la hospitalidad, la hermandad, la fraternidad, la buena vecindad, en una sola palabra sólida, compacta y firme, la solidaridad.