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Opinión | Ramón Antonio Veras

I.- Dificultades aquí, resultantes de confusa mezcla humana. 1.-  Aspirar a  vivir en estado de tranquilidad espiritual en la sociedad dominicana de hoy, resulta algo más que difícil, imposible. Adaptarse  a las circunstancias que a diario ocurren es impensable.

2.- Estamos viviendo en un período  de la vida dominicana, que el más precavido pasa por desprevenido, porque de un momento a otro, en un abrir y cerrar de ojos, se convierte de astuto a alelado.

3.- No es fácil comprender que en el mismo país  estamos conviviendo,  no solo personas de diferentes clases sociales, sino también distintas generaciones y segmentos sociales  con las conductas más  dispares.  

4.- La confusa mezcla humana que existe en el medio social dominicano, es un enmarañado digno de ser sometido a la más completa comparación para así, a lo mejor, lograr establecer semejanzas y diferencias en las ejecuciones de los grupos humanos que entre nosotros coe-xisten.

5.-  Por más que un habitante de la República Dominicana,  quiera sustraerse del comportamiento  de la generalidad de sus paisanos, tiene que enfrentarse  a la realidad, porque le es imposible eludir. 

II.- La cultura del bribón

6.- La existencia  más incómoda para un ser humano formado para el decente vivir, es encontrarse  en la encrucijada de tener que, por necesidad,  ocupar con un patán  la misma demarcación territorial. Sería algo así,  como un padecimiento permanente    llevado con resignación.

7.- Muchos dominicanos y dominicanas viven hoy en su país, mirando con atención la nueva cultura del bribón, la del dema-siado viciado en sus costumbres. La persona pura y el pervertido, jamás  pueden identificarse en su forma de actuar. 

8.-  Una persona que tiene buena educación  o urbanidad, por muy revestida de paciencia que esté, su modo de vida le cambia una vez es testigo  de los actos ejecutados por el antisocial de la sociedad dominicana, que tiene como norma moverse contra la ley, el orden, la decencia y las buenas costumbres.

9.- Hasta el comunitario que no tiene muy en cuenta los detalles,  capta  rápidamente cuando en un lugar público cualquiera hace acto de presencia la persona que tiene por hábito propasarse  deshonestamente contra quienes se comportan  conforme la decencia. 

10.-  En nuestro país se ha convertido en un estorbo  dedicarse a hacerle  honor a los principios  en los cuales, en el pasado, descansaba  el accionar en la sociedad. Está en desuso obrar  con decoro, ejecutar con dignidad y ser modesto.

11.- La mujer o el hombre que ahora sobresale, es el que hace ostentación de los recursos económicos de que dispone, aunque adquiridos mediantes operaciones ilícitas. La arrogancia ha sepultado a la humildad. 

12.- El ambiente de hoy  es el adecuado, hecho a la medida para ese individuo altanero que disfruta vanagloriándose de las acciones que ejecuta sin sentido alguno. Aquí, el fanfarrón esta de pláceme.

13.- Sin darnos cuenta, en un santiamén, apareció y ya ha  echado raíces  entre nosotros, el antisocial  que habla y ejecuta con desvergüenza, con la agravante  de que sus acciones, propias de gamberros,  son aceptadas como provenientes de una persona  educada y modelo a seguir. 

III.- Los gustos del nuevo ente social dominicano 

14.- Ese ser humano dominicano de conducta nueva, como todo lo reciente,   también tiene sus inéditos gustos, los cuales disfruta  a plenitud y con la mayor satisfacción  aunque, na-turalmente,  solo con sus semejantes tiene la facultad de  deleitarse. 

 15.-  Por ahí anda un tipo de música que llegó al mismo tiempo que la nueva generación  de mis connacionales. Ella les motiva y pone encandilados.  Ese género musical, si así se puede llamar, exhorta a la juventud de ahora a sentirse como si estuviera moviéndose en el espacio sideral. 

16.- En  los marcos  de los nuevos gustos, entra la forma de vestir. Andar andrajoso y hara-piento ahora es algo cultural, lo mismo que estar presente  en un grupo de personas  despidiendo mal olor por  desaseo, y con los pantalones sostenidos por la co-rrea debajo de las nalgas.

17.-  En los jóvenes de la nueva ola de dominicanos y dominicanas, heder se ha convertido  en algo inherente al nuevo siglo, hasta el punto de que despedir olor desagradable se tiene como que estimula el apetito sexual. Ahora se han inventado que el hediondo excita a algunas jovencitas milenial. 

18.- No debe sorprender que la pestilencia se convierta en un disfrute, porque si la sociedad en general no rechaza toda una serie   de vicios  que, al igual que la hediondez, son disfrutados  como la mejor aroma. Ahora ocurre que la coexistencia social hace posible  el deleite de lo repugnante y lo fragante.

IV.- Cambio para valorar lo bueno y laborioso

19.- La dinámica de la vida, y ahora la pandemia, tal vez han impedido  a lo mejor del pueblo dominicano darse cuenta la metamorfosis que se ha producido en el seno de  la sociedad, y en particular en la conducta.

20.- La transmutación en la forma de actuar los dominicanos y las dominicanas, se ha extendido  desde cómo comportarse  hasta de cómo ve la vida. Lo que ayer era rechazado, ahora es aceptado   como lo más normal. Las reglas, las normas de conducta  son apreciadas de una persona a otra de  la manera más extraña.

 21.- La mujer y el hombre de ayer, tenían un criterio  de la laboriosidad muy diferente al que tienen los de ahora, para los cuales da lo mismo ser haragán que esforzado, diligente que vago. Aquí se coloca en el mismo plano  al holgazán que al animoso.

22.- En nuestro país, el empresario que le dedicó su vida al trabajo, para hoy tener un sólido patrimonio económico que puede exhibir sin temor, es colocado en el mismo plano que el narcotraficante  que hace fortuna  con el negocio de los estupefacientes.

23.- Se ha perdido el sentido de valorar, tener en cuenta la dedicación al trabajo honesto, el esfuerzo de producir con sentido social. No se reconocen los méritos del luchador, ni se hace estimación al laborioso. No se aprecia  al que se eleva por su accionar  en el trabajo físico o intelectual, porque  estamos hoy en la sociedad ideal  para despreciar lo bueno y bien valorar lo que no sirve. 

Razonamiento final

a) Aunque muchos de nuestros connacionales  no se han dado cuenta,  la sociedad dominicana cambió en lo que se refiere a conducta, y lo peor es que la modificación no ha sido para bien, aunque hay que reconocer que hoy la mayoría de los dominicanos y las dominicanas se sienten sumamente complacidos   con la nueva forma de obrar. 

b)   La mejor imagen del compatriota de nuevo comportamiento, la tenemos en ese que, así por así,  se ha colado entre nosotros y se caracteriza, entre otras formas de proceder, por conducir su vehículo en forma temeraria; habla mentira con   suma naturalidad; es individualista, apático, sinuoso, desleal, licencioso, jactancioso, veleidoso, hipócrita y estéril.  Por ser un irresponsable, se siente realizado haciendo comentarios difamatorios por las redes sociales sin identificarse. 

c)  Tal vez estoy equivocado, pero es mi creencia que solamente a una minoría insignificante le repugna la forma de actuar de la generalidad de los dominicanos y las dominicanas de hoy.  Por algo se ha impuesto el dejar hacer.

Santiago de los Caballeros,

1 de octubre de 2021.