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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

Los seres humanos estamos viviendo una época muy interesante en el devenir de la historia. Son notables los cambios, aparición de nuevas ideas filosóficas, hallazgos científicos, descubrimientos arqueológicos, alcances galácticos, mezcla de teorías socioeconómicas, etc.

Al mismo tiempo, se agotan las arcaicas formas de pensar y concebir aspectos fundamentales de antiguos conocimientos y sabidurías ancestrales; por tanto, hay evolución en la forma de gobernar, en las condiciones sociales y en las categorías hombre o mujer.

Se han ido imponiendo gradualmente nuevas maneras de interpretar lo que es moral, conveniente y popularmente aceptado. Estos virajes se anteponen a las concepciones, doctrinas, reglas y costumbres, sostenidas por la religión, los juicos políticos y las plataformas sociales.

Hoy vemos, leemos y sabemos que las teorías socialistas, imperialistas y democráticas, se entrelazan en algunos casos; en otros, se desplaza el modelo conservador de gobierno. Algunos pueblos han elegido, voluntariamente, una opción distinta a la antigua postura política; van apoyando lo nuevo, lo que surge en la actualidad.

No obstante, hay sorpresas desconcertantes en otras áreas que llaman la atención, por ejemplo, los recientes argumentos sobre sexualidad humana, los cuales impactan la susceptibilidad de los individuos, ya que asumir tales ideas supone un cambio de la preexistencia tradicional e histórica de la ética/moral de épocas pasadas. De hecho, en muchas personas, ha surgido confusión, rechazo e irritación por las actuales definiciones atribuidas al sexo biológico y la identidad de género. Se alega que las tipificadas preferencias sexuales pueden ser congénitas para algunos individuos, o adjudicadas por determinación personal, atendiendo criterios de roles, aspectos físicos, psicológicos y otras características.

No hay parámetros sobre lo que realmente es la condición sine qua non del sexo. Desde tiempo inmemorable se conocen mitos, tabúes y nociones sobre la sexualidad humana. Esas concepciones han sido tergiversadas de manera sorprendente por los adelantos de la ciencia, las investigaciones y la percepción de letrados y personas comunes.

Para los judíos y cristianos, y para todo el mundo, hasta no hace mucho tiempo, son dos los sexos definidos para el ente humano: hombre y mujer. “Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen; varón y mujer los creó (Génesis 1:27).  Sin embargo, asombra la información respecto a la existencia de 33 identidades sexuales, particularmente aquellas aglutinadas bajo las siglas LGBTQ, que quiere decir lesbiana, gay, bisexual, transgénero y queer.

Al reconocer los cambios, nuevas ideas, mezcolanzas de teorías políticas, contradicciones, innovaciones científicas, nuevas modalidades del sexo y género humano, así como otros aspectos cambiantes en la sociedad, se debe considerar con raciocinio y lógico análisis lo que vemos, tratando de entender, aceptar o rechazar con justa decisión. No se debe asumir con ligereza las transformaciones, evoluciones y los acontecimientos nunca vistos, los cuales ocurren circunstancialmente en este momento histórico.

Los días que transcurren tienen luces y sombras; hechos de bondad y de violencia; momentos de felicidad y de tristeza; episodios de paz y de intranquilidad social; actos de piedad y de crueldad; manifestaciones de humildad y de arrogancia; amabilidad paternal y despotismo dominante; poder reinante de conservadores o liberales; armonía conyugal y desatención marital; estas y muchas más condiciones están vigentes en contextos sociales de todo el mundo. Usted como persona pregúntese ¿Quién soy? ¿Varón o mujer? ¿Conservador o liberal? ¿Añejo o moderno? ¿Estancado o evolucionado? La respuesta a tales interrogantes le permitirá cerciorarse de su condición y particularidad de vida.