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Opinión |

En el informe anual de la Junta Internacional para la  Fiscalización de  Estupefacientes –JIFE, organismo de la ONU, publicado recientemente,  se constata  que ha habido un  crecimiento del tráfico de drogas ilegales en la Región Centroamericana y  Caribe, de la que la República Dominicana forma parte.

De manera específica, en la pág. 53,  numeral 351,  se habla de un cambio de ruta, en el que se menciona “el papel cada vez más destacado de la República Dominicana como país de tránsito de la cocaína que se introduce ilícitamente en Europa en vuelos comerciales”. 

Contrario a lo que se pregona en nuestro país, un “papel cada vez más destacado (...), como país de tránsito de la cocaína...”, nos habla del fracaso en las llamadas medidas de interdicción, “buque insignia” de las intervenciones estatales dominicana. Nuestras autoridades siguen ciegas y sordas  a cualquier otra estrategia que no sea un modelo represivo, que se ha desvelado corrompido y corruptor. Si no  fuera por estos informes internacionales, nos seguirían imponiendo con recursos mediáticos,  una imagen de éxito  de una “política”, que solo ha agravado el problema,  y con ello el sufrimiento de personas vulnerables, especialmente jóvenes, sometidas a chantajes y encarcelamientos injustos, para cobrar rescate a sus familias, y poner  los números que se necesitan. 

Y mientras internacionalmente se evidencian nuestros fracasos, asistimos  de nuevo a un escándalo relacionado con el tema de las drogas. Esta vez por las acusaciones del más famoso  empresario  de drogas ilegales dominicano,   contra un expresidente de la República. Los seguidores del ex presidente, se apresuran a descalificar las acusaciones y al acusador. Otros, lanzan acusaciones similares contra otros dirigentes políticos, en especial, contra otro  ex presidente. Los adversarios del ex presidente, claman por una investigación de las acusaciones, aprovechando para sacar partido.  Es una constante que los líderes políticos dominicanos solo parecen mostrar   interés en el tema de las drogas para descalificarse  en la lucha por el poder.

Pero, independientemente de la veracidad o no de las acusaciones, es el tema del momento. Y,  aunque se ha producido una gran alarma debido a los nombres involucrados, en realidad no hay novedad alguna.  Está demostrado que  el negocio de las drogas ilegales produce, mueve, e ingresa,  mediante sofisticados  mecanismos de  lavado de activo, grandes capitales al sistema bancario y financiero del  mundo. Y esto solo es posible mediante la connivencia con sectores de poder, no solo del mundo de la política.

Y de nuevo el  tema de las drogas en nuestro país solo es fracaso y  escándalos. El informe de la JIFE evidencia una vez más que estamos fracasando. Y, esto es debido a que en  las políticas públicas son ignoradas las estrategias de reducción de la demanda de drogas, que deberían ser nuestras prioridades: prevención, tratamiento, investigación, formación, reinserción social, reducción de daños. Esto va a ser así mientras predominen en nuestra sociedad miradas anacrónicas que mantienen la ultraprohibición  como estandarte, y la represión selectiva  como estrategia. 

Quienes dirigen el país, actúan como si ignoraran  que se enfrenta al poder de  un gran negocio internacional,  y que solo tendremos éxito cuando definamos una política coherente entre la reducción  de demanda, por ahora ignorada, y  reducción de la oferta, en el  presente fracasada y corrompida. Frente al problema de las drogas,  seguimos caminando en círculo, con una estrategia anquilosada,  mientras  en otras sociedades avanzan mediante estrategias más humanas y eficaces, logrando  disminuir el consumo  y problemas asociados, como la delincuencia y la violencia.

Juan Raddamés de la Rosa Hidalgo

Psicólogo

Director Ejecutivo Casa Abierta.

 

09  de marzo de 2015