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     La periodista Altagracia Salazar tiene un vasto conocimiento de la isla. Ha recorrido de punta a punta tanto el país como el vecino Haití, por lo que asegura que no hay hoyo, ni carretera, ni camino que no conozca.

 Desde esa perspectiva, del conocimiento del territorio y de su gente, realiza su labor informativa y de generar opinión pública: “Parte de mi crítica a la profesión y mis colegas es que aquí hay mucha gente que cree que el país es la capital y Santiago, y que no tiene la mínima idea de los sentimientos y las necesidades de la gente porque nunca los han visto”. Asegura que es el contacto con la gente y su realidad que permite a las y los periodistas comprender su visión y sus necesidades.

     Salazar fue entrevistada para la serie de radio “Lecciones de Buen Periodismo en la Isla”, producida por el Espacio de Comunicación Insular con apoyo de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC) y transmitida por www.radiocimarrona.com.

     Esa comprensión de la realidad la inició en la década de los 80 del siglo pasado, cuando acompañaba al grupo de investigación de la carrera de botánica de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), que estaba coordinado por los profesores Eugenio Marcano, Julio Cicero, Sixto Incháustegui y Abraham Abud.  A pesar de que estudiaba periodismo, su mejor amiga, Ángela Guerrero, era estudiante de botánica.

     “Para que me llevaran me brindaba de cocinera del grupo. Así no había que sacrificar a nadie, porque la UASD nunca ha tenido recursos y esos viajes eran con mucha precariedad. Mientras ellos estaban buscando reptiles yo cocinaba, y de paso aprendía, porque aprendí muchísimo del ambiente de República Dominicana”, relata.

     Posteriormente, en el ejercicio de su profesión se vinculó con las organizaciones campesinas, especialmente con el Movimiento Campesino Independiente (MCI) y la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas (CONAMUCA), apoyándoles en el área de la comunicación. “El trabajo que nosotros hicimos fue enseñar a los campesinos a producir radio, y hubo un momento en que el movimiento tenía 11 programas, la mayoría en las emisoras católicas”.

 Satisfacciones de su ejercicio

     Si bien sus inicios fueron en el periódico El Nuevo Diario, en 1981, muy temprano Salazar se fue decantando por el periodismo de televisión. Su primera experiencia en los medios audiovisuales fue en Radio Televisión Dominicana, hoy CERTV, donde ingresó cuando estaban reclutando talentos para cubrir la segunda visita del Papa Juan Pablo II al país, que realizó en 1984.

     Su ejercicio, que ha realizado en Radio Mil, Teleantillas, Telecentro, Supercanal, Cadena de Noticias (CDN) y Red Nacional de Noticias (RNN), entre otros, en la mayoría en posiciones ejecutivas, le ha dado la satisfacción es saber que su voz es la de otros y que ha podido desenmascarar cosas.

     Su estilo crítico y cuestionador causa incomodidad a algunos sectores, al punto que durante el período de elecciones su programa, A quien madruga, era sacado del aire de manera reiterada.

      “Dice un teórico americano que la principal función del periodista es el control de los poderes, y yo creo que para eso ha servido mi ejercicio en un país donde cada vez el poder está concentrado en menos manos, tanto el poder político como el poder económico. Si de algo ha servido es para eso”.    

Periodismo y democracia    

     Al reflexionar sobre el ejercicio del periodismo en la actualidad, observa que, si bien en el país existe una gran cantidad de programas de información política, éste es un país políticamente desinformado: “Cuando el partido de gobierno exhibe 3,000 periodistas asalariados que forman parte de una red, tú dices: y cuántos quedan, cuántos no están ofreciendo información oficial. Y ser empleado público no es malo ni bueno, es un derecho, pero cuando esos 3,000 se reúnen en el Palacio Nacional para bajar líneas deja de ser un derecho y es otra cosa… hemos llegado a un nivel de cooptación del periodismo en el país que las voces disidentes somos tan pocas que ya no somos relevantes”.

     En ese sentido, considera que el periodismo está en crisis porque los medios de comunicación no están reflejando lo que ocurre en la sociedad dominicana: “Aquí pasan cosas que no salen en los medios y tú te sorprendes. Tú tienes tres días de protesta en Moca y no ha salido en ningún periódico”.

Y está en crisis, reitera, porque una parte de los periodistas hicieron una revolución personal, por lo que ya su ejercicio no está asociado a las necesidades de la sociedad. “Si uno parte del hecho de que la calidad de una democracia es proporcional a la calidad del periodismo, la democracia dominicana está muy mal”, concluye

 Sus orígenes

     Altagracia Salazar Bello es nativa de Nizao, un municipio costero perteneciente a Peravia. Su padre fue Augusto Antonio Salazar, jugador de béisbol a nivel amateur, y su madre es Elsa Amparo Bello.

     Cuando tenía 10 años, mientras participaba en un acto patrio en el parque de su pueblo natal, al que asistía prácticamente toda la comunidad, presenció el asesinato por parte de agentes policiales, de un joven a quien confundieron con un militante del Movimiento Popular Dominicano (MPD) conocido como El Platero. Era 1971 y el presidente Joaquín Balaguer llevaba en el poder cinco años de los 12 que permanecería en él de forma consecutiva.

     Esa represión tocó muy de cerca a su familia. Ella tenía 14 años cuando su hermano mayor, Milton, fue asesinado junto con otros jóvenes que pertenecían a un club del Ensanche La Fe, en la capital.

     Si bien tras su ingresó a la UASD, en principio había decidido estudiar derecho, el paso por el país del huracán David, en 1979, la inclinó por el periodismo, pues el fenómeno arrasó la vivienda y la finca de la familia. Entonces optó por una carrera que mientras la cursara le permitiera trabajar para cubrir sus estudios.

     Estando en el tercer semestre inició en El Nuevo Diario, para lo cual tuvo que renunciar a su trabajo en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), donde laboraba en un proyecto de estudios de crédito agrícola en el que le pagaban cuatro veces la cantidad por la que fue contratada como periodista. “Ahí yo sí tenía la decisión y la vocación de ser periodista”.

 La influencia del mar

     Haber nacido en un pueblo costero, ¿cómo la ha influido? “Dicen que los que nacemos a la orilla del mar somos más abiertos, más alegres, más comunicativos. Eso lo decía Gabriel García Márquez. Los que nacimos en la costa tendemos a ser personas que establecemos relaciones más fácilmente. Yo nací en una comunidad muy pequeña... Entonces pienso que el nacer en un lugar pequeño te da una visión particular de la vida y te da un carácter horizontal de la gente, que todos somos iguales... También te da una forma de pensar y de vivir”.