Entablando las cinco décadas de mi existencia, donde mi cabellera me obliga a peinarme hacia dentro, y el pináculo de mi cabeza me muestra la ausencia del tiempo, se menguan mis pensamientos, me arropa la perplejidad del mañana, me quedo desatolondrado con el presente y cual ilusionista trato de presagiar el futuro.
Rememoro las perennes conversaciones de nuestros ancestros sobre los externos parangones de sus épocas con las nuestras , sus años de instrucción y costumbres donde los medios de crianzas pertenecían a la colectividad , donde el vecino y la vecina tenían el “soberano derecho” de preguntarte, cuestionarte “sonarte” y enviarte a tu casa donde tus padres; y qué decir de la regla de madera del profesor y la profesora , la chancleta de la doña y la correa o cinturón del don, los cuales jugaban en nuestro procesos educativos y formativo un rol didáctico, terapéutico, pedagógico y democrático, con todas las garantías de derechos.
No era necesario escribir y redactar códigos, ni crear tribunales especiales para saber que no se salía sin permiso de la casa, que no se llevaba nada al hogar sin la explicación de su procedencia , que no se asistía a una fiesta o actividad si no lo habían invitado y que a la hora de la comida, las 12:00 del mediodía, se estaba en su casa; una mirada bastaba para saber que usted no debía opinar sobre ciertos temas, no era necesario un organismo investigativo ni entidad especial para saber la filiación de sus amigos y el estatus moral de sus familiares y que los” trapos sucios” se lavaban en casa.
Hoy vivimos en mundo informatizado , de comunidades virtuales de socialización, y que fruto de muchos años de luchas se han consagrado de manera plena las garantías de los derechos civiles y políticos, con libertad de cultos , de expresión y difusión de las ideas, con recursos y procedimientos tendentes a preservar las garantías necesarias de protección de los derechos fundamentales, hemos sido capaces de crear conjuntos de leyes de protección a los niños, las niñas y adolescentes, envejecientes, discapacitados o especiales, de establecer cuotas de participación a la mujer, a través de la discriminación positiva en su lucha justa por la igualdad. En garantías de derechos y de protección hemos avanzado.
Por lo tanto palpando el rigor de esta nueva generación percibo que los cambios más que provechosos han sido drástico e inesperado que a todos y todas nos ha tomado por sorpresa, pues han bastado tres lustros para que parte de nuestra sociedad este perpleja, atónita, eclipsada por los altos niveles de descomposición social y moral que hemos alcanzado , donde los valores éticos y morales más que legales que proclamaban nuestros padres y madres han sido relegados, y ya no impactan en una mejor crianza y educación, han quedado sustituido por nuevos patrones de conducta que nos llevan más que a la libertad , a darnos un abrazo con el libertinaje.
En la sociedad de hoy en muchas de nuestras familias y hogares se ha sustituido el amor y la afección de padres y madres por el agasajo de los últimos tenis Air Jordán, por la merced de los Smartphone Samsung e IPhone con las cuales pisan su indolencia e instruyen su indiferencia; hemos cambiado el coloquio familiar y platica con nuestros hijos y nuestras hijas dejándole la encomienda a WhatsApp y Telegram; hemos relegado al profesor y la profesora como influenciadores de nuestra sociedad y lo hemos sustituido por el influencer mediático; hemos cambiado de modelo de superación que estaba visualizado en el estudio, el trabajo, la disciplina y la preparación, por el habilidoso, el inepto, el disoluto el farsante, ejemplificado y justificado en la expresión “hay que buscarse su cuarto como sea”
La toxicidad financiera y de coacción social ha intimado a los padres y las madres a desembocar en el trabajo y la pugna por la subsistencia rotativa que no le deja otra opción que faenar y sobre sus hombros estribar los anhelos y la carencia del hogar , razón por la cual hemos dejados el cometido de la crianza de nuestros muchachos y nuestras muchachas a los noveles maestros guardadores y guías espirituales , los señores Google, YouTube, Facebook ,Tik Tok , Instagram, o en su defecto a los abuelos y las abuelas subyugados y subyugadas por los años, en cuyas espaldas cansadas arrinconan las ilusiones; y los de mayores estatus socioeconómico y educativo consignan su ideas aspiracionales de sus hijos e hijas en la trabajadora doméstica que suple los afectos nadando en su propia carencia de ignorancia.
Y la solución a la vista es ampararnos en eufemismo y pleonasmo a los fines de aniquilar el impacto de estos cambios, pues a nuestros maestros y nuestras maestras que idealizábamos como segundo padres y madres hoy son abreviados y abreviadas a simple facilitadores y facilitadoras; excluir nuestra condición de trabajadores y trabajadoras generadores de nuestra financiación e historia de lucha, por simple colaboradores y colaboradoras a los cuales ya no se les despide, se le desvincula; privarnos de atesorar a nuestros viejos y nuestras viejitas porque los mismos ya son adultos mayores y por demás está prohibido dar cuerda o relajo porque eso es bullying, y cuidado si alzamos la voz porque podemos dejar varios amigos traumatizados, al final la gran pregunta es ¿cómo sociedad qué nos espera?