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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

Este tipo de delitos refiere a la acción básica que recoge aquellas conductas que causen o puedan causar contaminación y daños graves en la calidad del aire, suelo, aguas, animales o plantas, contraviniendo lo dispuesto en las leyes de carácter medioambiental.

Dentro de este rango, en la actualidad varios tipos de delitos se llevan la antorcha como los más cometidos, convirtiéndose en una grave problemática mundial, agravada por los niveles de corrupción, evasión, ilegalidad, extorsión y legislaciones ambientales débiles, en los países que si bien no son los causantes del problema, pero sí facilitan la realización de estos por la proliferación de las condiciones mencionadas.

En la actualidad, el tráfico ilegal de animales salvajes, es uno de los primeros delitos medio ambientales ejecutados y cuyo fin es utilizar los mismos como compañía, extraer partes de estos para decoración o como ingredientes para recetas de medicinas tradicionales.

En segunda instancia en la escala de estos delitos, se encuentra la tala indiscriminada de árboles, los cuales son utilizados por grandes corporaciones internacionales para conseguir madera para muebles o enseres, o incluso destinar terrenos para la agricultura, ignorando el daño que esto ocasiona a la biodiversidad.

Como tercer delito de gran relevancia registrado, se encuentra la mala gestión de residuos electrónicos.

A todos y todas nos encanta poder adquirir las nuevas tecnologías y quizás pocas veces nos detenemos a pensar, ¿dónde va a parar el equipo que desechamos?.

Lamentablemente, la mayoría de empresas tecnológicas, no contemplan, dentro de su cadena de valor, un sistema que permita el retorno o manejo adecuado de los equipos y en prejuicio, los mismos son importados en grandes cantidades a países muy pobres, generando enormes montañas de desechos inservibles y provocando contaminación de todo lo que encuentran a su paso.

Como siguiente delito de gran impacto, se menciona, el vertido indiscriminado que realizan empresas e industrias de manera descontrolada y sin respeto alguno por las regulaciones ambientales.

Es un delito grave, ya que conlleva no sólo la muerte o enfermedad de la fauna que habita estos lugares, sino que a consecuencia de la filtración del agua en el suelo, llega a contaminar también la flora del entorno, entrando en la cadena alimentaria y afectando la salud humana.

Es decir que mientras empresas e industrias ahorran dinero y se hacen más ricas ante la negativa de invertir en sistemas de gestión de vertido, los ciudadanos comunes y corrientes sufriremos las consecuencias letales de estos actos de irresponsabilidad.

Siempre me queda claro que, como ciudadanos podemos hacer mucho para hacer frente a estos delitos que no solo están deteriorando nuestro planeta, sino también nuestra calidad de vida.

Por ello, es importante educarnos sobre las regulaciones medioambientales y su aplicación en nuestros entornos, así como al momento de adquirir productos, hacerlo de manera inteligente, realizar preguntas sobre el origen de los insumos utilizados para su elaboración y consecuentemente, medidas de retorno o disposición final eficiente que contamine lo menos posible.