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Derechos humanos | José Luis Soto

La indiferencia hacia los migrantes sigue siendo la actitud que predomina en el mundo.

 

Mientras que las causas de la migración tales como la guerra, los conflictos internos, las violaciones de derechos humanos, la pobreza, las catástrofes ambientales y causadas por el hombre continúan acechando a las grandes mayorías del planeta, los países ricos cierran sus fronteras.

Europa y los Estados Unidos de América aún no han flexibilizado sus políticas y leyes migratorias y de refugio, a pesar de las olas de críticas, denuncias y llamados que vienen haciendo el Papa Francisco, movimientos sociales, defensores de derechos humanos, acompañantes de migrantes, etc.

Como consecuencia de lo anterior, siguen ocurriendo las tragedias en las que los migrantes pierden la vida en busca de mejores oportunidades en otros territorios. El año 2014 no fue la excepción. Las cifras hablan por sí mismas.

3.419 personas murieron en lo que va de este año, al intentar atravesar el Mediterráneo para llegar a Europa, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). La mayoría de ellos (cerca del 85%) provienen de las costas de Libia, mientras que los demás vienen de otros países africanos en guerra y también de Ucrania, Siria e Irak.

En el golfo de Bengala en Asia (en el sureste asiático) 54.000 migrantes oriundos de Bangladesh y Birmania perecieron también en su intento por llegar a Tailandia o Malasia, según el ACNUR.

En el Mar Rojo y en el golfo de Adén perdieron la vida al menos 242 migrantes, mientras que en el Caribe más de 70 personas murieron o desaparecieron en sus trayectorias hacia las costas estadunidenses de Miami.

Las fronteras de México con los Estados Unidos de América constituyen un cementerio a cielo abierto donde los migrantes, en especial centroamericanos, son secuestrados, violados, mutilados a diario, y sus defensores perpetuamente amenazados y también asesinados con toda impunidad.

El informe publicado el 18 de agosto de 2014 por la Organización de los Estados Americanos (OEA) “da cuenta también de casos de abusos y crímenes en contra de personas migrantes por parte del organizaciones de narcotráfico y crimen organizado”.

En Sud América preocupa la discriminación creciente en contra de los migrantes colombianos en varios países de la región, principalmente en Venezuela, Chile, Ecuador. De Buenaventura, región colombiana en el que se ha intensificado la violencia en los últimos años, siguen emigrando los afrocolombianos hacia Chile, pasando por Perú: es un nuevo foco de migración en la región.

En suma, la indiferencia hacia los migrantes se globaliza cada vez más, mientras que las olas de migraciones se intensifican hacia los países ricos, y las tragedias continúan en las fronteras terrestres y en el mar.

Al mismo tiempo, el respeto a la dignidad y los derechos humanos de los migrantes, la lucha contra la xenofobia y el llamado a la hospitalidad, la solidaridad y la fraternidad siguen siendo el caballo de batalla de millones de seres humanos que creemos que otra globalización hospitalaria es posible y que otro mundo más humano es posible.

Seguiremos luchando por este otro mundo posible desde todos los frentes: la universidad, las escuelas, las iglesias, las organizaciones no gubernamentales, los movimientos locales y globales, el periodismo comprometido, los grupos altermundialistas de la sociedad civil, el arte, la música, el teatro, los medios de comunicación alternativos, el hogar, los centros de acogida, los hospitales, las cárceles, los tribunales, la incidencia política, la asistencia humanitaria, la cooperación internacional, etc.

La realidad de las migraciones se convierte cada vez más en un derrotero para articular las distintas luchas por la construcción solidaria y creativa de otros futuros posibles y de un mundo multicolor. Un mundo donde quepan todos los mundos. Esto es motivo de esperanza.

Por Wooldy Edson Louidor, profesor e investigador de la Pontificia Universidad Javeriana

Bogotá, 11 de diciembre de 2014