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En la isla... | Edwin Paraison/sacerdote Episcopal/Espacinsular

Por ser la primera visita oficial de un Jefe de Estado francés después de proclamar Haití su independencia hace 211 años, la de François Hollande entra en los anales de las relaciones bilaterales y de la historia por su carácter altamente simbólico.

 El predecesor del distinguido visitante, Nicholas Sarkozy, estuvo después del terremoto de 2010 en una estancia de solidaridad de algunas horas, la misma no tuvo una categoría de Estado.  Esta, la adquirió  ahora  en reciprocidad a la del mandatario haitiano en Francia.

La historia une a ambos países dijo Hollande. “No la podemos cambiar…pero podemos cambiar el porvenir” es una de las frases sobresalientes de ese descendiente de Napoleón Bonaparte cuyas tropas famosas por las conquistas europeas comieron el polvo de la derrota frente a Jean Jacques Dessalines en 1804 quien erigió así el primer Estado libre de antiguos esclavos.

Tras cuatro siglos de deshumanización esclavista iniciada por España  en la isla compartida hoy por Haití y la República Dominicana, les tomó 13 años, desde 1791, a los revolucionarios haitianos, acabar con la opresión. Más, como único caso en el mundo, tuvieron que comprometerse a pagar en 1825, 150 millones de francos oro al rey Charles X en compensación a las pérdidas ocasionadas por la guerra, para el reconocimiento de su independencia.

Esta vergonzosa  deuda mantenida por  administraciones sucesivas francesas  se terminó de pagar en 1972. La misma es citada por historiadores y economistas como uno de los problemas originales fundamentales que cortó las alas a la joven República transformada en la cenicienta regional. 

Haití era la etapa final de la gira caribeña del presidente francés  durante la cual se inauguró en Guadalupe el Memorial ACTe considerado como el centro más importante del mundo consagrado  a recordar las atrocidades de la esclavitud y la trata de negros. Dichas prácticas fueron primordiales para Francia con el fin de robustecer su imperio económico.  Hollande lo admite.

El tema de la reparación por la esclavitud ha sido remeneado en 2003 por la diputada antillana francesa Christina Taubira. Ella, una apasionada de Haití, acompañó al mandatario en Puerto Príncipe en calidad de ministra de Justicia. Como legisladora hizo votar la ley Taubira (2001) que reconoce  la trata negrera y la esclavitud como crímenes en contra de la humanidad.

Asimismo, Jean Bertrand Aristide en medio de las manifestaciones en su contra en el marco de la celebración del bicentenario de la independencia de su país agitó el tema de la restitución de la suma pagada a Francia evaluada en el 2004 a unos 21 mil millones de dólares.

También, en ocasión del seísmo un grupo de renombrados intelectuales retomó la idea de la devolución por Francia de tan “destructiva” deuda. Entre ellos, el desaparecido Eduardo Galeano.

“Francia es capaz de recordar y mirar con lucidez su pasado” manifestó con humildad el mandatario europeo al citar a Toussaint Louverture, Henry Christophe y Jean Jacques Dessalines que “lucharon por la libertad y son sus héroes, pero que son también una referencia en la historia de la humanidad”.

Ciertamente, el personaje histórico que enlaza los dos países es Toussaint Louverture, precursor de la independencia de Haití. Al pie de su estatua en el Champs de Mars, Hollande depositó un ramo de flores recordando al pueblo haitiano que sus restos también estuvieron en el panteón nacional francés y su genio es exaltado cada 10 de mayo en la Jornada anual de memoria sobre la esclavitud en el Palacio de Luxemburgo.

No  hay antihaitianismo basado en la historia en Francia.  En la ciudad de Epinay sur seine, en el día de la bandera haitiana (18 de mayo) se iza el bicolor nacional en el ayuntamiento.  Además de los aportes históricos, el dignatario huésped subrayó la elección en 2013  del canado-haitiano Danny Lafferiere, a la academia Francesa, como parte de las contribuciones actuales de Haití en el plano internacional.

Con todo, Hollande desperdició en esta  histórica cita  una gran oportunidad de resolver para siempre una imposición injusta repudiada universalmente por sus consecuencias en Haití. La deuda moral asumida por primera vez por Francia deberá necesariamente llevar a honrar la económica.