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Columnista Invitado/a | Rafael Núñez Grassals/catedrático universitario

Resumen.- Estas notas se proponen mostrar el desencuentro entre las escuelas de periodismo de las universidades dominicanas y las prácticas realmente existentes en los medios informativos.

La  idea central sugiere que mientras más se postergue la solución de este problema, más se amplía y se complica esa diferencia y más graves resultarán sus derivaciones.

Básicamente, el trabajo hace referencia a la alteración radical que se ha producido en los escenarios profesionales como consecuencia de los cambios organizacionales y operativos precipitados por el “boom” de las nuevas tecnologías. Subyace a estas líneas la hipótesis de que el aludido distanciamiento de la enseñanza y el oficio delata la existencia de una relación problemática (todavía no resuelta) entre dos racionalidades en conflicto: una, dominante en las aulas, sigue subordinada a la metáfora de la departamentalización y se organiza de modo secuencial (lineal); otra, que funciona como elemento ordenador del ejercicio profesional, se orienta a integrar procesos y a gestionar recursos vinculantes de  actividades disímiles pero concurrentes en la búsqueda de la eficacia comunicativa. Lo que aquí se dice no pretende erigirse en norma: aspira simplemente a servir de estímulo para la reflexión, y ojalá llegue a ser inspiración para la acción.

¿Cómo podemos equiparnos (nosotros y nuestras organizaciones) para tratar con un mundo que se transforma ante nuestros propios ojos? La clave es entender las nuevas reglas del cambio. Hoy, el cambio no sólo es más rápido, más complejo, más turbulento y más imprevisible; también es diferente a cualquiera que hayamos experimentado antes. “Más allá del punto de ruptura”, Boletín del Club de la Efectividad, No. 383, 22/08/06. www.efectividad.net.

Introducción

 Si bien las herramientas difieren entre sí en muchísimos aspectos, no es menos cierto que tienen en común una cuestión esencial vinculada con los efectos de su aplicación: todas, en su momento, han alterado la relación del hombre con el trabajo.

 La rapidez y la profundidad de esa alteración parece que está relacionada con el grado de perfeccionamiento de la herramienta de que se trate y con aquellas partes del trabajo humano en las que a los nuevos instrumentos se les hace intervenir.

El desarrollo de esta hipótesis nos acercaría a la comprensión de por qué la alteración causada por el advenimiento del computador ha resultado incomparablemente más intensa y más extensa que la originada, por ejemplo, con la creación del destornillador y aun de la maquinilla eléctrica o del audífono.

 Si todo ha estado cambiando como consecuencia de la aplicación de las nuevas tecnologías de la información, los periodistas no pueden pretender para sí el monopolio de la permanencia y de la estabilidad. Esto lleva a Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, a verlos como una especie en extinción, por lo menos (agrego yo, RNG) en cuanto al perfil que de esos profesionales tenemos y que todavía persiste en nuestros gremios y, peor aún, en nuestras universidades.

 Parece que los mismos periodistas no han hecho conciencia de que la aplicación de esas nuevas tecnologías ha transformado radicalmente las condiciones de producción y distribución del producto de medio e, incluso, ha creado un entorno con propensión a alterar las características del perfil real del oficio y a imponer nuevos requerimientos en plazos asombrosamente breves.

 El problema

 En circunstancias en que escaseaba la información o ésta era de difícil acceso, como cuando en el continente comenzaban a crearse, lentamente, las escuelas de periodismo, hace más de un siglo, se  precisaba de un reportero entrenado básicamente (y muchas veces únicamente) en la búsqueda de la noticia; pero desde hace unos cuantos decenios esa situación se ha invertido, mientras el profesional que egresa de las universidades sigue atado al viejo perfil.

 

El hecho de que ahora, a diferencia de hace un siglo, hay sobreabundancia de información presenta nuevos desafíos en cuanto a la formación profesional, la organización del trabajo, el tratamiento de la información y el grado de participación de las audiencias en la constitución de la agenda y, consecuentemente, en el producto de medio.

Las tendencias

Tendencias hay con propensión a hacer periodismo sin periodistas, o en condiciones tales en que éstos no sean los actores principales del proceso.

 Eso es lo que se extrae del examen de las experiencias de periodismo ciudadano, una de las formas emergentes de práctica del oficio con apoyo en las nuevas tecnologías y cuyo referente más exitoso es el diario coreano “OhmyNews”, que cuenta con 37 mil colaboradores y ha alcanzado visitas diarias del orden de los 14 millones.

Las claves del periodismo ciudadano se encuentran en:

  • La centralidad del enfoque, entendido éste como el lugar social desde donde se articula el relato y que le sirve de elemento vinculante, ordenador, a las piezas de la información.
  • La preocupación por responder a las preguntas que se hace un ciudadano y no en el esfuerzo por agotar la agenda impuesta desde los medios tradicionales.
  • El uso de fuentes alternativas.
  • Empleo de la red para ampliar los canales de participación en la toma de decisiones sobre asuntos públicos.
  • Esfuerzo sostenido por alterar la agenda de los actores políticos.
  • Cubrimiento de temas y problemas que por motivos económicos o políticos los medios tradicionales no suelen considerar como elementos de la agenda informativa.

Los desafíos

 Esta nueva realidad obliga a:

 1.     Repensar el concepto de noticia.

2.     Organizar nuevos medios.

3.     Reorganizar viejos medios.

4.     Reformular el perfil profesional del periodista.

5.     Mejorar los procedimientos de verificación de fuentes.

6.     Ampliar el abanico de fuentes.

7.     Asumir un papel activo en la tarea de nombrar las nuevas realidades.

8.     Colaborar en la búsqueda de equivalencias en los países de la región

y en la comunidad lingüística hispana, para lo que convendría usar la plataforma del Diccionario Americano.

9.     Hacer uso intensivo y creativo de las nuevas herramientas y ampliar las redes de participación.

10.                       Poner especial atención al hecho de que algunos de los nuevos conceptos no lo son enteramente, sino que constituyen una ampliación de los que pretenden sustituir, en un esfuerzo por nombrar la nueva realidad. De la misma manera que ya en algunos ámbitos se habla de lecto-corresponsal, en lugar de simplemente corresponsal, en un futuro cercano podrá también hablarse de:

 

a.                 Lecto-redactor             por             redactor.

b.                Lecto-periodista            por             periodista.

c.                 Lecto-editor                 por             editor.

 

Tal reconceptualización tiene su origen en prácticas profesionales inspiradas en la corriente conocida ya como periodismo ciudadano y en las extraordinarias posibilidades que éste ha encontrado en la red, lo que le ha permitido relacionarse con sus lectores en tiempo real e incorporarlos al proceso de enriquecimiento de la agenda informativa.

 Es probable que el periodista no se encuentre todavía irremisiblemente en vías de extinción, como sugiere Ramonet, pero no podemos negar que tiene por delante nuevas tareas, casi todas asociadas al impacto de lo inédito y para las cuales debe prepararse si quiere sobrevivir.

 Crisis en las escuelas y estancamiento en los gremios

 Las prácticas emergentes están revolucionando aceleradamente el oficio, pero el hecho de que los cambios no marchen a la misma velocidad en las escuelas dedicadas a la formación de periodistas constituye un problema que tiende a agravarse con el paso del tiempo. Nuestras escuelas de periodismo, ahora llamadas de comunicación, parece que aún no se han dado cuenta de que la sociedad dominicana está entrando en la llamada sociedad de la información, el aparente punto de llegada de la ruptura del paradigma organizacional que se venía gestando desde los años 60 en el territorio de la economía y que ha afectado profundamente el espacio de la política y aun la esfera privada para desembocar en lo que en la concepción de Manuel Castells (1999) sería la sociedad red, que bien puede entenderse como la fase superior de la era de la información.

 Por eso los programas de enseñanza no han encontrado el punto de flexión que les permita dar el viraje hacia el cambio cualitativo y, en consecuencia, hacia el encuentro con el nuevo perfil profesional.

 Esos programas surgieron en la era industrial como un recurso funcional a los requerimientos de entonces. Pero las características y demandas de la sociedad red, hoy en fase de implantación global, constituyen una ostensible superación-recusación de ese paradigma.

Desde esta perspectiva, la noción de sociedad red puede entenderse como la fase superior de la era de la información, un estadio en el cual “A la velocidad de la luz todos se fusionan con todos. La identidad privada desaparece” (Herbert Marshall McLuhan) No hay espacio para la diferencia: prevalece la chatura universal impuesta por las economías dominantes.

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Era industrial                                           Sociedad  red

* Jerarquía                                                * Facultamiento

* Supeditación a reglas y rangos               * Autonomía de las partes

* Verticalismo                                           * Horizontalidad

* Centralización                                        * Descentralización

* Racionalidad mecanicista                       * Racionalidad integradora

* Especialización funcional                       * Especialización flexible

* Esquema de mando rígido                      * Esquema de mando laxo

* Inhibición de la innovación                     * Interdependencia de partes

* Evita asumir riesgos                               * Gestión del riesgo

* La organización como un fin en sí          * Adaptabilidad al cambio

Todo esto refleja un mundo aceleradamente cambiante, una realidad que va dejando atrás muchas de las nociones aprendidas a las que les dábamos el rango de certezas inconmovibles.

Dado que estos cambios han alterado el mundo de la producción y, consecuentemente, de la organización del trabajo, las transformaciones han tenido efectos paralizantes en los gremios de trabajadores del sector. Las uniones sindicales no son ya tan vigorosas como antes: han quedado sensiblemente afectadas por la operacionalización del concepto de especialización flexible y el consiguiente advenimiento del periodista multiuso, en correspondencia con las tareas de un escenario laboral multimediático.

 Las escuelas de periodismo no han captado el enorme desafío que tienen por delante: hacer que sus egresados encuentren el modo de determinar “si pueden reafirmar su posición como proveedores de algo distinto y valioso, tanto para los ciudadanos como para los anunciantes... De alguna manera el periodismo necesita probar que está actuando en nombre del público, si es que quiere salvarse a sí mismo” (Witt y Seoane Pérez, 2005).

 En su artículo, Witt y Seoane Pérez citan el Informe sobre el estado de los medios periodísticos 2004, un trabajo del Proyecto para la Excelencia en el Periodismo en Estados Unidos en el que se señala que la profesión se encuentra en medio de transformaciones que marcarán una época, un momento equivalente a la invención del teléfono o la televisión.

 El Informe del año siguiente (2005)  reitera que la tecnología “está transformando a los ciudadanos de consumidores pasivos de noticias producidas por profesionales en participantes activos que componen su propio periódico a partir de elementos dispares”.

 Casi de manera gráfica, este informe del Proyecto para la Excelencia en el Periodismo puntualiza:

 “A medida que los ciudadanos utilizan el Google para buscar información, se alimentan de una infinita variedad de soportes, leen bitácoras (blogs) o las escriben, se convierten en sus propios editores, investigadores e, incluso, corresponsales. Lo que antes se llamaba periodismo es sólo una parte del cóctel, y su papel como intermediario y verificador, como los papeles de otras instituciones cívicas, se está debilitando...”

 Crisis en las redacciones

 En las mismas redacciones de los diarios, la nueva situación ha precipitado el punto de ruptura, aunque en algunos casos no se percibe claramente a dónde conducirá el derrotero que los gerentes le han dado a sus respectivos medios.

Un trabajo publicado en el boletín de la Red de Periodistas Internacionales (IJNET, por sus siglas en inglés) de fecha 26/06/2006, con base en un estudio realizado por la Federación Internacional de Periodistas (FIP), organización que agrupa a 170 uniones miembros en 120 países, permite acercarse a la situación de perplejidad e incertidumbre que se está viviendo en el periodismo, sobre todo en el impreso.

Para este estudio la FIP encuestó a 41 de sus organizaciones afiliadas (24.12%) en 38 países (32%). Algunos de los hallazgos más relevantes de la investigación fueron:

a.                 Las organizaciones de medios están contratando a periodistas jóvenes en grandes cantidades.

b.                Las posiciones más altas en los medios están siendo cada vez menos aseguradas.

c.                 La calidad de las coberturas informativas se está deteriorando aceleradamente.

d.                Alrededor del 30% de los periodistas encuestados para el estudio dijeron que trabajaban como “free lancers”, eran trabajadores con contratos por períodos cortos u otro tipo de contratos temporales.

e.                 Los nuevos contratos se reservan usualmente para los periodistas más jóvenes.

f.                  Muchos de los nuevos periodistas contratados carecen de una formación profesional adecuada.

g.                 Estos contratos son, para los medios, más baratos.

h.                Debido a que estos periodistas pueden ser más fácilmente reemplazados, existe entre ellos un menor estímulo para perseguir proyectos investigativos o para desafiar decisiones editoriales importantes.

Por lo significativo de este estudio, la IJNET abrió un foro de discusión mundial acerca de los resultados de la investigación y de la percepción que tienen los periodistas de cómo están influyendo en sus respectivas redacciones las nuevas condiciones de empleo y concretamente sobre cuáles son sus respuestas a la cuestión de los bajos salarios en la sala de redacción.

Realidades en conflicto
En República Dominicana funcionan, con distintas denominaciones, nueve escuelas universitarias de periodismo y un instituto técnico. En general, todos esos establecimientos, agrupados en un organismo denominado Asociación Dominicana de Escuelas, Departamentos y Facultades de Comunicación (Adecom), responden a un mismo (o parecido) perfil profesional y se organizan de conformidad con una racionalidad secuencial según la cual hay un tiempo para aprender y un tiempo para hacer y, por tanto, sólo después de asimilado el conocimiento A, se estaría en condiciones de asimilar el conocimiento B.

Las entidades miembros de la Adecom tienen en común  su proximidad operativa al modelo de la fábrica. Esto supone procesos en los que predominan las siguientes características:

  • Se privilegia la lógica secuencial, mecanicista.
  • Se induce la superespecialización de las prácticas y de los tiempos.
  • Se organiza la gestión (del conocimiento) por medio de “departamentos”.
  • Se diferencian (artificialmente) el tiempo de aprender y el tiempo de producir.
  • Se diferencian (y separan) los profesores de teoría y los profesores de práctica.
  • Se insiste en la demarcación (artificial) de campos o áreas.

(Siguiendo ese singular modo de gestionar la academia, cuando llega el momento de elaborar la tesis al estudiante se le asignan un “asesor de contenidos” y un “asesor metodológico”, como si el contenido no fuera el resultado de la aplicación de un método, explícito o no, o la cuestión metodológica fuera un elemento extraño al contenido)

 Ese modo fordista de conducir hoy el proceso de formación profesional niega la realidad del universo, la falsifica. Si durante más de 200 años dio resultados en la fábrica, hoy no tiene razón de ser en la academia: no hace más que ponerse de espaldas a las vinculaciones, a “la continua y omnipresente pertinencia de otros saberes en cada estadio de la investigación” (Turner, 1987).

La formulación secuencial departamentalizada de los estudios reproduce, en otro escenario, la cadena fordista de montaje y pone en relieve las jerarquías, a la vez que especializa y diferencia las decisiones y el momento de la ejecución.

 En la época en que comenzaron a formarse las escuelas de periodismo en América (principios del siglo XX) el problema, en este aspecto, era de escasez de información, Por tanto, las escuelas se esforzaban en crear un profesional cuyo perfil se acercaba al del especialista con habilidades y destrezas para buscar, elaborar y distribuir esos materiales en el menor tiempo posible.

 Hoy el problema ha cambiado. Convivimos con tal sobreabundancia de información que no alcanzamos a procesarla toda y, debido a esto, necesitamos cribarla, lo que significa que el perfil del nuevo periodista tiende a aproximarse más al del analista, al del experto rastreador de datos, buscador de relaciones y productor de contenidos.

 Lo anterior quiere decir que la transformación del oficio como consecuencia del influjo de las nuevas tecnologías acerca el perfil del periodista al de periodificador. “Una de las funciones que es preciso reivindicar en la red –quizá la fundamental— es la del periodista como ‘periodificador’, es decir, como ‘ordenador de contenidos’, como ‘clasificador de la realidad’.”

El cambio es cada vez más acelerado, profundo y abarcador. Afecta a toda la sociedad, comenzando por dimensiones tan sensitivas como la económica (propuestas de reestructuración industrial, globalismo y apertura de mercados), la tecnológica (transformación de la racionalidad productiva y organizacional), la cultural (interculturalidad/transculturalidad), la procesual (integración de procesos/recusación de la lógica secuencial de tipo mecanicista) y la política (surgimiento de una nueva espiritualidad conservadora).

La formación de profesionales de la información enfrenta retos inéditos. Está llamada a encontrar, y con urgencia, el punto de flexión hacia nuevos rumbos, sin abandonar aquello que todavía tiene vigencia. “En el perfil del periodista del siglo XXI convergen viejas y nuevas rutinas; a los tradicionales criterios de selección, jerarquización, interpretación, se unen destrezas como la gestión de contenidos o la dinamización de las relaciones que fluyen por el ciberespacio”.

Las escuelas harían bien en poner atención a lo que está sucediendo en el entorno, donde hay suficiente espacio para la experimentación y donde incluso se manifiesta un saludable repunte del periodismo narrativo. Steve Outing, del Pinter Institute, lo dice con estas palabras: “La gran debilidad de los medios tradicionales es la resistencia al cambio en la distribución y el consumo de información”.

Al referirse a la integración, hoy necesaria, entre el periodismo de papel y el periodismo “on line”, Outing pone el ejemplo de su propia evolución profesional:

“Cuando me gradué en la escuela de periodismo en 1978” –dice--, “estaba preparado para trabajar en el periodismo impreso. Pero en la actualidad, cualquier estudiante que sale de la escuela con ese foco estrecho está en problemas. El mercado necesita gente que esté bien preparada para desarrollar sus actividades independientemente de la plataforma en la que publique (papel o digital). Y los deberes actuales incluirán tareas que años atrás eran exclusivas de otros profesionales”. Reitera que la clave para la supervivencia de las organizaciones de noticias consiste en distribuir sus informaciones “donde los lectores-usuarios las demanden, es decir, en formato papel, en la pantalla de una computadora, en el teléfono celular, en una palm, el iPod o una consola de juegos. La gente de medios debe concentrarse, primero, en hacer periodismo, y luego en tener habilidad para producir contenidos que se puedan distribuir en diferentes soportes”.

Se imponen, incluso, nuevos estándares de redacción. En atención a éstas y a otras complejas cuestiones que tales problemas implican, la pregunta obligada es:

¿Están nuestras escuelas de periodismo trabajando en la reformulación del perfil profesional que se oferta en sus respectivos planes de estudio?

Para reorientar el rumbo, esos establecimientos están obligados a definir un nuevo marco de referencia que les haga posible reinterpretar las señales del entorno y reencontrarse, creativamente, con un universo profesional en continua y rápida transformación.

 

 

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