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Cultura y sociedad |

En el Día Internacional de la Democracia, el Rev. Dr. Samuel W. Meshack (Presidente) y la Rev. Dra. Karin Achtelstetter (Secretaria General) de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC) llaman a los miembros y a los asociados a defender la libertad de prensa y a crear nuevos espacios para que la sociedad civil amplifique las voces de las personas marginadas.

 

El tema del Día Internacional de la Democracia 2015 es “Espacio para la sociedad civil”. Al elegirlo, las Naciones Unidas sostuvieron que “la Democracia es un valor universal basado en la voluntad libremente expresada de las personas para determinar sus propios sistemas políticos, económicos, sociales y culturales, y su participación plena en todos los aspectos de sus vidas”.

Un pilar fundamental de las sociedades democráticas es la libertad de expresión, de opinión y de información. Esto requiere, a su vez, una prensa independiente, sin restricciones en su capacidad de proveer a las personas noticias e información equilibradas y verdaderas, sin miedo a represalias o a censuras por parte del gobierno.

Por esta razón, la libertad de prensa es un componente clave para la gobernanza democrática y para la estabilidad y prosperidad a largo plazo, ya que contribuye a una gobernanza transparente y responsable, incluyendo los esfuerzos anticorrupción.

Una sociedad civil libre desempeña un rol similar. Pero el espacio para los activistas y organizaciones de la sociedad civil está disminuyendo en varios países en todo el mundo.

Una prensa libre y una sociedad civil plenamente capaz de escuchar y amplificar las voces de las personas y de las comunidades marginadas son esenciales en las sociedades democráticas. Pero hay obstáculos mayores a las contribuciones positivas de la prensa y de la sociedad civil en el mundo:

  • Situaciones conflictivas en muchas partes del mundo fomentan a las partes beligerantes a usar los medios de comunicación como propaganda o a dejar de proveer información a las personas.
  • Los periodistas son víctimas de ataques o asesinatos.
  • Grupos no estatales no siguen las reglas e ignoran los derechos básicos en busca de sus propios objetivos. Desde Boko Haram al Estado Islámico, los narcotraficantes latinoamericanos y los grupos mafiosos, el denominador común es el uso del miedo y de las represalias para silenciar a periodistas y blogueros que se atreven a investigarlos o que se rehúsan a ser sus portavoces.
  • En países donde la religión determina la ley, extender prohibiciones sagradas para proteger un sistema político es otra forma efectiva de censurar el criticismo hacia el gobierno.

Las democracias también se toman libertades en sus valores en nombre de la seguridad nacional. Enfrentados a amenazas reales o falsas, los gobiernos se arman con un arsenal de leyes orientadas a silenciar las voces independientes.

En un mundo conmocionado, todavía hay señales de esperanza. Muchas organizaciones de la sociedad civil están revirtiendo la situación de la censura comunicando, creando redes, escuchando las voces de las personas comunes y construyendo un consenso democrático sobre los asuntos de justicia e igualdad.

En Colombia, una organización de la sociedad civil con base en Barranquilla, estableció una red de periodistas ciudadanos quienes crearon su propia plataforma web, la cual tiene un programa de 90 minutos de radio de calle – programación en vivo desde diferentes puntos de la ciudad. Este proyecto, respaldado por la WACC, resultó en una mayor producción de contenido digital – incluido el uso de redes sociales – y en mayores aptitudes a la hora de utilizar nuevas tecnologías.

En Uganda, la Fundación New Hope (Nueva Esperanza), asociada de la WACC, está trabajando con la población aislada Bamba-Bakonjo en su propio idioma, enfocándose en el desarrollo agrícola local y en el debate público de asuntos que afectan a la comunidad local.

Se insta a los miembros y asociados de la WACC a descubrir nuevas maneras de escuchar las voces de las personas y comunidades –especialmente de aquellas marginadas por la pobreza o la violencia – con el objetivo de ayudarlas a producir un cambio positivo en sus vidas.