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Cultura y sociedad | Fuente Externa

Presentación de Armand Mattelart.  Para presentar a Armand Mattelart, los amigos del CIESPAL buscaron a un “belga de servicio”. No es fácil en Quito donde ¡no hay muchos más belgas que esquimales en Sídney! Así me pusieron frente a este monumento de la comunicación para presentarlo al público, es decir transformarlo en un objeto de comunicación.

  ¡Qué tarea! Preparar esta presentación fue una experiencia espantosa, pero he podido solo recoger algunos pedacitos de su obra inmensa y mezclarlas con algunas opiniones personales. Leyendo la biografía de Armand, las excelentes conversaciones con Michel Sénécal, he tenido un sueño. 

Yo entraba en la casa de Armand y Michéle. Estaba en el vestíbulo Edgard Morin, discutiendo con Gilles Deleuze. En la escalera, Antonio Gramsci seguía a Mariátegui y Walter Benjamín para llegar al primer piso. En el salón, habían varios grupos: Paulo Freire discutía con Jean Paul Sartre; Roland Barthes trataba de convencer a Louis Althusser de la importancia del discurso; Pierre Bourdieu y Alain Touraine se peleaban, casi físicamente, a propósito de conceptos filosófico-sociales.

 En el comedor, Jürgen Habermas estaba ya instalado al lado de Greimas y no encontraban un tópico de conversación. Al otro lado, Iván Ilich, Michel de Certeau y David Harvey entraban en una viva polémica sobre la validez del marxismo. En la cocina, Rosa Luxemburgo, ayudada por Mabel Puchini, preparaba una sopa revolucionaria, con mucha teoría culinaria. Umberto Eco exploraba el techo, en búsqueda de una entrada secreta.

 Michel Foucault, Salvador Allende y Gabriel García Márquez habían encontrado un lugar tranquilo de conversación, allá mismo donde Dom Helder Cámara trataba de convertir al Che Guevara. Todo eso debajo de una trinidad de retrasos en la pared principal: Carlos Marx, el pato Donald y Lenin. Armand y Michéle pasaban entre los grupos con copas de vino francés y chileno. Michael Moor no estaba presente, porque había perdido el avión.

 Me desperté, recordando que este grupo de la inteligencia mundial representaba solamente una parte del horizonte de Armand. Empecé con mucho temor el trabajo de presentación.

 De hecho, recordé que en los años sesenta Armand me había contactado. Yo acababa de terminar un estudio socio-religioso de América Latina que tomó cuatro años y tenía el virus latinoamericano. Estaba de profesor en la Universidad Católica de Lovaina. Armand quería trabajar en los continentes del sur. Había pensado en África pero después recibió tres propuestas de América Latina. En ese momento, él era demógrafo. Las propuestas venían de tres universidades jesuitas: la Javeriana de Bogotá, la PUCE de Ecuador y la Católica de Chile. Cosa imperdonable para un casi ecuatoriano, yo recomendé la Universidad Católica de Santiago de Chile, porque había trabajado con ellos.

 Algunos años después, Armand y Michéle decidieron casarse. Pensaban celebrar el matrimonio en Chile. Pero al mismo momento invité a Armand a un coloquio sobre interdisciplinaridad, en Lovaina. Eso transformó los planes y se casaron en Francia. El resultado no fue tan malo. La importancia de Michéle en numerosos trabajos de Armand es notable y él muchas veces habla de obras a cuatro manos. Por eso, Michéle se merece la mitad de la medalla de oro.

 II - La trayectoria de Armand

 Armand Matellard empezó sus estudios de derecho en Lovaina. Después se especializó en demografía en París, trabajando con el IRFED, fundación del Padre Lebret, O.P. Con un espíritu de servicio, especialmente a los más débiles, empezó a trabajar en Santiago de Chile en los barrios populares. Eso fue el resultado de su formación cristiana y de los scouts. Allá empezó a entender la importancia de la comunicación y realizó varios estudios sobre los periódicos chilenos y su influencia en la política. Estuvo cercano de los movimientos de izquierda como el MIR. Ha tenido la experiencia del régimen socialista de Salvador Allende y fue expulsado de Chile por el golpe de Pinochet.

 El exilio, fue  en París. Ha tenido dificultades en encontrar un empleo pero finalmente fue nombrado profesor de la universidad de París. Ha tenido una presencia intensa en los medios intelectuales del momento en París, pero también en América Latina en los lugares del cambio social progresista: Cuba, Nicaragua, Venezuela, los foros sociales mundiales, etc… Las dos fuentes de sus numerosas obras fueron la reflexión intelectual y el contacto con los movimientos sociales.

 III – Algunas líneas de las obras de Armand y Michéle Mattelart

 El análisis social

 La comunicación no es solamente un acto aislado, utilizando técnicas cada vez más sofisticadas, sino un “hecho social total”, como dice Marcel Maus: ¿quién comunica qué, cómo y a quién? Es un flujo permanente, pero dialéctico y orientado por las desigualdades sociales existentes. Sin caer en el biologismo, se puede decir que la comunicación es la sangre de la sociedad. Por eso es un revelador social. Las condiciones materiales de la comunicación constituyen el primer elemento del análisis, pero también sus efectos sobre la construcción de las sociedades.

 Por eso, Armand desarrolló una teoría crítica de la comunicación, opuesta al neopositivismo y al funcionalismo. Podemos decir que en el derecho, Joaquín Herrera Flores en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y modestamente yo mismo en sociología de la religión, hemos seguido los mismos pasos. El desarrolló una economía política de la comunicación, que considera que el capitalismo es un paradigma universal que absorbe la comunicación en su lógica. Sin embargo, se opuso a la doxa dogmática marxista, siguiendo más de cerca a Gramsci, Lefbèvre, Bertold Brecht y Walter Benjamín. Se nota en su libro: Pensar sobre los medios.

 La importancia de la dimensión histórica es fundamental en el trabajo de Armand y Michéle: él habla de la genealogía de la comunicación (la trilogía). La historia de la construcción social es esencial para la comprehension del papel de la comunicación. El problema de las nuevas generaciones es la falta de una visión histórica. Armand Mattelart cita a una joven francesa diciendo: los años sesenta es para nosotros como Tutancamon. Pero peor, para ellos personas como Helder Camara o Ben Barka ¡nunca existieron!

 Información y poder es un tema que vuelve a menudo en las obras de los autores. La desigualdad social del planeta, con el papel de las multinacionales en la comunicación es central. La sociedad civil, concepto ambiguo, porque hay una sociedad civil de arriba y una de abajo, tiene un lugar importante en la lucha de clases. Eso permite la elaboración de una hegemonía cultural de las clases dominantes y la construcción paulatina de una sociedad del control, que desemboca en medidas de seguridad y de lucha contra el terrorismo.

 Evidentemente, la cultura es un factor de gran importancia. Se trata de la reintroducción del sujeto según la escuela de Frankfurt, Walter Benjamín y Franz Hinkelamert. Armand Mattelart lo aplicó a la comunicación.

 Su pensamiento lo llevó a una crítica de la modernidad, caracterizada por un mesianismo de la ciencia y de la tecnología. Se trata del concepto de un progreso lineal sobre un planeta inagotable. La influencia de Frantz Fanon y de Walter Benjamín (que influyó también a Bolívar Echeverría) permitió luchar contra una visión tecnificada de la realidad. Sin embargo, los autores no cayeron en el postmodernismo. Adoptaron aspectos positivos de esta corriente de pensamiento, tales como el redescubrimiento del territorio, de lo local, de lo cotidiano, pero criticaron la “celebración neopopulista de la libertad”. De hecho, el posmodernismo ha sido el fiel aliado del neoliberalismo: nada mejor para el capitalismo que ha podido construir las bases materiales de su globalización como sistema mundo, que una ideología que pretende que no existen sistemas, estructuras, ni grandes relatos.

 La metodología

 Se trata en las obras de Armand y Michéle Mattelart de una reflexión-acción, cerca de la realidad y con compromiso de justicia. La comunicación está vista como un discurso performante, lo que permitió tomar una cierta distancia con Habermas. La educación popular es básica y la comunicación puede servir como instrumento de conocimiento de las clases subalternas.

 En el análisis de los discursos, se trata de destruir la lógica discursiva para descubrir las lógicas sociales no aparentes. Es por eso que Armand estudió el pato Donald. Sería interesante estudiar un día con la misma metodología, Tintín y Mafalda.

 En el cinema, Armand y Michéle produjeron La Espiral, que es la historia de lo que pasó en Chile. Pensaron que este medio era muy importante en la comunicación y de verdad hemos tenido esta misma semana una buena noticia: Ken Lauch ha recibido en Cannes la Palma de Oro por su película Yo Daniel Blake.

 Trabajadores militantes

 Armand y Michéle Mattelart han sido trabajadores militantes del pensamiento crítico. Eso fue bien expresado en el libro de Efendy Maldonado: Epistemología de la comunicación – Análisis de la Vertiente Mattelart en América Latina. Ellos corresponden al concepto de scholar-activist de Charles Hale, citado por Saturno M. Borras en su discurso inaugural en elInstitute of Social Studies, en La Haya el 11 de mayo pasado (2016): el papel del academista activista es fundamental “cuando el análisis es importante en un momento de cuestionamiento de los paradigmas analíticos existentes”.

 Podemos decir que el CIESPAL ha hecho una elección muy positiva. Armand Mattelart merece esta medalla de oro.

 Quito, a 7 de junio de 2016

 (Intervención en el acto de entrega de la Medalla de Oro al sociólogo belga Armand Mattelart por parte del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL), evento en el que también se inauguró la cátedra que lleva su nombre) 

http://www.alainet.org/es/articulo/178159