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Cultura y sociedad | Fuente Externa

Se cumplen 75 años del nacimiento del cantante jamaicano, gran icono de la música reggae y el movimiento rastafari. La paradoja Bob Marley: el mestizo que sedujo a los blancos.

22 de abril de 1978. Kingston, Jamaica. Más de 30.000 espectadores abarrotan el Estadio Nacional. Se está celebrando el One Love Peace, un gran concierto de reggae organizado con la intención de reconciliar a las dos facciones políticas del país –el socialista Partido Nacional del Pueblo (PNP) y el conservador Partido Laborista de Jamaica (JLP)–, que llevan años enfrentándose en las calles en una sangrienta guerra urbana. A medianoche, tras siete horas de concierto, apareció en el escenario Bob Marley.

El gran ídolo local llevaba desde 1976 exiliado en Londres tras haber sufrido un atentado en su casa de Kingston. Marley cantó sus grandes éxitos y lanzó proclamas en pos de la paz y la concordia. También consiguió un pequeño milagro: subió al escenario a los dos políticos rivales, Michael Manley (PNP) y Edward Seaga (JLP), y se fundió con ellos en un emocionado apretón de manos.

A la izquierda, Michael Manley, líder político del PNP, y a la derecha Edward Seaga, del JLP.
 
A la izquierda, Michael Manley, líder político del PNP, y a la derecha Edward Seaga, del JLP. (Wikimedia Commons)

Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones, el gesto no tuvo la trascendencia política esperada. Al día siguiente, las dos facciones siguieron matándose en las calles. Sí tuvo, en cambio, un poderoso impacto simbólico. Marley pasó de ídolo musical y apóstol del rastafarismo –un movimiento espiritual surgido en los barrios marginales de Kingston que buscaba la liberación de los afro-jamaicanos– a referente social. Recibió la Medalla de la Paz de Naciones Unidas y se convirtió en un icono del pacifismo y la lucha por los derechos civiles.

“One love, one heart”

Esa imagen del cantante entre los dos líderes políticos rivales ejemplifica muy bien el lugar que ocupó Marley en la sociedad jamaicana. Desde su nacimiento el 6 de febrero de 1945 en Nine Mile (Saint Ann), una aldea al norte de la isla, Robert Nesta Marley se sintió siempre navegando entre dos aguas. Su padre era un militar de ascendencia inglesa y su madre una sirvienta afro-jamaicana. Por lo tanto, a ojos de una sociedad tan polarizada racialmente como la jamaicana, Marley no era ni blanco ni negro.

Durante su juventud en el gueto de Trench Town, en Kingston, adonde se trasladó con su madre a finales de los cincuenta (su padre se desentendió de ellos), Marley sufrió las burlas y el desprecio de sus vecinos por su origen mestizo. “No me posiciono ni del lado de los blancos ni del de los negros”, solía decir en las entrevistas. “Me inclino hacia el lado de Dios”. En realidad, como se traduce de las letras antirracistas y panafricanistas de sus canciones, se sentía más cercano a la comunidad afro-jamaicana a la que pertenecía.

Como artista, le ocurrió algo parecido. Marley componía música con raíces negras, pero fuera de Jamaica la escuchaban fundamentalmente los blancos. Para los más puristas, sus canciones más exitosas, las que compuso a partir de mediados de los setenta, son el reflejo de esa paradoja: música jamaicana negra pero convenientemente procesada y envasada para ser consumida en el mercado del rock blanco.Bob Marley, en el fotograma de un documental sobre su figura. (TVC)

Sea como fuere, negra o blanca, pura o impura, lo cierto es que Bob Marley se convirtió en la primera estrella mundial de la música surgida de un gueto del Tercer Mundo. Acompañado de la banda The Wailers y el coro femenino I-Threes, en el que se encontraba su esposa Rita, el cantante llevó el reggae –un género genuinamente jamaicano que fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2018– a todos los rincones del planeta.

Canciones como Could You Be Loved, No Woman, No Cry, One Love o Get Up, Stand Up, por decir algunas de las más conocidas (es sorprendente la cantidad de temas de Marley que uno puede tararear aun sin ser aficionado al reggae), se han convertido en clásicos de la música popular. Su álbum recopilatorio Legend (1984), publicado después de su muerte, continúa siendo uno de los discos más vendidos de la historia.

Entre dos fuegos

El ascenso de Marley como músico coincidió con el aumento de la tensión política en su país. En 1972, tras una década de dominio conservador (Jamaica se independizó de Gran Bretaña en 1962), el socialista Michael Manley ganó las elecciones. Su acercamiento a Fidel Castro puso nerviosa a la CIA. Ante el temor de que Jamaica se convirtiera en una nueva Cuba, Estados Unidos comenzó a suministrar armas a la oposición. Como consecuencia, la violencia política se disparó. Grupos armados de uno y otro bando se enfrentaron a diario en las calles. La tensión llegó a un punto álgido en las elecciones de 1976.

'One love' es uno de los temas más celebrados de Marley. (.)

En esa época, Marley ya era un ídolo nacional. Toda Jamaica le conocía y admiraba, por lo que los dos partidos intentaron atraerlo a su lado. Pero el cantante, que una vez más se veía en medio de dos fuerzas contrapuestas, no se inclinó hacia ninguna de ellas. Aunque ideológicamente se sintiera más cercano al PNP, Marley se amparó en sus principios rastafaris, que predicaban la unidad de la comunidad negra, y abogó por la reconciliación. “Ni marxista ni capitalista”, dijo una vez. “Rasta”.

Como muestra de su compromiso social, propuso organizar un concierto gratuito para fomentar la unidad de todos los jamaicanos. Tras anunciarse la fecha, el 5 de diciembre, el primer ministro Manley, quizá con la intención de sacar provecho político, convocó las elecciones para la siguiente semana. De esta manera, el concierto fue interpretado por la oposición como un acto de apoyo a la campaña de los socialistas.

Dos días antes del evento, el 3 de diciembre, varios pistoleros entraron en la casa de Marley. Abrieron fuego indiscriminadamente, hiriendo a su mujer, su mánager y al propio Marley. Nunca se supo la identidad de los asaltantes. Aunque hay numerosas teorías –la mafia de los guetos, la CIA, el mismo PNP para atribuírselo al JLP-, se sospecha que fueron guerrilleros partidarios de los conservadores. A pesar del atentado y del peligro de que se volviera a repetir, el cantante decidió seguir adelante con el concierto. Cantó y tocó como había prometido, e incluso enseñó las heridas que le habían producido los disparos.

El éxito de Marley ha traspasado fronteras, convirtiéndose en un icono popular en todo el mundo. Aquí, en un mural en Sacavém, cerca de Lisboa.
 
El éxito de Marley ha traspasado fronteras, convirtiéndose en un icono popular en todo el mundo. Aquí, en un mural en Sacavém, cerca de Lisboa. (PATRICIA DE MELO MOREIRA / AFP)

Sin embargo, sintiéndose amenazado y decepcionado por los políticos, al día siguiente dejó la isla rumbo a Londres. En el barrio de Chelsea, alejado de las turbulencias de Jamaica, se centró en la música. El resultado de este periodo de intensa creatividad fue el disco Exodus (1977), considerado la cumbre de su carrera. A partir de ese momento, Marley encadenó un éxito tras otro y se embarcó en un gira que lo llevó por todo el mundo.

Además de la música, en Londres se entregó a otra de sus grandes pasiones: el fútbol. Jugaba casi cada día en los campos cercanos. Durante un partido, sufrió una herida en el dedo gordo del pie. Esta se le infectó y al ser examinada por los médicos vieron que tenía un melanoma debajo de la uña. En contra de la opinión de la mayoría de los doctores, que le habían recomendado amputarse el dedo, Marley se fio del único que le dijo que solo hacía falta extirpar una pequeña parte.

Tres años después, el cáncer se le había extendido por todo el cuerpo. Marley ingresó en la clínica del polémico doctor Josef Issels, en Alemania, quien aseguraba curar el cáncer con métodos alternativos. Tras varios meses de tratamiento sin éxito, decidió volver a su casa de Jamaica. No le dio tiempo. Durante el vuelo de regreso, su salud empeoró y el avión tuvo que aterrizar en Miami. Marley falleció en el Hospital Universitario el 11 de mayo de 1981. Tenía 36 años.

Atrás dejó una esposa, Rita Marley; once hijos reconocidos, algunos fruto de sus numerosas relaciones extramatrimoniales; una herencia por la que todavía se pelean familiares y miembros del grupo; y un culto mundial, materializado en mausoleos, estatuas y casas museo, que es el principal reclamo turístico de Jamaica.