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Cultura y sociedad |

Los primeros abolicionistas de la esclavitud fueron los propios esclavos, que adoptaron diversos modos de resistencia desde su captura en África hasta su venta y explotación en las plantaciones de las Américas y del Caribe. Muchas veces utilizaron rebeliones y suicidios como formas de resistencia.

Los mundos coloniales americanos se vieron a menudo turbados por las revueltas de sus esclavos o al menos por la amenaza de revueltas. Los administradores de las colonias inglesas y francesas del Caribe indican que, en los años 1730, soplaba un "viento de libertad" en el Caribe, lo que demuestra la existencia de una verdadera resistencia a la esclavitud, que terminó desencadenádose medio siglo después con la rebelión de los esclavos de Santo Domingo.

Desde finales del siglo XVII se alzaron voces, de manera individual o en el marco de la creación de múltiples sociedades y comités abolicionistas para condenar la trata negrera y la esclavitud. La principal impulsión fue inglesa. Hasta finales del siglo XIX, abolicionistas británicos, franceses y norteamericanos elaboraron un conjunto de argumentos esencialmente morales, religiosos, a veces económicos, y medidas de acción contra la trata negrera y la esclavitud.

Un proceso irreversible

La destrucción del sistema de la esclavitud se inició en la colonia francesa de Santo Domingo a finales del siglo XVIII. Este proceso se prolongó hasta 1886 en Cuba y 1888 en el Brasil. La sublevación de los esclavos de Santo Domingo, en agosto de 1791, destruyó el sistema colonial del Caribe provocando una insurección general que desembocó en la abolición de la esclavitud en la Isla y en la guerra de la Independencia. Quedó así abierto un triple proceso de destrucción: la del sistema de la esclavitud, la de la trata negrera, la del sistema colonial.

En el siglo XIX se promulgaron dos decretos de abolición: el Abolition Bill, votado en agosto de 1833 por el Parlamento británico, y el decreto francés firmado por el Gobierno provisorio en abril de 1848. En los Estados Unidos, Abraham Lincoln, elegido nuevo presidente en 1860, decretó la abolición de la esclavitud en toda la Unión una vez acabada la Guerra Civil, en 1865. De tal manera, instauraba la abolición de la esclavitud –que afectaba entonces a unos cuatro millones de personas- como 13a enmienda de la Constitución Americana.

El 23 de agosto se conmemora el aniversario de la insurrección, en 1791, de los hombres y mujeres sometidos a la esclavitud en Saint-Domingue, la parte occidental de la isla de La Española que, al proclamar su independencia, recuperó su nombre amerindio original: Haití. Esta revuelta comporta una reivindicación universal de libertad, que va más allá de cualquier límite de tiempo y espacio. Apela a toda la humanidad, sin distinción de origen ni de religión, y sigue resonando hoy con la misma fuerza.

Mediante el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, la UNESCO desea recordar la importancia fundamental de la transmisión de la historia para poner de relieve la lucha contra todas las formas de opresión y racismo que existen en la actualidad. El efecto expansivo que provocó la revuelta de 1791 ha marcado el curso de las luchas de liberación de los pueblos y de los movimientos de defensa de los derechos humanos y civiles desde hace más de 200 años. Cristaliza los desafíos, los conceptos y los principios que es imprescindible conocer en la lucha actual contra la esclavitud moderna y la trata de personas. Creemos que la enseñanza de esta historia puede colocar a los ciudadanos de mañana en el camino de la paz y la dignidad.